Fonda Doña Rosita es de esos lugares que te hacen sentir como en casa desde el primer momento. El servicio es rápido, amable y personalizado, lo que suma mucho a la experiencia.
El sazón es inigualable, con ese toque casero que hace que cada bocado se sienta reconfortante. Optamos por el menú de comida corrida, una opción bien equilibrada y con muy buen sabor, pero también ofrecen gorditas y quesadillas con una variedad de guisados que vale la pena explorar.
Quizá el espacio no sea muy grande, pero no hace falta. La calidez del lugar y la calidad de la comida hacen que la experiencia sea más que satisfactoria. Sin duda, un sitio recomendable para disfrutar de un auténtico...
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