La Petite Pâtisserie — Restaurant in Resistencia

Great place to visit. Chef Christian can do magic working with flavors and ingredients. Azul, the waitress is helpful and talkative and can guide you through the many options on the menu from beef, local style, to pastas. A well balanced atmosphere completes the scene, check it out, you will love it. One point though, hours are a bit different, service begins at 21.00. they do nothing between midday and 15.00 the whole city comes to a stop due to high temperatures....

El restaurante ofrece una carta muy limitada, no incluye pastas. Para los vegetarianos es aún más limitada faltando más variedad, solo hay 3 platos que se pueden pedir. En nuestro caso pedimos 1 bife de chorizo que venía con papas, las papas estaban hechas con mucha anticipación, el punto del bife de chorizo era correcto. El otro plato que pedimos era una pizzetta, tenía excesivo queso azul y la masa estaba muy tostada por debajo y por lo tanto era dura al cortar, también al comer. La hamburguesa veggie es doble con medallón de acelga y avena, en cuanto al medallón estaba muy rico y con buena sazón, pero tenía excesiva rucula por lo que en partes era muy amarga. Las papas que traía la hamburguesa eran correctas. El último plato que se pidió era triple de lomo, que en cuanto a mi opinión tenía mucho plan, más específicamente 5 capas de pan, entre las capas no tenía mucho relleno por lo que da la sensación de estar comiendo mucho pan (cosa que es verdad por las 5 capas). En cuanto a precios aconsejo venir los jueves, que tienen 40% de descuento en mesas de 4 personas o más. Los protocolos del covid son escasos, no nos pusieron alcohol ni nos midieron la temperatura al ingresar, como tampoco había alcohol...

Almorcé en “La Petite” un mediodía chaqueño, buscando algo rico, quizás algo pequeño. Pero lo que encontré, lo juro por el quebracho, fue un menú tan confuso como un truco borracho.

Un buffet sin sentido, sin alma ni guía, platos que parecían sacados de alquimia. Eran dos opciones, o tal vez eran tres, ninguna sabía bien qué demonios es.

¿Una pasta? ¿Un guiso? ¿Un revuelto sin fe? La moza dudó y me dijo: "Ni idea, monsieur." Todo tenía gusto a nada, textura de error, un carnaval de ingredientes sin ningún sabor.

Y el postre... ¡ay, el postre! incluido, sí señor, pero era más misterioso que un yaguareté cantor. Budines tristes, cremas sin color, una mesa dulce con cero esplendor.

Y el precio, querido, fue lo más gourmet: una cuenta tan alta que me sentí en un chalet. Por ese almuerzo absurdo, sin un plato fiel, pagué como si hubiese comido en el Ritz de papel.

En fin, “La Petite” será de París en el nombre, pero en Chaco, hermano, eso no se esconde. Es la peor fusión, un festín sin compás: ni tenedor libre ni fonda... solo un...