La cueva de El Soplao se encuentra en la sierra de Arnedo. Es una cueva única en el mundo por la gran cantidad de formaciones geológicas que hay en su interior en forma de estalactitas y estalagmitas.
Son cuevas desarrolladas en un sistema kárstico cuyo origen se remonta a la era Mesozoica, hace unos 200 millones de años.
Las rocas sobre las que se desarrolla el karst que da lugar a la cueva datan del Mesozoico, concretamente del periodo Cretácico, hace unos 240 millones de años.
La cueva fue descubierta a mediados del siglo XIX, cuando la reina Isabel II autorizó la explotación de la mina para la extracción de minerales, como el zinc y el plomo, que eran exportados al norte de Europa.
La mina siguió funcionando hasta la década de 1970, cuando la extracción de estos minerales dejaron de tener rentabilidad.
La cueva de El Soplao tiene un enorme valor por su riqueza natural con una gran diversidad de estalactitas, estalagmitas, banderas y columnas de muy distintos tamaños y formas. Pero lo más impresionante de esta cueva son las estalactitas excéntricas. Las excéntricas son estalactitas que se desarrollan en cualquier dirección con formas inusuales que se asemejan a corales o a las raíces de un árbol. Se forman por capilaridad mediante el agua de lluvia filtrada en el terreno que arrastra sales de calcio, precipitando aleatoriamente en forma de carbonato de calcio y ramificando en pequeños brazos hacia los lados o incluso hacia arriba en contra de la ley de gravedad. Este tipo de estalactitas son una rareza geológica que en esta cueva se dan con una enorme profusión.
La cueva tiene casi 20 kilómetros de longitud, aunque tan solo unos 3 kilómetros están abiertos al público en general en la visita de aventuras. Sin embargo, la visita turística standard tiene poco más de un kilómetro de recorrido.
Tras pasar una especie de túnel se llega a una pequeña estación donde una recreación de un antiguo tren minero te lleva hasta una galería ya en la propia mina. Desde aquí el circuito se hace a pie a través de varias salas y galerías, algunas de ellas están inundadas con una lámina de agua.
Frente a la entrada hay un amplio parking bien señalizado. Hay, también, un restaurante y cafetería donde se come bastante bien. En el interior hay servicios y una tienda de recuerdos.
Mi baja puntuación se debe a la mala suerte que tuvimos con nuestro guía, Luis, que estuvo más interesado en hablar con un par de chicas que estaban en el grupo, que en dar las explicaciones sobre lo que íbamos viendo. Al principio estuvimos mucho tiempo observando las primeras salas con lo que los últimos tramos fuimos, literalmente, a la carrera ya que, según el guía, tenía que entrar otro grupo en unos minutos y nosotros debíamos salir al haberse acabado el tiempo de visita. Y esto ocurrió con algunas personas mayores a las que les costaba seguir el ritmo que marcaba el guía. Es decir, prácticamente, nos quedamos sin ver bien las últimas zonas de la cueva estando apenas unos segundos en la sala de la Opera, la más espectacular, con una gran cantidad de excéntricas.
Entiendo que la empresa que gestiona las visitas turísticas debería controlar más este tipo de actuaciones.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que la carretera de acceso a la cueva está cortada por obras, aunque el Google Maps no lo indica, con lo que te obliga a dar un gran rodeo. Si además has comprado las entradas por internet y llegas tarde, por este inconveniente, se niegan a cambiar el horario o devolver el dinero. Así que aconsejo comprar las entradas en las mismas taquillas de la cueva.
La visita guiada cuesta 14 euros/pax y tiene una duración de 55 minutos. Hay otra visita, de aventura, en la que se hace un recorrido de casi tres km. con un equipo de espeleología que te suministran ellos mismos y que dura unas dos horas y media.
Una cueva que realmente merece la pena visitar por sus impresionantes formaciones geológicas, algunas de ellas muy raras y casi únicas. Espero volver a visitarla de nuevo, aunque también espero que no sea con el mismo guía.