Pequeño restaurante acogedor y familiar. La sala está distribuida de manera eficiente y las mesas tienen, en general, la distancia correspondiente, no obstante, el ruido no queda amortiguado.

No puedo hablar de organización, ya que solo había una camarera que con esmero y eficiencia daba todo lo que podía. Estaba concentrada y estaba bajo presión, pues la sala estaba llena y había gente esperando para tener mesa. Le faltaba un apoyo en sala. Tenía mucha carga y no perdió en ningún momento la paciencia y mantuvo la calma en todo momento sin ninguna palabra despectiva, y, de vez en cuando alguna sonrisa que se agradece. Supo gestionar todo ella sola. Por eso, ella se merece un 10. Dicho esto, y solo habiendo una gerente, más que una camarera, se presentó el menú lentamente, pero no para dejar de ir, no tardó 40 minutos en servirse un plato tras otro, sinó que se tardó algo más de lo habitual en lo que representa un menú.

Cuánto al menú, con un precio de 17€, bien. Pedimos macarrones carbonara, ensalada de mató y, de segundo, pollo con setas y carrillera de cerdo. Cuánto a los macarrones, pues macarrones, buenos y melosos y cuánto a la ensalada simple y buena. Bien. Ahora bien, los segundos hicieron subir el listón a los primeros: las carnes melosas, untuosas, sabrosas... de 10. Saben tratar y respetar el producto. Finalmente, los postres fueron; una tarta sacher y un martinet de chocolate negro. El martinet se llevó la palma, mientras que la sacher era normalilla. Ahora bien, el martinet se cobró fuera de menú.

En definitiva, recomendado 100%.