Un oasis verde junto al mar La mañana en Necochea se levantó con un sol prometedor y una suave brisa costera, el preludio perfecto para el día que tenía planeado. Mi destino: el inmenso y fascinante Parque Miguel Lillo, un verdadero pulmón verde que abraza la ciudad y se extiende hasta casi tocar el mar. Desde el momento en que crucé sus límites, sentí cómo el bullicio de la ciudad se disipaba, reemplazado por el susurro del viento entre los pinos y el canto de los pájaros. La inmensidad del parque es algo que siempre me sorprende; sus senderos invitan a perderse, a explorar cada rincón. Decidí empezar por una larga caminata. Me adentré por las sendas arboladas, sintiendo la tierra blanda bajo mis pies y respirando el aroma fresco de la vegetación. Los bosques de coníferas se elevan majestuosos, creando túneles de sombra que eran un alivio del sol de mediodía. Me crucé con familias en bicicleta, parejas paseando de la mano y corredores disfrutando del aire puro. La energía del parque es contagiosa. Uno de los puntos que no quería perderme era el Jardín de Rocas. Es un lugar mágico, casi irreal. Las formaciones rocosas, algunas enormes y con formas caprichosas, se combinan con la vegetación autóctona y traída de otros lugares, creando un paisaje que parece sacado de otro mundo. Me tomé mi tiempo para admirar cada detalle, las pequeñas cascadas artificiales y los puentes que atraviesan los arroyuelos. Es un oasis de tranquilidad dentro del parque. Después de tanto caminar, era hora de un descanso. Busqué un lugar ideal para un picnic improvisado. El Parque Miguel Lillo ofrece infinidad de espacios perfectos para esto, bajo la sombra de un árbol o en una de sus tantas áreas abiertas. Disfruté de unos sándwiches mientras observaba a los niños jugar en los espacios verdes, y escuchaba el murmullo lejano del tren de la alegría, una de las atracciones más queridas por los pequeños. Por la tarde, me acerqué a la zona del Anfiteatro y el Lago de los Cisnes. Siempre hay algo de vida allí, patos nadando tranquilamente y, con suerte, algún cisne majestuoso deslizándose por el agua. La atmósfera es relajada y pintoresca, ideal para sentarse un rato y simplemente observar. Antes de que el sol comenzara a descender, decidí dirigirme hacia la zona de las dunas, cerca de la costa. Es increíble cómo el paisaje cambia del bosque denso a la arena dorada en tan poca distancia. Subí por una de las dunas más altas y me detuve a contemplar la inmensidad del océano Atlántico, el sonido de las olas rompiendo en la orilla era la banda sonora perfecta para el final del día. La vista desde allí es impresionante, una panorámica que abarca el verde del parque y el azul infinito del mar. Mi día en el Parque Miguel Lillo fue una recarga de energía y conexión con la naturaleza. Es un lugar que ofrece algo para todos: aventura, relax, belleza natural y un espacio para el esparcimiento familiar. Me fui con la sensación de haber explorado solo una parte de su grandeza, sabiendo que siempre habrá un nuevo sendero por descubrir o un rincón tranquilo para volver a visitar. Sin duda, una joya de Necochea que siempre vale la...
Read moreEl parque es enorme, su naturaleza bella y exuberante. Lamentablemente encontramos mucha basura que deja la gente. Juntamos todo lo que vimos y lo llevamos para descartarlo luego. No encontramos tachos de basura excepto en una esquina sobre la Av 10. Nos dió tristeza encontrar edificios y galpones abandonados, museos olvidados, pasarelas y galerías rotas, farolitos sin luz, jardines sin jardín... Infraestructura de algo que fué una vez y hoy no es nada. Si lo recorren en auto, cuidado que hay zonas muy cercanas a los médanos en los que sólo un 4x4 lo podría sortear, debido a la arena acumulada en el camino. El parque es como el corazón y pulmón de la ciudad, y aunque la gente lo aprovecha y mucho, lo vimos un poco abandonado. Ojalá pronto lo volvamos a ver en todo...
Read moreEs un parque hermoso y muy grande. Lindo para recorrer en bicicleta o caminar mucho. Está un tanto abandonado en cuanto a infraestructura desde lo municipal. Publicitan sectores del parque que en realidad no tienen "nada" y tienen todo el potencial para crear sectores turísticos, como el "jardín japonés" que es solo un Torii, y el "jardín de las piedras" que aparentemente es un corta viento de piedra mezclado con arboles. El lago de los cisnes es hermoso. Es una visita obligada que no puede faltar. Se puede pasear en botes a pedal por el lago y cuenta con una granja para visitar en el mismo predio. Hay un museo y un paseo de artesanos. Y hay restaurantes y cafeterías en los alrededores del parque. Está pegado a la playa. Muy recomendable para hacer uno o dos días...
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