Excellent place. In an elegant, wide-streeted mixed industrial and re-gentrifying area just to the south (Hipolito Yrigoyen is the first station on the train south from Constitución, where Subte C links with the impressive late Victorian overground station of the same name... it's a bit of a different clientele on the heavy trains, but it's all good. Make sure your train stops at Yrigoyen, or you'll have to come back from the next stop, which may shock the visitor a bit with its authenticity). El Puentecito claims descent from an colonial estate canteen from 1750 (before Rio de la Plata was even its own viceroyalty!). Spoilt for choice with the menu... rabbit, pickled tongue, frogs' legs, pastas, great salads - you can dictate how you want them dressed, which is a nice touch. I had caracoles a la burdelesa (snails in wine with pancetta and salami)... really incredible dish big enough for three, very enjoyable teasing them out of their shells. The jus was...
Read moreSo hard to rate this as the place is so lovely. 150 yrs old with beautiful traditional decor, lovely service and a big menu. We started with the rabas. Super fresh and perfectly delicious. I picked so wrong and went with the abadejo (pollock) for a nice white fish. It was inedible. So bad. Freezer burnt and even then cooked so poorly. So disappointed. Especially since my husbands asado was amazing and several folks around us has the gambas de ajo and they looked heavenly. Would definitely go back and try again for sure. But this time I would...
Read moreCuando eramos chiquitos, mis papas nos traian con bastante frecuencia a Puentecito porque la comida era tradicional, se podía compartir y siempre había lugar. Era un restaurante muy tradicional cerca de La Boca. Fuimos en familia hace muy poco y nose que tan bien representa esta versión de Puentecito con la conocí de chiquita. El mozo que nos atendió parecía no tener ganas de responder preguntas, ni sugerir platos del menú o mejores combinaciones. Era un mozo de raza, se sabía el menú de memoria, pero ese día quizás no tenía ganas de trabajar. No vino a chequear como estaba todo durante el almuerzo o levantar los platos que quedaban vacios. Nos pareció que el mozo estuvo flojo en su atención, que no tenía ganas de estar ahí. Las entradas y los platos dan para compartir aunque el mozo diga que no. A la paella le faltaba su sabor, el abadejo estaba bien pero le faltaba algo, las milanesas grandes y estándar en sabor, las rabas bien, y la provoleta bien. Sirven pan y queso antes de los platos. Las bebidas son todas en botella pequeña. Cobran un servicio de mesa por $400 por comensal, aun si hay niños menores de 12 años. El lugar en sí conserva la esencia de antes, está limpio, siempre se llena de gente pero la comida es como algo secundario. Pesa más el nombre que ofrecer un producto rico. Le pongo 3 estrellas porque la atención del mozo estuvo re floja y porque los platos aunque están bien les...
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