En el crepúsculo del dominio visigodo en la península ibérica, el aire se espesaba con rumores de traición y conspiraciones. El rey Rodrigo, sabiendo que su reino colgaba de un hilo, convocó a sus consejeros más leales en el enigmático sitio de Santa María de Melque, una estructura solitaria anidada en los Montes de Toledo. Allí, rodeado de antiguos muros que resonaban con ecos de un pasado glorioso, Rodrigo reveló su plan para salvaguardar un tesoro de inestimable valor, legado de generaciones de reyes visigodos.
Mientras tanto, al sur, en las tierras de Ceuta, el conde Julián, consumido por un rencor personal contra Rodrigo, fraguaba una alianza con Tariq ibn Ziyad, un comandante musulmán ambicioso y astuto. En una noche sin luna, Julián guió las naves de Tariq a través del estrecho de Gibraltar, entregando la llave de la península a los invasores. Las tropas de Tariq, con el fuego de la conquista en sus ojos, avanzaron rápidamente hacia el norte, arrasando con resistencias dispersas y sembrando el temor entre los pobladores.
Rodrigo, al recibir noticias del desembarco musulmán, se dirigió al Castillo de Montalbán, una fortaleza imponente que se erguía como guardián de los Montes de Toledo. Allí, esperaba reunir a sus fuerzas para un último y desesperado enfrentamiento. Sin embargo, antes de partir hacia la batalla, en las sombras de la noche, Rodrigo y un pequeño grupo de leales llevaron el tesoro desde Melque a través de un antiguo sendero oculto en el bosque, destinado a un lugar de descanso secreto que solo unos pocos conocían.
La Batalla de Guadalete selló el destino de Rodrigo y del reino visigodo. La leyenda cuenta que, mientras las hordas de Tariq celebraban su victoria, el tesoro de Rodrigo permanecía escondido, custodiado por los espíritus de los Montes de Toledo, en un lugar cuya ubicación exacta se perdió en las brumas del tiempo.
Años después, los ecos de aquel tesoro perdido resonaban en los corredores de Santa María de Melque y las murallas del Castillo de Montalbán. Aventureros, buscadores de tesoros y estudiosos trazaban mapas y descifraban antiguos manuscritos, esperando descubrir los secretos que Rodrigo había enterrado. Se rumoreaba que existía un sistema de túneles conectando Melque y Montalbán, una red subterránea donde el tesoro podría haber sido trasladado durante la confusión de la invasión.
Hoy, Santa María de Melque y el Castillo de Montalbán siguen en pie, monumentos misteriosos a una era de reyes y conquistadores, custodiando silenciosamente la historia y los secretos de un tesoro que quizás nunca sea encontrado, perdido en las leyendas y el polvo de los siglos.
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Nada de lo dicho anteriormente es real. Tan solo son unos parrafos de ficción, que salieron a borbotones de mi mente al conocer este enigmático y al mismo tiempo fascinante lugar. Una joya a poco mas de media hora de toledo. Merece mucho la pena. Imperdible tb...
Read moreel lugar es tranquilo y campestre, rodeado de olivos, almendros y bonitas vistas de típico paisaje castellano. No está saturado de turistas y los pueblos cercanos conservan su sabor árido y hermoso Toledano. El complejo de la ermita es precioso y lo van conservando como pueden, imagino que con poco presupuesto. Pisar el espacio de la ermita es mágico: siglo VII !!! Su historia, sus piedras, un verdadero viaje en el tiempo. La persona en información es muy amable y dispuesta.
The place is quiet and rural, surrounded by olive trees, almond trees and beautiful views of the typical Castilian landscape. It is not saturated with tourists and the nearby towns retain their arid and beautiful Toledo flavour. The hermitage complex is beautiful and they are preserving it as best they can, I imagine with a low budget. Stepping into the space of the hermitage is magical: 7th century!!!! Its history, its stones. The information person is very kind and willing. HIGHLY recommended to see it and travel...
Read moreUn lugar espectacular, en el que se agradece los esfuerzos realizados por la Diputación de Toledo por recuperarlo y ponerlo en valor. La ermita en si es una joya altomedieval, aunque aún se discute su origen entre el siglo VII o el VIII (ya tras la conquista musulmana y cuando muchos señores visigodos habían salvaguardado su territorio con pactos con los musulmanes), tras visitar la iglesia es imprescindible pasar por uno de los edificios aledaños donde está el centro de interpretación en el que es especial utilidad conocer su historia y sus distintas vicisitudes, desde monasterio visigodo, alquería árabe, iglesia fortificada (castillo) cristiano medieval y su último uso de ermita. El lugar está muy bien cuidado, incluso tienes un merendero techado. Todo muy limpio con baños e incluso máquina con bebidas frescas. Nosotros lo vimos en verano, sin nadie más que las dos atentas personas que lo cuidan, quizá sea más bonito disfrutar de su entorno en...
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