Había una vez un peregrino llamado Juan que decidió emprender el Camino de Santiago en busca de algo que le diera sentido a su vida. Durante varios días caminó incansablemente, atravesando montañas, bosques y campos, hasta llegar a la subida a O Cebreiro, uno de los tramos más desafiantes del camino.
Juan estaba exhausto y cansado, su mente nublada y su espíritu algo desalentado. A medida que subía, la niebla se iba espesando cada vez más, envolviendo todo a su alrededor en una densa bruma. La visibilidad se reducía a pocos metros, haciendo que Juan se sintiera aún más perdido.
Sin embargo, en medio de aquel misterio brumoso, comenzó a percibir una tenue luz que parecía danzar entre las sombras. Intrigado, Juan se acercó lentamente hasta que pudo distinguir una figura luminosa en el camino. Era un ser de luz, con una suave aureola dorada que emanaba una paz y serenidad inimaginables.
El peregrino quedó maravillado ante aquel ser celestial, sin atreverse a moverse o hablar. La figura, con una voz dulce y serena, le dijo: "No temas, Juan. He venido a ti para mostrarte el verdadero significado de tu viaje". Juan, aturdido pero con el corazón abierto, escuchó con atención cada palabra que aquel ser le dijo.
El ser de luz le explicó que el Camino de Santiago era mucho más que una simple peregrinación física. Era un viaje interior, una oportunidad para encontrarse a uno mismo y para conectar con lo divino que habita en cada ser humano. Le recordó que la fe no se encuentra en un destino final, sino en cada paso que damos en el camino.
La presencia divina llenó el corazón de Juan de esperanza y fortaleza. Prometió que no se dejaría vencer por el cansancio o la niebla densa, sino que seguiría adelante con renovado ánimo y confianza en el propósito de su viaje.
Con el amanecer, la niebla se fue disipando y Juan continuó su ascenso hacia O Cebreiro. Aunque el camino aún presentaba desafíos, la visión del ser de luz lo acompañaba en cada paso. La experiencia transformadora le permitió comprender que, en su camino hacia Santiago, encontraría mucho más que la mera conquista de una meta física.
Juan siguió caminando con el corazón lleno de gratitud y una profunda conexión con lo divino. Años después, cuando recordaba aquella aparición, sabía que el ser de luz había cambiado su vida para siempre. Ahora, cada vez que compartía su historia con otros peregrinos, recordaba que en el Camino de Santiago, el mayor milagro no era llegar a la catedral, sino encontrarse a uno mismo en cada...
Read moreSiguiendo por el Camino de Santiago, apenas a un kilómetro de llegar al pueblo de O Cebreiro, se encuentra un hito de piedra de casi dos metros de altura que señala la entrada a Galicia, delimitando la frontera con la provincia de León y la comarca de El Bierzo a través de la sierra de los Ancares. En el hito están representados la Cruz de Santiago rodeada por el escudo de Galicia y otro escudo que alude al milagro del cáliz de O Cebreiro, cáliz que se encuentra en el santuario de Santa María a la entrada del pueblo. Lo peor que tiene este hito es que se encuentra bastante deteriorado por los múltiples grafitis y dibujos que ciertos "personajes" han ido pintando en él, y que, entiendo, las administraciones públicas deberían tener más limpio y cuidado al ser un símbolo para Galicia. Aún así, es casi una obligación de cualquier peregrino hacerse alguna foto que inmortalice el hecho de haber llegado hasta tierras gallegas tras haber atravesado buena parte de España y habiendo recorrido más de 600 kilómetros desde el sur de Francia. Muy cerca de este hito hay un mojón de piedra que indica el kilómetro 160,948, señalando la distancia y el total de kilómetros que nos queda por hacer hasta llegar a la catedral de Santiago de Compostela. Desde el pueblo de Las Herrerías son unos 7 kilómetros de fuerte subida por el puerto de O Cebreiro, con algunos tramos realmente duros, salvando un desnivel de unos 600 metros. Merece, sin embargo, la pena la caminata, por cuanto se realiza por un precioso camino, bien señalizado, que atraviesa el angosto valle del río Valcarce, rodeado de bosques de hayas, robles y castaños, y con unas espectaculares vistas sobre el valle a medida que vamos ascendiendo. A poco más de un kilómetro se encuentra O Cebreiro, una pequeña aldea con varios restaurantes y bares donde reponer fuerzas. En esta villa se pueden ver algunas pallozas, construcciones tradicionales de piedra y tejados vegetales, típicas de los Ancares leoneses y lucenses. Aunque, sin duda, la parada obligada en este pueblo es al santuario de Santa María la Real, una joya románica del siglo IX que se puede visitar gratuitamente y se encuentra en...
Read moreCómo sube la moral llegar a este mojón después de toda la subida desde Las Herrerías, especialmente del tramo hasta La Daba. Llama la atención que a partir de qué pidas suelo gallego el Camino está mucho mejor cuidado y señalizado. Deberían tomar nota en Castlla-León porque es una fuente de trabajo y riqueza para poblaciones que hasta hace muy poco tiempo estaban...
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