Tirinto estuvo habitada desde el Neolítico (7º-4º milenio a.C.). A la Edad del Bronce temprana (tercer milenio a.C), pertenecen los restos arquitectónicos más antiguos. Pero su época de apogeo coincide con el de la civilización micénica, a partir del año 1600 a.C, y especialmente entre 1400-1200 a.C.

Como Troya y Micenas, fue excavada durante la segunda mitad del S.XIX por Heinrich Schliemann. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1999. Sus elementos más notables fueron su palacio, sus túneles o pasadizos y dos anillos de murallas ciclópeas, que le otorgaron a la ciudad el epíteto homérico de Tirinto, la de grandes murallas. Está en una colina baja, que algunos arqueólogos denominan la acrópolis (conocida como Licimna), que se diferencia de la zona habitada. La inclinación natural permite la formación de tres terrazas que llevó a edificar tres ciudadelas: la alta, la media y la baja.

El acceso principal es una rampa que obliga al atacante a mostrar el lado derecho, el contrario al del escudo, en una disposición que favorece la defensa de la entrada. En la ciudadela micénica residían los príncipes micénicos y sus allegados, mientras que los talleres y las viviendas de los artesanos se extendían al pie de la acrópolis, en una barriada que fue protegida en parte por la última ampliación de las fortificaciones, quedando un buen número de viviendas fuera de los muros, como también sucedió en Micenas. En la parte alta estaba el Palacio Real, sede del poder político, a tenor de lo descubierto. Tuvo tres fases diferentes de construcción: la primera hacia el año 1450 a.C., posteriormente ampliado en el S.XIV a.C y en el S.XIII a.C. Estaba defendido no solo por su doble muralla, sino que también estaba dispuesto para que se tuviese que transitar por un estrecho corredor formado por altos muros a ambos lados (aún hoy se ve el agujero por donde se cerraría la puerta de acceso), una serie de patios cerrados y atravesar dos puertas en forma de H (propileos) antes de alcanzar el pórtico abierto de entrada al mégaron. El famoso megaron del palacio de Tirinto es de forma rectangular, con un amplio vestíbulo, es la habitación principal en la que estuvo el trono, frente a la pared de la derecha; con una chimenea central rodeada de cuatro columnas de madera de estilo minoico que servían de soporte para el techo. Aquí fueron halladas pinturas al fresco que se encuentran expuestas en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Sobre el sector oriental del megaron hay un edificio pequeño que se cree que era un templo del periodo geométrico, el Templo de Heracon (con un altar en un círculo) pues se hallaron restos de ofrendas, que hoy se encuentran en el Museo de Nauplia.

La terraza media, que era el patio posterior del palacio, es la más pequeña de las tres y ocupa una superficie de cerca de 3.000 m2 frente a los 10.000 de la baja y los 7.000 de la alta. La inferior era una zona prácticamente desierta, destinada a acoger a la población civil en caso de guerra, que habitaba fuera de las murallas.

Las murallas constituyen uno de los mejores modelos de arquitectura militar de la época, con sus escaleras secretas, numerosas poternas, torres y bastiones, pasillos interiores y casamatas, formadas por falsas bóvedas, mediante la aproximación de hiladas de enormes bloques de piedra. El grosor de la muralla es variable, pero tiene un promedio de 7,30 mt. En la entrada principal, en el lado este de la ciudadela alta, la muralla tiene siete metros de altura en la fachada interior, pero se considera que es la altura mínima. El recinto tiene una longitud total de 350 metros. En la parte norte de las murallas hay un gran número de estancias cuya función, al igual que las galerías, podría haber sido de almacenaje o defensiva, donde los guardias descansaban. En la parte inferior de la acrópolis se encuentran accesos a pozos que suministraban agua. Fuera de las murallas hay restos de viviendas, construcciones funerarias y sistemas de canalización de las aguas.