No soy nuevo en el mundo de la gastronomía ni tampoco en el mundo particular del Postero, ya que con esta debe de ser la quinta vez que vengo, así que esta es mi opinión:

Se nota que hay buenos mimbres en esa cocina, ya que salen airosos de platos que son complejos (pastela...), y también ofrecen alguna cosa un poco más original de lo normal (fajitas de bacalao...), pero también adolece de algunos fallos que cuesta pasar por alto como los nachos más desganados que jamás he probado o unas imperdonables patatas fritas congeladas. No se entiende, porque cuesta muy poco corregirlos.

El ambiente es insuperable y quizá por eso volvemos, pero he aquí lo peor del lugar: el servicio. Potencial cliente, si me está leyendo se lo digo sin rodeos: como haya un par de mesas de más, el servicio será nefasto. No solo lo he comprobado en varias ocasiones, sino que los comensales que me acompañaban han destacado lo mismo: falta de organización, platos que llegan a cuenta gotas y sin orden lógico, todos agobiados y con prisas, comandas que se olvidan, malas contestaciones del servicio, y una actitud un tanto sobrada de este último, como si poniéndote la comida en la mesa te estuvieran haciendo un favor o algo así.

Seguramente a quien mande aquí le importe un pepino todo esto porque clientes no le van a faltar. Es la magia de la escasez de competencia. Yo ya no le doy más oportunidades, porque para que me traten mal mejor me voy a urgencias o a una delegación de hacienda y me sale más barato.