En el corazón de Boñar, donde las montañas leonesas susurran historias al viento, se alza La Praillona, un refugio gastronómico que honra las recetas ancestrales con pasión y autenticidad. Desde 1991, este restaurante familiar ha sido custodio de los sabores tradicionales de la Montaña Leonesa, ofreciendo platos que evocan la calidez del hogar y la riqueza de la tierra. Un festín de tradición y sabor. La carta de La Praillona es un homenaje a la cocina de antaño, con especialidades como la fabada argollana, servida todos los sábados, y el cocido argollano, protagonista de los domingos. Platos como las manos de cerdo a la Praillona, la chanfaina pastoril y la morcilla leonesa reflejan el compromiso del restaurante con la autenticidad culinaria. Además, la oferta se enriquece con creaciones modernas y sugerencias de temporada, como el milhojas de morcilla con manzana reineta y el revuelto de oricios y algas. Una atención que abraza. La experiencia en La Praillona se ve realzada por la calidez y profesionalismo de su equipo. Clientes han destacado la amabilidad y atención de las camareras, quienes brindan un servicio cercano y eficiente, haciendo que cada visita sea memorable. Ambiente acogedor en plena naturaleza. Con una terraza que permite disfrutar de las vistas y el aire puro de la montaña, La Praillona ofrece un entorno ideal para degustar sus delicias culinarias. El restaurante también cuenta con un comedor cálido y acogedor, donde la decoración rústica y el ambiente familiar invitan a relajarse y disfrutar de una buena comida. Una experiencia gastronómica completa Ya sea optando por el menú del día, que ofrece una excelente relación calidad-precio, o explorando la variada carta, comer en La Praillona es una experiencia que deleita los sentidos y celebra la riqueza de la cocina leonesa. Para más información y reservas, puedes visitar su sitio web oficial: lapraillona.es. En La Praillona, cada plato es una historia, cada bocado un viaje al...
Read moreEstuve hoy en su último servicio (cierran por jubilación). He tenido el placer de comer en La Praillona tantas veces en los últimos treinta años que, probablemente, sea el restaurante que más veces he visitado. Con clientes, familiares o en pareja, en tres décadas diferentes. Nunca he comido mal, ni siquiera medio normal, ni un borrón en todo este tiempo. No se me ocurre un mejor piropo.
Un negocio familiar, con exquisito producto, con respeto por la tradición y a la vez capaces de actualizar carta e ingredientes sin perder esencia; con platos excelentes que saben a tiempo bien empleado en los fogones, a cariño y experiencia. Platos que saben a verdad.
Un lugar donde empaparse de la verdadera gastronomía de la montaña oriental leonesa y sus buques insignias: desde el cocido argollano, el auténtico pollo de corral o la carne tratada con respeto. Pero sin perder de vista el mar (de hecho, su pulpo con ese puré de patata inolvidable del que nunca nos quisieron dar la receta o su bonito con tomate son sublimes).
La Praillona es uno de esos lugares de una Hostelería (sí, con mayúsculas) que ya casi no se encuentra. Donde el respeto por la cocina y bodega honesta van acompañados de detalles que no son menores: desde los cubiertos adecuados, manteles de los de antes, que se ofrezcan a limpiarte un lenguado como mandan los cánones o esos vinos dulces que obsequian con el postre. Clase, amor por la profesión y ausencia de chabacanerías varías que tanto se están extendiendo.
Que tantos comensales que me acompañaron en estos años todavía me recuerden ese solomillo o es bacalao tan rico que se comía en tu pueblo es porque lo que en la Praillona se hace, llega.
Hemos disfrutado de un lujo durante muchos años: tener un lugar referente en la provincia (y fuera de ella) que echaremos tanto de menos como merecen. No olvidaremos a esa buena paisana que dirigió la cocina desde el principio. Por tantos placeres compartidos, muchas gracias y...
Read moreEn el corazón de Boñar, rodeado de los paisajes majestuosos de la montaña oriental leonesa, se encuentra La Praillona, un restaurante que aúna lo mejor de la cocina casera con el espíritu acogedor de la tierra. Porque comer aquí no es solo saciar el hambre: es saborear naturaleza, tradición y autenticidad.
La montaña leonesa, con sus cumbres que rozan el cielo, sus bosques frondosos y su aire puro, imprime carácter. Y ese carácter se nota en cada plato. La carta de La Praillona es amplia y variada, con opciones para todos los gustos, pero con un hilo común: el sabor a cocina de verdad, hecha con mimo y productos de calidad.
Entre semana ofrecen menú del día o carta, lo que lo convierte en una opción flexible tanto para un alto en el camino como para una comida especial. Nosotros comenzamos con unas croquetas caseras y una espectacular crema de queso de Valdeón con paté de cecina, dos entrantes que ya por sí solos merecen la visita. De principales, nos decidimos por manitas de cerdo y solomillo, ambos platos sabrosos, tiernos y con ese punto casero que reconcilia con la cocina de siempre.
El personal es atento, cercano y amable, haciendo que la experiencia sea aún más agradable. En cuanto al precio, se mueve en un rango medio, más que razonable para la calidad y cantidad de los platos.
En definitiva, la Praillona es uno de esos sitios que no solo se disfrutan, sino que se recuerdan. Buena comida, entorno inmejorable y trato...
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