Una playa salvaje y más desconocida que otras de la zona. También más especial. Su acceso ya es por un camino de grava que termina en un pequeño parking o directamente se accede desde la Ruta Naviega que viene desde el bosque (nosotros llegamos desde el bosque, un entorno precioso con vegetación de cuento) y fuimos caminando por el caminito que termina justo donde comienzan las dunas de arena gris. En todo momento te piden que cuides el entorno, especialmente por ser zona protegida, y también que no deteriores ni pises las dunas. Hay varios carteles de atención. Después de llegar hay un camino de tablas de madera que baja directamente hasta la playa. Las vistas son maravillosas, tanto en la propia playa como si vuelves a seguir el camino de la Ruta Naviega y subes al Mirador: es una playa salvaje entre montañas y vegetación, con su arena volcánica y sus dunas. Y además, hay bastantes olas. A tener en cuenta que es una playa nudista preferentemente. Parece más tranquila que otras y ojalá no se masifique, pues su encanto natural...
Read moreLa playa, reserva natural, sin lugar a duda, la más espectacular en la que he estado. Una combinación de naturaleza, acantilados, cuevas, arena clara, agua transparente, y hasta una pizca de aventura para acceder a ella! Nosotros siempre hemos ido con nuestros perros. Normalmente los que llevamos a nuestros familiares de cuatro patas, nos solemos juntar en una zona, siempre con respeto hacia el resto de usuarios de la playa. Tiene dos accesos, uno es mediante una senda transitable y el otro mediante unas escaleras de vértigo! Echas de arena y madera, si no se tienen dificultades para la bajada, yo recomiendo sin duda las escaleras que bajan por el acantilado. Hay que tener en cuenta que en la entrada a la playa mediante las escaleras, hay que cruzar el río que desemboca en ésta playa, y si la marea ésta alta, no queda otra que meterte de lleno en el agua con las mochilas y niños en los brazos en alto, el agua nos llegaba por las axilas! Toda una aventura, que sin duda repetimos cada vez que...
Read moreExiste un lugar al que iría todos los días. Un lugar con escalones empinados y baranda de madera. Cuesta llegar, pero una vez allí el tiempo ya no importa. Iría todos los días, y esperaría a que el mar me dejase pasar. Si me dejara flotaría en sus aguas cristalinas, respirar, ser… Incorporarse y ver ese río a un costado, mezclando su dulce agua con la del mar. Ver esa flora verde imponente, que crece libre y robusta, llenándolo todo más allá de sus dunas. Ver el marco del monte a los lados con pinos altos que quieren tocar el cielo, que se cimbrean con la brisa y bailan. Y al otro costado las rocas con cuevas que asustan solo un poquito. Su arena es oscura, hay troncos y algas que desvelan su salvaje condición. Y allí me quedaría, recordando los juegos de mis niños en la orilla, viéndoles saltar las olas. Recreando las siestas tumbados en la arena templada, con los pies sintiendo su caricia. Existe un lugar al que iría todos los días, nunca cambies Barayo, mi...
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