(Agosto '25) Una lástima que no pudimos ni sentarnos...por el mal trato que nos dieron al entrar. Es sabado mediodia pero en Capilla no camina casi nadie...poco movimiento en gral. Los lugares estan casi todos vacíos. Entramos y habia literal 4 personas sentadas (dos en una mesa de dos y dos en una mesa de cuatro!)...habia dos mesas grandes libres (que decian "reservado") y otras mesas libres simples sueltas. En gral vi que habia mucho espacio entre mesas, incluso podria haber mas. En fin...Eramos 4 personas adultas. Nos recibió una Sra en la puerta y de entrada nos preguntó si ibamos a comer...y sí, es bastante obvio, no?...es una cafetería y nuestra idea era pedir cafe y comer algo... Me miró y me dijo que igual tenia todo reservado, y si queriamos sentarnos afuera. Y siendo invierno, no daba para estar afuera. Eso tmb era obvio. Así que me dijo que se iba a fijar...fue al mostrador y volvió y me dijo que no, que no habia lugar. Le dije si me podia juntar dos mesas chicas para hacer una de cuatro ya que estaban libres y lugar habia de sobra, y me dijo "las mesas no se juntan". Y nos fuimos totalmente desconcertados por la mala atención. La verdad una decepción total, fuimos motivados por las buenas reseñas y salimos espantados. Insólito que siendo que el lugar estaba semi vacío, por mas que tuviera reservas, no quisiera unirme dos mesas teniendo 4 clientes dispuestos a consumir. La actitud de la Sra fue muy extraña como desconcertante...hasta se me sonrió diciendo que no...como sarcástica. Evidentemente o no tiene problemas de ventas...o elije a sus clientes cuando los ve llegar, discriminando al que no le gusta.
El lugar se veia precioso, bien ambientado y ordenado. Me dió pena no poder disfrutarlo con mi familia. Obviamente no volveremos ni a intentar. Es lamentable que un lugar tan lindo este atendido por gente con yna actitud tan despreciable hacia los clientes.
En la plaza, charlando con una vecina del pueblo, nos dijo que es algo que hace siempre, diciendole a la gente que tiene mesas reservadas asi se van. Será? Viendo las malas reseñas parece que no fuimos los unicos...
El pueblo estaba vacío, si quieren turismo rural, no espanten a los clientes e invitenlos a quedarse y volver...la verdad una pena que...
Read moreUna experiencia decepcionante, marcada por la falta de empatía
Hoy por la mañana visitamos este local para desayunar, motivados por las buenas reseñas en Google. Fuimos en familia: cinco adultos y un bebé de 7 meses.
Explicamos una situación muy específica y delicada: mi sobrino está atravesando un cuadro de alergia que le impide a la mamá consumir productos lácteos o cualquier cosa que haya estado en contacto con ellos. Por esa razón, mi cuñada llevó consigo una infusión que podía consumir con tranquilidad.
Pedimos cuatro desayunos completos del local, y aclaramos al mozo la situación, solicitando si podía hacer una excepción y permitir que ella tomara su infusión.
La respuesta fue que consultarían con la encargada. Minutos después, el mozo regresó con el pedido, pero también con una negativa: como el local vendía esa infusión, no estaba permitido que se consuma una traída desde afuera. Una decisión totalmente rígida y carente de empatía, que puso el foco en facturar una infusión antes que en entender una situación de salud que afecta a un bebé.
En ningún momento se buscó consumir sin pagar. Todo lo contrario: se pagaron cuatro desayunos completos. Y aun así, no se contempló la posibilidad de acompañar con sensibilidad y criterio una situación especial. Lo más frustrante es que siempre tuvimos la opción de levantarnos e irnos —algo que hubiera significado la pérdida de esas cuatro consumiciones para el local—, pero elegimos quedarnos porque la intención era disfrutar juntos de un buen momento.
Hemos frecuentado muchos otros locales ante situaciones similares, y en todos ellos primó la comprensión. Lamentamos que aquí haya sido lo contrario. Ojalá esta reseña sirva para reflexionar: no todo pasa por la caja. A veces, lo que queda en la memoria del cliente no es el café, sino cómo...
Read moreCapilla del Señor es una ciudad pequeña que no debe tener más de 10.000 habitantes, pero encontramos un lugar para almorzar que es muy recomendable: La Dominga. Desde todo punto de vista sorprende: la calidad, abundancia y presentación de los platos es digna del aplauso. La esmerada y cordial atención de todo el personal es otra de las notas distintivas. La decoración exquisita, la simplicidad y limpieza del local enseguida impacta al llegar. La relación calidad-precio merece destacarse. Pero hay un aspecto que avasalla a todos los demás: LOS BAÑOS. Es sabido desde siempre que la imagen brindada por los sanitarios nos da la pauta de la calidad del local y la “madera” de la que están hechos sus propietarios. Los baños nos explican cómo quieren a los comensales y por qué no son catalogados simplemente como clientes de paso. La decoración, perfección del acabado y la elección de los materiales utilizados en los sanitarios sólo es superada por la obsesiva PULCRITUD del ambiente. Si no fuera por la distancia desde Buenos Aires, pasaría a diario para pasar un grato momento. Chapeau !! PD: ah me olvidaba, no dejen de preguntar cuál es la clave...
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