Es una muy buena opción para disfrutar de un excelente paisaje rural con la opción gastronómica de un restaurante de muy alto nivel, es recomendable reservar y probar, incluso a ciegas, asesorados por el propio personal.
Sin duda, son uno de sus fuertes, muy agradable, nos explicaron los platos, la carta, los productos, etc., incluso el cocinero vino a preguntarnos que nos pareciera lo que probamos, se nota que les gusta lo que hacen, algo que se refleja en el resultado.
Ya centrándonos en la comida, nos ofrecieron un menú degustación y una carta, está contaba con entrantes, ensaladas, marisco, pescado, carne y huevos, más adelante comentaré porque solo uno de los comensales probó uno de los platos al combinarlo con el menú.
Obviamente optamos por el menú, principalmente porque una amiga nos lo recomendó. De mis platos y de los de mis acompañantes que probé, se podría resaltar la presentación muy cuidada, las porciones generosas, sin ser excesivamente abundantes y que los productos son de una calidad excepcional con materia prima de la zona y con una presentación cuidada.
De los 7 primeros y 8 segundos a elegir, yo me decanté por la Oreja con trigueros y huevo a baja temperatura y de segundo costilla de selecta picantita. La oreja estaba muy bien preparada, adobada con pimentón, sal y un huevo que siguiendo la recomendación del camarero al romper fue una suculenta salsa, con el pan, no pude resistirme a dejar el plato limpio. Después de ese espectacular primero, nos ofrecieron de entremés y como abrebocas al plato principal, una empanada de carne con masa de maíz, simple, con todo el sabor tradicional de un relleno típico de la auténtica empanada gallega y la sofisticación de una masa crujiente. Bueno ya en este punto poco se podía mejorar, o eso creía yo, pero al llegar las costillas selectas acompañada de patatas panaderas con la salsa picantilla que al tocarlas se despegaba del hueso simplemente con el tenedor, fue otro punto de clímax en la experiencia, si hasta aquí tuviera que reseñar algo negativo, sería que es prácticamente imposible parar de comer, todo era muy apetecible.
Puede que sea por lo rico que estaba todo o por curiosidad, pero probé otros platos, entre los primeros había unas castañas Amarelante guisadas con Shiitake Trives que a pesar de no gustarme mucho las castaña, me pareció una apuesta segura para una próxima oportunidad. También pedimos pasta con salsa de nécora, no la probé, pero quien lo hizo la describió como muy buena. De los otros platos principales, que si probé, estaban las costillas de jabalí guisadas, que increíblemente se desasían en la boca sin el sabor fuerte característico de este y por último, como todo lo demás, un jarrete al Mencía que tambien se deshacía de lo tierno, con la salsa incitante a usar el pan.
Todo esto lo acompañamos de un buen Godello como lo es un Adega Vella, vino de la Ribera Sacra.
Para continuar y preparando el desenlace, nos sirvieron un pepostre que consistía en un helado con textura suave de frutos del bosque, muy refrescante y con mucho sabor, se percibían los sabores perfectamente de las frutas. Continuamos con el postre y como no soy muy amante de estos, al no ser, de los que siempre como, casi cometo el error de dejarlo pasar, pero menos mal que no lo hice, este se llamaba tarta imperial, era una tarta que consistía en un bizcocho flambeado y relleno de crema pastelera. Por ultimo nos sirvieron unas orejas de carnaval con el café, fue otra presentación diferente a lo convencional y acertada, como todo.
Se que esta reseña es muy larga, pero siempre que voy a un restaurante como este, me siento en la obligación de tomarme mi tiempo en hacer la reseña y aquí no sería la excepción, así que una visita segura si se está...
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