Le daría 1 estrella pero hay algunos aspectos que rescatan la experiencia.

Al llegar lo reciben a uno amablemente, considero que es mala la distribución del lugar y las mesas, algunos objetos decorativos estorban en los pasillos (lámparas colgantes). La vista al parque Nacional ayuda a percibir un ambiente agradable.

El servicio no es bueno, tardan en atender, los meseros olvidan lo que uno ordena. La mesa sucia al llegar, pido que la limpien y me rocían las piernas con el atomizador, algo incómodo.

Pedimos guacamole de entrada y da lástima como lo presentan, la porción es muy poca. Es una mínientrada. Los platillos algunos buenos, pero deben tener cuidado al elegir, uno de ellos sin chiste, pues en el menú dice "trucha" y no medallón de trucha salmonada, (la porción me pareció pequeña) estuve por devolverlo pero los demás comensales parecían satisfechos con su elección y no quise incomodarlos. Ni hablar de la presentación y guarniciones, la ensaladita parecía rica, pero con muy poco aguacate y el arroz de color extraño, no parecía blanco, sin sabor, creí era verde pero solo un arroz insípido. Mis acompañantes también pidieron trucha y al parecer quedaron satisfechos, ellos si recibieron la trucha completa.

Se anuncia como un sitio donde sirven todos los platillos con aguacate, no logran plasmarlo en los platillos, por los precios deberían esforzarse un poco, no lo recomiendo, una cocina simplona, platillos nada extraordinarios.