Mi familia y yo, Somos asiduos visitantes de las bodegas de Mendoza, y como mendocino, me enorgullece vivir en esta tierra. Quiero comenzar destacando que la bodega, su cocina y su entorno son hermosos; nos gustan. Cada bodega tiene sus características particulares, y esto no es motivo de observación, más allá de que la experiencia fue muy amena.
Mi crítica es, por supuesto, constructiva. Creo que es importante buscar la excelencia y evitar el error de pensar que un gran nombre y prestigio justifican descuidar los detalles. Ya conocía la bodega Diamandes, y ahora que he visitado Monteviejo, quiero compartir mis observaciones, comparándolas con las experiencias que hemos tenido en otras bodegas del mismo nivel.
Primero: Al llegar, nadie nos recibió. Tuvimos que adivinar el camino, y al llegar al tercer piso, buscamos a la persona encargada para que nos ubicara en nuestra mesa.
Segundo: La única persona que nos atendió demostraba una notoria falta de conocimiento general. Por ejemplo, no sabía si las otras bodegas que forman parte del Clos de los Siete tenían restaurantes. Tenía que ir a la cocina a consultar nuestras preguntas.
Tercero: Éramos dos adultos y un menor. Tuvimos que "pedir" pan para que el niño que nos acompañaba pudiera probar algo mientras esperábamos el primer y segundo paso. Nos trajeron una sola rodaja en un plato, no en una panera, por lo que tuvimos que colocar el pan en los individuales y verter el aceite en el mismo plato. Cuando pedimos un poco más de pan "nuevamente", nos lo colocaron en el mismo plato con aceite, lo que resultó en un desastre tanto para el niño como para nosotros. Muy mal eso.
Cuarto: Dos veces tuve que pedir que nos sirvieran vino en nuestras copas vacías. Generalmente, en las bodegas, el personal está atento a este detalle y no se dejan copas vacías.
Quinto: Me gusta fotografiar los platos, la copa y la botella correspondiente para compartir en redes sociales y recordar la experiencia. En el último paso, cuando se sirvió el postre, me sirvieron las últimas gotas de vino blanco y dejaron la botella vacía en la mesa hasta el final de mi estadía, por lo que terminé fotografiando una botella vacía.
Sexto: Generalmente, en las bodegas, la música es ambiental o Chill Out. Sin embargo, durante nuestra visita, la música estaba demasiado alta y era muy de radio, similar a la que se escucha en un comercio céntrico, lo que no acompañaba en absoluto la estructura y el paisaje del lugar maravilloso que tienen.
Séptimo: Desde donde estaba ubicado, mi vista principal era la salida de los sanitarios de damas. Cada vez que alguien entraba o salía, esa era mi vista.
Octavo: Pedimos un mini pastel para el agasajado, ya que era su cumpleaños. Agradecemos la atención, pero al terminar el quinto paso, que era el postre, no dábamos para más. Solicitamos algún envoltorio especial para llevar el pastel, pero no tuvimos suerte. Tuvimos que sacar una bolsita de nuestra mochila con un cartón para que el agasajado pudiera llevarse su presente, ya que no quería dejarlo ni despreciar. En todos los restaurantes que he visitado, tienen esos elementos. Muy mal.
Reitero, mi intención no es criticar negativamente, sino hacer esta observación para que nuestra industria vitivinícola se represente cada día mejor y mantenga los más altos estándares. Saludos y espero que esto sea tomado de manera...
Read moreLa única mala experiencia que tuve en cuatro viajes a Mendoza, habiendo visitado unas 10 bodegas y restaurantes.
Tuvimos que esperar unos 40 minutos en la entrada del predio, bajo el sol, mientras el personal de seguridad intentaba comunicarse telefónicamente con alguien de turismo para indicarle a dónde comenzar la visita.
La demora ocurrió porque habian extraviado nuestra reserva (a pesar de haber recibio la confirmación).
Al llegar al restaurante Monteviejo, no había nadie para recibirnos. Tuvimos que preguntar varias veces quién estaría a cargo de la visita y la experiencia en la bodega
Finalmente llegó el guía turístico y nos comentó que alterarían el recorrido porque nos habíamos perdido el tour. Hasta este momento no nos habían ofrecido ni un vaso de agua.
Aguardamos y finalmente comenzamos la visita a la bodega Torreviejo, que estuvo bien acompañada.
Siendo las 12.00 el guía nos indicó que haríamos el almuerzo antes de la segunda visita. Al sentarnos a la mesa, personal del restaurante nos indicó que el servicio comenzaría recién a las 13.00, es decir una hora de espera, ya que "el pan estaba aún en el horno". No nos ofrecieron ninguna alternativa y sólo nos "invitaron" a levantarnos.
