Castillo del siglo XI construido por Ibn al Saliya, señor de Sumuntan, con la intención de servir de frontera a los territorios conquistados. Tras la reconquista, Fernando III y la Orden de Santiago modificarían el castillo, dándole la forma redondeada que hoy se aprecia. Para el que quiera visitarlo, debe saber que la visita es libre, pudiendo subir sus más de 200 escalones a cualquier hora del día. La subida es empinada y dura, y todo lo que subas después deberás bajarlo. Así, que si decides verlo, tómatelo con calma y elige un día fresquito y con poco sol, sino te será imposible llegar a él. Una vez que llegas a lo alto, tendrás una recompensa, tus ojos se deleitarán con un paisaje único del Parque Natural de Sierra Magina. El castillo tiene muchos recovecos, si subes recorrelo entero porque merece la pena, eso sí, ten mucho cuidado porque no hay ninguna seguridad y cualquier traspiés puede hacerte caer desde una altura considerable. Teniendo cuidado no debe pasar nada. No es aconsejable subir con niños, cualquier descuido puede salirte caro, ya sabemos que los niños son unos curiosos natos y hay muchas zonas peligrosas. A mí me ha encantado, aunque al día siguiente tenía agujetas en los gemelos de tanto subir y luego bajar escalones, pero sarna con gusto no pica. Sin duda, merece la pena visitarlo.