Experiencia épica y, si en buena medida irrepetible, vive Dios que volveremos.
Fuimos una mañana de sábado. Sábado santo, para más señas. Había visitantes, como ha de ser, y no pocos. Motivo de gozo y algarabía, rediez!
A la ilustre dama que nos facilitara las entradas desde una de las antediluvianas estancias del castillo, campechana de pro y con una bonhomía tan beatíficamente propia de aquellos lares que eleva el espíritu hasta su más espléndida versión, no le pude estampar un beso en la frente pero de buena gana lo hubiese hecho.
¿Y eso? Atente bonete que hete aquí la madre del cordero.
Nos aconsejó y nos recomendó lo mismo que te aconsejaré y te recomendaré yo a ti a continuación, que no es otra cosa que tomes la opción de la visita guiada si en tu mano estuviera. El que avisa no es traidor.
Así que a la tarde, nuevamente y bien pertrechados para la brisa fresca y primaveral allende el risco donde se encastra la imponente fortaleza, iniciamos la segunda escaramuza de la jornada.
Madre mía del amor hermoso, ahora sí que sí. Bajo el mando del maestre Susano Pablo, guía de excepción y muy erudito en la materia, con sus ojillos vivarachos y su bienaventurada mano izquierda para liderar una hueste heterogénea de narices como la que allí se dio, cada recoveco del santo castillo cobró vida propia para transportarnos, siempre de su manita, a un medievo apasionante, repleto de contraluces.
Fíjate si nos puso en situación que por un instante incluso creí divisar en el horizonte a toda la morisma habida y por haber, cabalgando hacia nosotros a toda leche, con afán de hostigarnos y sin ser conscientes de que, como justo pago a su atrevida osadía, recibirían lo suyo y lo de sus cuñados.
Fundamental e imperdible enclave para conocer nuestra historia, esa que late en nuestros corazones y corre por nuestras venas. Y si espectacular es el conjunto arquitectónico, no le va a la zaga el maravilloso grupo humano que trabaja cada día con ahínco para seguir sosteniendo, animando e impulsando sus pétreos muros como esforzados guardianes de la memoria.
Viva La Mancha y vivan los...
Read moreVergonzosa actitud de los trabajadores. Ayer 11 de Mayo, fuimos a visitar el Castillo con nuestros hijos y ya en el momento de sacar nuestros billetes el chico de la taquilla nos atendió con muy malas formas, sin ni siquiera contestando unas preguntas que le hicimos sobre la visita, parecía no tener ganas de estar trabajando. Empezamos nuestra visita y el castillo nos encantó, fue espectacular tiene unas vistas increíbles. Toda esta experiencia se acabó cuando nos disponíamos a salir ya que fuimos testigos de una situación dantesca que tuvieron que presenciar nuestros hijos pequeños. Este mismo trabajador junto a otro empleado estaban gritando e insultando a una pareja de seńores mayores que iban con un joven. Estos empleados Incluso intentaron agredir físicamente al seńor, gracias a que mi marido y otros visitantes pudieron reducirlo, FUE ESPANTOSO, nuestros nińos llorando y estas personas mayores con un ataque de nervios horrible. Todos los que estábamos presentes recriminamos la actitud a estos trabajadores y estos simplemente se dedicaron a decir con una sonrisa “todo el mundo fuera que es mi hora de comer”. Espero no volver a ser testigo de alguna situación igual, espero que los responsables tomen cartas en el asunto y cesen a...
Read moreVisita sorprendente a un recinto desconocido para la mayoría y de gran importancia en la historia de España. Se trata de un recinto fortificado atribuido a la Orden de Calatrava, orden religiosa y militar de suma importancia en la Edad Media. El castillo estuvo en uso desde 1217 hasta 1802 y nunca fue atacado, seguramente dada la ferocidad de su guarnición y su carácter infranqueable. El recinto, según nos explicó maravillosamente bien nuestro guía, Susano, consta de un convento y un castillo, este de tipo roquero dado que fue construido sobre y con la roca del cerro que corona. Entre sus murallas encontramos restos de oficios y artesanos, como molinos de sangre (aquellos tirados por animales), hornos de pan, hornos de cerámica, fraguas,…tambien contaba en la calle de los artesanos con una hospedería, de varias plantas de altura y que hoy en día no se conservan. Destacar tambien que los abrevaderos del recinto presentan restos de almagre, un invento árabe que permitía impermeabilizar las paredes; así como la mezcla de estilos en la crucería del convento con los llamados “nidos de golondrina”. La visita cuesta 4€ y merece la pena desviarse y subir por el camino de piedras (en coche se puede). Las vistas son...
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