Adiós, Enrique - 11/6/22
La verdad, no esperaba encontrar en La Plata un lugar así. No pensaba ir. Habíamos comido un asado, tomado, fumado… Estaba para irme a dormir. Encima, hacía un frío brutal. Pero había que salir: había venido un amigo de Mar del Plata, hacía mucho que no salía, y necesitaba un poco de distracción. Un poco de noche. Yo no, o no tanto, pero por un amigo uno deja todo. Así que salimos para Bye Henry. Ingresamos alrededor de la 1.20, no había cola y adentro ya estaba lleno de gente bailando. Empezamos bien, algo en mí se despertaba. Pedimos una botella de vodka en la barra de adelante, buena opción ya que nos íbamos a encontrar con algunos amigos más. Había una sola cajera y tardó un poco, pero comprar en botella nos permitió no volver por un tiempo. Avanzamos un poco hacia la mitad del lugar, donde estaban las mesas. Nos acomodamos ahí, estábamos un poco apretados pero bien: acostumbrado a Cortés, todo era un lujo. Sin embargo, nunca sacaron las mesas. Nunca. Y llega un momento de la noche en que uno necesita espacio. Soltarse, vio. Bailar. Las mesas están bien al principio, luego deberían sacarlas. Estábamos entrando en clima: tomando los primeros tragos y viendo qué nos deparaba la noche. Y la noche nos sonreía. Edades de 28 a 35 años, algunos grupos más chicos, otros más grandes. Excelente ambiente. Como es habitual en los boliches, 60% hombres y 40% mujeres. Para estar en La Plata, el lugar era bastante amplio. Muy buenas luces, muy buen sonido. La dj era la hermana de una amiga, pero yo me enteré después, no pueden acusarme de ser parcial. Supo combinar temones con el momento indicado, siempre subiendo hasta el momento de cierre. Para un viejito como yo, el momento de la nostalgia es importante, pero tampoco nos podemos quedar en el 2010, y la piba supo manejar el encuentro de generaciones. Siempre hablando de cachengue, ¿no? El que quiera otra cosa que vaya un viernes a Royce. Alrededor de las 2 tuvo lugar el único evento desafortunado. Estábamos todavía con la primera botella, buscando nuestro lugar. Y comenzó una especie de show de baile, con tres jóvenes y muy poca ropa. El problema no eran ellos (dos féminas y un muchacho), que bailaban bien y tenían cuerpos sabrosos: el problema era el lugar y el momento. El problema, de hecho, era el concepto mismo: nadie quería ver un show. Bromas aparte, el show es un poco anacrónico: me hizo acordar a “las chicas Speed”. Los que hayan ido a Ruta o a Block saben de qué hablo. Pero no fue tan grave. Inmediatamente nos ubicamos en lo que sería la pista, al lado del vip y de la barra del fondo. Ahí había más espacio: a pesar de que por momentos estuvo más lleno, nunca estuvo pasado de gente. Al menos en ese sector. Y la barra funcionaba bastante más rápido e iba menos gente, así que estábamos muy cómodos.
A las 5 yo no daba más. La culpa no es del boliche, al contrario. Estaba muerto (asado, vino, faso) pero mis amigos, el ambiente y la dj me empujaron a estirarla hasta las 6, cuando Bye Henry cerró y los de seguridad nos pidieron que vayamos saliendo, siempre con mucho respeto. Recordando viejas épocas, jugamos a ver quién era el último en salir, quién aguantaba hasta el final. No se sorprendan si les digo que fue mi amigo marplatense. En este momento de la noche, yo tenía una ventaja: ya había decidido irme a dormir. Eso me permitió observar las fuerzas de la manija luchando por llevarse a La Casona cuerpos desgastados, con responsabilidades, con culpas… Y triunfando. Me permitió observar cómo se arengaban entre sí, buscando en el otro fuerzas que cada uno no tenía. “Dale che, vamos que la seguimos en La Casona”. “¿Qué vamos a hacer sino, a dormir?” y otros argumentos que solo tienen algún de sentido un sábado a las 6 de la mañana. Creo que finalmente fueron. Yo me fui a dormir. En resumen: Muy bueno, un buen lugar para los que rondamos los 30 o más y nos gusta seguir saliendo. Un ambiente que se podía encontrar en Wild Hops de City Bell hasta que bajó drásticamente la media de edad. Esperemos que se sostenga lo más posible. 4,5...
Read moreQuería comunicarles que el viernes 25 de octubre por la noche, en la sucursal de Gonnet, sufrí una situación de discriminación por mi discapacidad por parte de un mozo, que se rió en mi cara mientras yo estaba con mis acompañantes.
Luego intentaron cobrar unas cervezas que habían ofrecido como disculpa, lo que me pareció una falta de respeto. El mozo finalmente pidió disculpas, pero considero que este hecho requiere una respuesta institucional y no solo personal.
Les pido una disculpa formal y que tomen medidas para que algo así no vuelva a suceder. En caso de no recibir respuesta, voy a presentar la denuncia ante la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) para que se investigue el hecho. Voy a pedir las grabaciones para ver cómo me miraron todos en la barra. Aprovecho para comentar que la atención en general es regular. La encargada no sabe manejar nada y es la que peor se portó. Me hicieron sentir HORRIBLE. No vuelvo más.
LA RESPUESTA QUE ME BRINDARON ES PEOR QUE LO SUCEDIDO.
Adjunto certificado de discapacidad (80%). Los voy a denunciar en ANDIS y voy a acercarme para que me den su respuesta en la cara.
SON UNOS MALEDUCADOS. Vean mi discapacidad, por si les queda...
Read moreFesteje ayer mi cumpleaños ahí, muy buena atención, muy rica la comida, el ambiente es hermoso. El único problema que tuvimos fue que para festejar mi cumpleaños se pedía una seña, la cual no congelaba el precio total. Al estar en el bar y cancelar el total de la reserva nos dicen en el mismo momento que el precio había aumentado. Me parece una falta de respeto que no me hayan avisado antes, ya que me enteré en el mismo momento y con toda la familia y amigos en el bar. No cuesta nada avisar a las reservas que el precio aumento en el momento que lo hacen y evitar que te lo digan estando ahí. Y supuestamente en el mensaje automático dice que si pagas la totalidad de la reserva, se congela el precio. Cosa que no es cierto ya que en el mensaje no dice nada al respecto y lo hubiera aprovechado si me lo hubieran dicho. A pesar de todo eso, muy bueno...
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