Después de años visitando este restaurante y tenerlo como parada obligatoria cada vez que pasábamos cerca, hemos decidido que no volveremos. Llamamos para reservar con antelación por qué, nuestra idea era ponerle el broche de oro a nuestras vacaciones comiendo allí. Al llegar nos pusieron en una mesa y al rato nos pidieron que nos cambiáramos por qué se habían confundido con la reserva y " que esa no era nuestra mesa" accedimos sin problema alguno. Cuando nos vinieron a tomar nota, pedimos lo de siempre zamburiñas, pulpo a la brasa y arroz con bogavante. Entonces fue cuando llegó el momento de la mayor decepción, el arroz por encargo y nos informa del pescado fresco del día y de los "precios". Procedemos a decirles que no se nos había informado al realizar la reserva y que en no se informaba de ello en ningún lado, ni web ni nada. Nos dice que han cambiado de dueños y que es lo que hay nos da dos segundos para pensarlo y pedimos chuletillas de cordero. Llegan las zamburiñas y están bien correctas. Llega el pulpo a la "brasa" que de brasa había visto entre poco y nada, gomoso y de cantidad escasa. Eso sí de alioli y salsa rosa como para tres raciones más de pulpo de esas. Esperamos un rato y nos traen las chuletillas, que estaban correctas también nada destacables, no eran de palo. Nos ofrecen postre al de un rato largo y les decimos que no nos apetece nada más por que no nos apetecía estar esperando más tiempo y que nos traigan la cuenta. Pedimos 3 o 4 veces la cuenta y que nos cobrarán. Después de media hora nos levantamos y fuimos a pagar a la barra comentando nuestra disconformidad. Con tantos ratos de espera que tuvimos, nos dimos cuenta de que la decepción entre comensales era la misma que la de nosotros. Todos íbamos a por sus famosos arroces y todos terminamos decepcionados. Los precios de los pescados x kilo bailaban de mesa en mesa. Cubiteras que pasaban de mesa a mesa sin cambiar el agua, ni los hielos, ni el trapo que había sido usado por anteriores comensales. Detalles en los que te fijas cuando tienes demasia tiempo de espera entre platos... Es una pena tener este pensamiento de un lugar donde has disfrutado tanto. Lo único que ha ido a más es el precio. Espero...
Read moreHacía tiempo que no habíamos venido a este restaurante en el que siempre hemos comido fenomenal, no sé si han cambiado de dueños o qué ha pasado pero hoy la experiencia ha sido muy desagradable. Hemod comido una mesa en la terraza esquinera. Nos ha extrañado desde el principio que nos hayan tardado en sacar las bebidas y el pan, nos han sacado previamente un aperitivo que era ensaladilla rusa que la verdad estaba muy rica y se ha agradecido, después unas navajas que estaban correctas, y de principal un arroz caldoso de marisco que eran cosas nadando en caldo y poco arroz, pero lo peor han sido las 25 moscas que nos han arruinado la comida. Ha sido verdaderamente asqueroso!! Nos han visto los esfuerzos que hacíamos por ahuyentar las moscas que estaban molestándonos sin cesar: poner una bolsa de papel que teníamos en el carrito de niño encima de la paellera, apartarla a una mesa colindante de uso de los camareros...han hecho caso omiso a echarnos una mano o ofrecernos una opción de cambio para poder comer aunque había mesas dentro y fuera libres, se lo hemos comentado que nos estaban comiendo las moscas, que es lo que tiene el campo nos ha contestado la señora que parecía la jefa! Con todo el morro, sin hacer nada al respecto. Se lo he vuelto a comentar a uno de los que parecía el encargado al pagar en la barra, sin montar el espectáculo ni arruinar al resto la comida que parecía tener alguna mosca rondando pero no lo que hemos padecido nosotros, y con pedir disculpas listo, parece que el problema está solucionado. Ten un poco de clase e invita al helado del crío o a las bebidas que era agua y un kas naranja, que no era ni vino... Después del ascazo que hemos pasado, con un crío de 3 años además ten un poco de cortesía.
Una pena pero no volveremos jamás, un buen hostelero tiene que adaptarse a lo que pasa y cuidar al cliente cuando ve que no está disfrutando, por razones de fuerza mayor.
Pena no haber sacado una foto para que se viese de que gran número de...
Read moreLa Posada de Isla: un rincón sabroso con alma marinera (y una carta de vinos que da alegría)
Si te apetece comer bien en un lugar de interior con encanto, La Posada de Isla es una apuesta segura. El local es bonito, cuidado al detalle, y tiene ese aire acogedor que te hace sentir en buenas manos desde que entras.
El dueño-camarero (sí, ese combo que a veces sale muy bien) conoce el producto como si lo hubiera pescado él mismo, y eso se nota: habla de sus platos con pasión y confianza. Las elaboraciones, por su parte, están bien hechas, sabrosas y honestas. Aquí no hay florituras innecesarias, sino sabor del bueno.
El pescado es, sin duda, la estrella del menú. Fresco, bien cocinado y tratado con respeto. Ahora bien, si te tientan las gambas rojas, un aviso: deliciosas, sí… pero el precio se sube un poquito a la parra. Te las comes encantado, pero la cartera sufre un poquito.
En el terreno de los arroces, el caldoso de bogavante cumple: sabroso, con fondo rico y ese toque de mar que reconforta. Pero aquí va un deseo de comensal con antojo: ¡alguna opción de arroz seco no vendría nada mal! Que no todo el mundo quiere cuchareo, oiga.
De postre, la torrija. Rica, dulce, bien hecha… aunque no está entre esas que te hacen cerrar los ojos y decir “madre mía”. Buena, sin duda, pero no inolvidable.
¿Y el vino? Ah, la carta de vinos es un festival. Larga, variada, con opciones para todos los gustos y bolsillos. Si eres de los que disfrutan el maridaje como parte de la experiencia, aquí te lo vas a pasar en grande.
En resumen: un sitio con encanto, bien llevado, donde se come pescado de calidad y se bebe aún mejor. Algún precio por ajustar y algún arroz por reinventar, pero con todo, saldrás contento y con...
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