Hay quienes creen que salir a desayunar es una forma de consentirse. Otros lo toman como un ritual de fin de semana, una ceremonia de pan y mimos, un altar donde el café debe llegar caliente y el huevo… bueno, el huevo debe estar volteado tierno. Es decir: sellado por ambos lados, sin baba, pero con la yema líquida. Tan simple como una plegaria matinal, y al parecer, igual de incomprendida.
Llegamos a este restaurante — cuya ubicación parece seleccionada con un generador aleatorio de coordenadas GPS— con la esperanza de encontrar ese oasis matutino cerca de casa. Lo hallamos, sí, cercano. Pero como suele pasar con lo cercano, uno a veces preferiría la distancia.
La primera sorpresa: el estacionamiento. Uno esperaría que en un lugar tan escondido como el talento de su chef, al menos pudiera uno dejar el auto sin participar en una gincana urbana. Pero no: valet obligatorio si no te importa entregar tu carro como tributo, o suerte si prefieres manejar tú. Curiosamente, la calle estaba abarrotada de autos… y el restaurante, vacío. Ni al 40%. Algo no cuadraba, como esos lugares que venden “ropa de diseñador” y huelen a incienso y desesperación.
Entramos. Nadie nos recibe. Un mesero, al vernos con cara de GPS emocional recalculando, se acerca con la pregunta existencial: —¿Buscan lugar? “No, venimos por unas sandalias Nike”, pensé, mientras sonreía con esa condescendencia que uno se reserva para los tíos que reparten volantes en los cruceros.
El lugar es bonito, eso sí. Muchas plantas, espacios con encanto, zonas techadas y sin techar. Una estética boho-chic que da para selfies y filtros cálidos. Pero uno no desayuna con el follaje. Se viene a comer. Y aquí, amigos míos, comienza el descenso.
Dos personas, dos platillos, dos bebidas: $700.00. Apenas por debajo del precio de un desayuno en los mejores lugares de Guadalajara, pero con una calidad que haría sonrojar a una fonda de esquina. Pedí chilaquiles con huevo estrellado; mi pareja, un lonchesito… que bien podría haberse llamado “el sándwich de la austeridad”. Tan pequeño que le terminé compartiendo de mis chilaquiles, no por generosidad sino por compasión.
Y luego, los chilaquiles. Ah, los chilaquiles… una tragedia griega en forma de tortilla. Totopos aguados pero secos, como si hubieran sido rescatados de una guerra civil. Salsa escasa, sin alma, sin fuego, sin poesía. De sabor espeluznante, como si alguien hubiera intentado rehacer la receta de la abuela, pero usando Google Translate y odio reprimido.
El huevo… ese fue el clímax del drama. Tres veces lo regresé. Tres. Porque el chef —ese enigma humano con mandil— no entendía el concepto de “volteado tierno”. Una técnica tan elemental que debería enseñarse junto con el abecedario: cocer ambos lados del huevo sin dejar la yema seca, logrando que esta conserve su centro líquido sin derramarse en el sartén. Pero no. Según el chef, “si lo volteo se rompe la yema”. ¿Perdón? Eso es como si un arquitecto dijera que no puede construir un techo porque “las tejas se caen”. Hermano, si no puedes voltear un huevo, tal vez deberías voltear de carrera.
La atención, eso sí, amable. Correcta. Nada fuera de lo común, como ese amigo que siempre te felicita en tu cumpleaños pero nunca te invita a su fiesta. Están, pero no se sienten.
¿Volver? Tal vez. Porque el masoquismo gastronómico es parte de la experiencia de los amantes de la comida. A veces uno regresa no por la esperanza, sino por la duda: ¿será que ese día simplemente se alinearon todos los astros en mi contra?
Mi consejo: si decides ir, hazlo con expectativas por el suelo. Así, si todo es malo, al menos no te decepcionas. Y si resulta bueno… bueno, entonces habrás vivido el milagro: un huevo volteado tierno y una sonrisa que no es...
Read moreTomamos la decisión de celebrar el Bridal Shower de mi hermana y desde la comunicación con el personal para coordinar el evento fue muy mala, esa debió ser la primera red flag, pero decidimos continuar con ellos porque anteriormente habíamos ido a desayunar ahí nos parecía buen lugar. Para empezar, poder tener comunicación con ellos era casi imposible, no nos contestaban, 3 días antes del evento resulta que no tenían agendado el evento aun cuando ya se había hecho la trasferencia TOTAL, cabe recalcar que se rentó un área privada para 60 personas. El día del evento la atención fue medianamente mala, había solo 2 meseros para atender el evento y todo llegaba tarde y frio, transcurrido el día llega el novio con mariachi a quererle dar una sorpresa a la novia y NO lo dejaron entrar, con la excusa de que el mariachi era considerado algo corriente, la señora que estaba junto con la hostess y el manager fue exageradamente grosera, incluso me dijo que no sabia que clase de persona era yo para querer llevar un mariachi a tocar 3 canciones a su establecimiento, cuando nosotros rentamos un área PRIVADA y en el restaurante había solo 2 mesas ocupadas. Haciéndoles saber que solo solicitábamos incluso UNA CANCION a cambio del mal servicio que habían ofrecido. Al final no logramos nada, le tuvimos que pedir a todas las invitadas que nos acompañarán a la calle a poder darle la sorpresa. Las 60 personas tuvieron que salir del establecimiento! y ahí no acaba la historia, como parte del paquete que ofrecían para el evento, incluía una mimosa para cada invitada, las decidieron servir cuando mas de la mitad de las invitadas ya se habían ido, por lo cual sobraron 40 mimosas. Nos preguntaron que hacíamos por el resto, molestas les pedimos que nos las pusieran para llevar y nos dicen que NO se puede salir del establecimiento con bebidas alcohólicas, entonces les preguntamos si ya las tenias hechas y nos dicen que NO, entonces les pedimos nos lo descuenten de la cuenta porque no se sirvieron debido a la mala organización, nos dicen que no se puede porque ya se había pagado el evento completo y que a aparte teníamos que dar $5,000.00 pesos para el servicio, lo cual se había acordado con anticipación; les pedimos que se descontará del servicio y otra vez nos dijeron que NO!
como restaurante esta lindo el ambiente al igual que la comida, pero no les recomiendo en lo absoluto contratarlos para un evento privado, ahórrense...
Read moreThis is a nice place with a large breakfast menu. The food was good, as well as the coffee. The place has beautiful outdoor spots to sit on both sides of a nursery. I'm deducting one star because they have the most expensive coffee for the size of the cup in all of Guadalajara. We go to many coffee houses throughout the area including Zapopan and if you're going to charge 75 pesos for a latte, the price should be lower or the cup much bigger. The United States has the same price, but bigger cups. We will try the place again since we moved very close to it. All in all it was a good experience. There is street parking in front...
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