Casa rural que cuida los detalles. Empezando por la dueña, Elena, que te recibe el día que entras y te despide el día que te vas. Me parece un detalle muy bonito. Se nota lo que significa esta casa para ella, muy bonito que comparta con el cliente la historia de la casa y su familia, y el cariño y dedicación que ha puesto en la reforma y la decoración de la misma. Dice cómo es ella, y es que la casa es eso, una casa decorada con mimo y encanto y nada de un hotel en serie. Todas las habitaciones son diferentes y tiene cada una su encanto propio y decoradas con mucho gusto. Te reciben oliendo muy bien. Hasta las toallas huelen a limpio a desinfectadas, como sábanas y edredón. Son espaciosas, cómodas, en la que estuve con su propia terraza con mesita y sillas para sentarte. El salón común lo definiría con una palabra: acogedor. Como te gustaría que fuera el salón de tú casa, un espacio tranquilo para leer, ver la tv, escribir, y en cómodos sofás al calor de la estufa, de la que se ocupa Juan, el dueño, pendiente de echar un buen leño. Solo faltaba la mantita en el sofá, pero por el COVID no puede ser. Las medidas anti covid se cumplen muy bien, se ventila y limpian con ozono las habitaciones y hay gel hidroalcohólico por el salón. Los desayunos son en el salón, nada de desayuno buffet, desayunos más que correctos, con un poco de todo, abundantes y a buen precio. Mi rincón preferido: el patio. Con sofás comodísimos bajo un techo de madera donde poder leer a gusto, charlar, escuchar música, con el sonido de pájaros y la compañía de una pareja de colirrojos revoloteando alrededor y su nido. Aquí eché en falta en un rincón donde hay un enchufe, una máquina vending con agua, refresco y cafés para tomar a la tarde o noche, y por supuesto el poder disfrutar alli de una copa de vino que para eso está la casa en la tierra que está. No estaría mal algunas botellas de vino para que el cliente pudiera tomar un vino a las noches. También sería bueno tener 4 bicis para alquilar porque por los alrededores hay caminos por los que se puede pasear. El pueblo es pequeñito, tranquilo, hay 2-3 sitios donde poder picar y comer. Merece la pena subir hasta el barrio de las bodegas y ver aquello, y la vista desde allí arriba del pueblo y viñedos. Como también merece la pena dar un paseo hasta la ermita que está muy cerca. Y pasear por los viñedos alrededor del pueblo que hay muchisimos. En bici se pueden hacer rutas desde el mismo pueblo a otros pueblos cercanos. Hay muchos pueblos y bodegas muy cerca para visitar. Mi estancia en el Mirador de Eloísa lo resumiría como estupendo sitio donde te acogen muy bien, te tratan muy bien, no te sientes en un hotel en serie, todo es un regalo para la vista por lo bonito decorado que está, limpio, ordenado, acogedor y cálido. Tranquilo, para desconectar, lugar para disfrutar de la estancia, no solo para dormir. Gracias Elena y Juan, haceis un buen...
Read moreIf you want to see something done with great love - stay here! .
We were lucky enough to stay in this beautifully renovated, boutique hotel run by the beautiful Elena, as part of our honeymoon in September. From enquiry right through to our departure, we felt special.
A warm welcome from Elena sets the scene where you are taken into her Grandmother's home and given an insight into the history of not only the building but Elena's family.
Attention to detail from the decor to the breakfast where they kindly catered for my extensive list of dietary.
Elena and her husband lovingly take care of you throughout the stay from breakfast to ensuring your room is always ready and waiting for you after a big day of exploring the region.
Elena doesn't know it, but she is a huge inspiration to me - a strong woman, bravely bringing her dream to life and spreading kindness. Her grandmother would be very proud!
Thanks for being such a memorable part...
Read moreElena and Juan have turned their historic family home into a fresh, comfortable, contemporary b&b that was a delight to stay in. They were highly communicative, warm and friendly, and helpful before and during our stay, and we opted into the daily breakfast, which was delicious (jamon, cheese, toast, fruit, yogurt, cakes, coffee, etc.). Rodezno is tiny but delightful, from the playground at the edge of a vast and beautiful landscape to the local bar that served us pizza on our first night in town, and it was a good homebase for getting to wineries in the area and Haro (where we went to the grocery store - but where every restaurant we wanted to try happened to be closed). Stay here and you won't be...
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