n la esquina de las calles Don Segundo Sombra y Zapiola levanta sus paredes descascaradas una casa de altos. Esta esquina tiene muchos años de construida. En el almacén de comestibles y bebidas, solían encontrarse los paisanos y la gente de campo que venían al pueblo para proveerse y hacer diligencias a la casa cerealista, la tienda, el médico, el banco. Allí «paraba» Don Segundo Ramírez, el gaucho que después fue personaje de la novela de Ricardo Güiraldes. Hoy en día continúa siendo lugar de encuentro y tiene una larga historia de personajes típicos de los pueblos de campo.
El Boliche de Bessonart, bar histórico de San Antonio de Areco
El Boliche de Bessonart tiene más de 200 años. De perfil inclinado como la Torre de Pisa - desde afuera puede verse la curvatura de la pared -, su revoque de época, su techo original y sus dos salones resisten el paso del tiempo.
Ginebra, caña, vino de damajuana o cerveza de litro. Como a principios de siglo, parroquianos y también turistas, llegan desde la mañana para clavarse un trago y seguir con el trajín diario, que puede ser campero y exigido, o el de ver pasar la vida frente a un mostrador o una mesa con amigos de siempre. Sólo unos pocos toman café.
El Boliche de Bessonart resiste con toda la escenografía intacta de paisanos acodados en la barra frente a estanterías de época con botellas prehistóricas y heladeras de madera ¡qué andan!
Según el horario llegan parroquianos o familias a comer la picada criolla con queso de campo, salame y jamón crudo, o las empanadas. El Fernet con Pepsi es distintivo, casi una marca registrada. Se sirve más de la mitad de la gaseosa de botella de vidrio en el vaso de trago largo y el resto de ésta se rellena con Fernet que tiene que ser Branca. Entonces se mezcla el líquido de la botella y se sirve un poco del cóctel. Y después otro. “Al final son casi dos vasos”, se ufana Augusto Bessonart, el dueño del lugar.
Por la tarde, los turistas toman mate cocido con pastelitos o alfajores de la chocolatería arequense La Olla de Cobre; los fines de semana por la noche llegan los jóvenes. Lugar de culto, nadie que pase por Areco puede dejar de conocer lo de Bessonart, donde Augusto y su hermana atienden con calidez y hospitalidad sincera. ¡En los días de desfile, los gauchos llegan a caballo para...
Read moreLlegamos al lugar 21:30hs aprox. Estaba lleno entonces la camarera nos ofrece esperar en la barra hasta q se desocupe alguna mesa, nos pedimos unos aperitivos para empezar .. después de un rato se empezó a hacer más fila de gente para entrar, en eso vemos que se levantan dos personas de una mesa , nosotros esperando a que nos llamen las camareras para ubicarnos y derrepente una pareja que recién entraba va y se sienta, a lo q le decimos a la chica de la caja que se habían mandado estás dos personas, la chica se disculpa y me dice que no se dio cuenta , y la vd que eso deberían tenerlo en cuenta, en ese aspecto le doy un punto menos, ya que las camareras las veía muy enquilombadas y corrían de aquí para allá y quizá eso hacia que sea medio malo el servicio, respecto a la comida super ricas las empanadas, la picada para uno , la comimos entre dos, el pan super rico.. en general el lugar es muy pintoresco bien de la época , estaba copado.. el baño medio pelo . diría para la próxima llegar temprano así...
Read moreEntrar a ésta edificación emblemática de más de 150 años es como realizar un viaje en el tiempo. Su fachada inclinada y sus paredes de ladrillos mal acomodados supieron ver con frecuencia a Segundo Ramirez (Don Segundo Sombra) y Ricardo Güiraldes. Incluso Carlos Gardel no pudo resistir la tentación de pasar por el boliche al visitar la estancia La Porteña. Este boliche de parada obligatoria para los criollos del lugar fue un almacén de ramos generales y epicentro de la vida arequera. Hoy El boliche de Bessonart sigue conservando el encanto de hace más de 150 años, como si el tiempo caprichoso se hubiera detenido en su interior. Sus paredes llenas de fotos de paisanos y Arequeros de antaño invitan a recorrerlo de punta a punta apreciando cada detalle del lugar.
En sus mesas del interior o en su vereda se puede disfrutar de un acotado pero acertadísimo menú bolichero. Las empanadas de cordero son un imperdible del lugar.
Se puede pagar en efectivo o con...
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