Inicio el reclamo a la encargada del restaurante, quien me indica que no era responsabilidad del restaurante si la agencia de Clos había extraviado nuestra reserva, no ofreciendo ninguna solución al problema salvo esperar una hora hasta el servicio.
Solicito hablar con el encargado de Clos. Le explico todo el problema, que fue escuchado amablemente y recibiendo el compromiso de que se nos compensaría por lo sucedido. Nos invitan a realizar la espera degustando un vino y algo para comer en la terraza.
Una vez sentados, la camarera trae el vino pero nada para comer (siendo 12.30). Luego de consultar si podían traer una tabla de quesos, nos indica el valor por persona del producto, demostrando no tener conocimiento alguno del compromiso recibido por el encargado de Clos.
A las 13.15, y no habiéndose acercado nadie del personal de Monteviejo, consulto si ya podemos pasar a almorzar.
El almuerzo estuvo bien, buena comida y vinos.
Si bien habíamos solicitado visita a Diamandes, nos enviaron a la bodega Cuvelier porque Diamandes ya estaba cerrada.
La degustación de vinos estuvo muy bien, vinos de muy buena calidad.
Aparentemente el problema es que Clos de los Siete y el restaurante Monteviejo pertenecen a dos empresas diferentes que tienen un evidente problema de comunicación.
El personal de Clos, a pesar de haber cometido un error con la reserva, hizo todo lo posible para compensar y resolver la situación.
Por otro lado, el personal de Monteviejo mostró una pésima disposición en todo momento.
Los vinos son excelentes.
Turismo y hospitalidad no cumplieron nuestras...
Read moreNosso tour pela vinícola Monteviejo foi uma experiência sensorial e artística, um passeio único e deslumbrante que se tornou ainda mais vibrante com a degustação dos vinhos produzidos com muito carinho e dedicação. Um passeio que recomendamos a todos que desejam uma imersão no Valle de Uco. O tour começa pela área externa onde podemos conhecer um pouco dos vinhedos e temos uma visão completa da propriedade de três andares que foi idealizada por uma das mulheres mais influentes no mundo do vinho, Catherine Péré-Vergé, falecida em 2013. A Monteviejo é hoje comandada por Marcello Pelleriti, um dos enólogos mais talentosos da Argentina e responsável por vinhos de alta pontuação nos veículos especializados mais importantes do mundo. O prédio é super bonito por fora e totalmente funcional na área interna, onde funciona um grande museu moderno detentor de prêmios importantes como o Great Wine Capitals Arts and Culture Award. O passeio é feito pelos corredores repletos de instalações e experimentações que nos envolvem em todos os sentidos, fomos surpreendidos com escritos, pinturas, esculturas, vídeos e sons. A linha de produção utiliza a gravidade para processar as uvas pelas diversas fases de elaboração, evitando assim o uso de bombas e gerando uma capacidade produtiva de 1,5 milhões de garrafas por ano. No topo da construção com 8.500 m² encontra-se o terraço e a vista para os 130 hectares de uma das paisagens vitivinícolas mais encantadoras no mundo. Neste momento é possível vislumbrar toda a grandiosidade da Clos de los Siete. Junto ao terraço encontra-se o Espaço Monteviejo Winery, um wine bar e loja de vinhos. Aqui pode-se comprar as garrafas que ficam entre AR$ 195,00 (cerca de R$ 40,00 em 05/2017) e AR$ 550,00 (cerca de R$ 115,00), ótimos preços se compararmos com os mesmos rótulos à venda no Brasil. Seguimos para a degustação onde experimentamos o Petite Fleur Torrontes, com aroma floral, acidez balanceada e final persistente, medalha de prata no Decanter World Wine Awards de 2016. O próximo vinho foi o Petite Fleur Blend, com evidentes notas olfativas dos minerais da região, violeta e taninos maduros, um vinho muito fácil de agradar, principalmente devido ao seu final frutado. Por último o Linda Flor Blend, um corte de Malbec e Syrah com muita personalidade, vermelho brilhante intenso, complexos aromas de ameixa, pimenta preta e noz moscada, final longo e suave na boca. Vinho com excelente relação custo-benefício, AR$ 550,00 na loja local. (cerca de R$ 115,00 em 05/2017) Dica final: Todos os verões a vinícola sedia um grande evento chamado Monteviejo Wine Rock, organizado pelo próprio Marcello, com apresentações de artistas e músicos de toda a Argentina e que já se consagrou como um dos eventos culturais mais...
Read more