EL PODER DEL MARKETING
Vinyes de Lilith es un precioso espacio enogastronómico ubicado en la plana del Penedès, al sur de Vilafranca del Penedès. Se trata de una bodega de vinos ubicada en un oasis verde de viñedos, rodeado de asfalto, catenarias y hormigón, de la autopista AP7, las vías del AVE y la N-340.
Es una bodega habilitada como muchas otras de la región como espacio de ocio; música, gastronomía y vinos. Una apuesta muy acertada en ese entorno tan bello en cualquier estación del año, excepto en invierno, ya que la caída de las hojas de la viña, dejan ver con facilidad las infraestructuras viarias llevadas a cabo por ingenieros de gobiernos sin escrúpulos.
A nivel arquitectónico, un notable alto; una casa pairal típica del Penedès de siglos pasados, restaurada y puesta a punto con mucho gusto, gracias a los detalles del interiorismo contemporáneo. Quizás habilitar más espacios con sombra sería una buena sugerencia, ya que en verano, a las 14:00 horas en el exterior y en pleno sol, fácilmente éste puede pasar factura.
Hasta este punto, todo perfecto. La carta de vinos, de su propia cosecha. Pedimos una botella de tinto joven coupage Tempranillo y Sumoll. Un vino más que correcto, servido en mesa por 12 euros. Nada que objetar, todo lo contrario, se debe destacar.
El problema aparece en el servicio y la apuesta gastronómica. De primero, pedimos ensalada de burrata, ya que en las redes, pude ver un plato muy harmónico y apetecible. Pero como bien dice el título de esta reseña, el marketing sobre valora la realidad. Un minúsculo plato con 20 gramos de lechuga, tres tomates cherry y una burrata bastante grande, eso si. Todo lo anterior sazonado en aceite de oliva SIN virgen extra. Un plato desequilibrado en aromas y sabores a un precio desproporcionado.
Continuamos con unas patatas al estilo bravas. Si, bastante cantidad y buena presentación, pero de bravas, nada. No se puede criticar, no hablan de bravas en ningún momento. Pero cuando la forma geométrica de éstas y el topping coincide con las tradicionales bravas, esperas algo similar: grasa, picante y sal, mucha sal. Estas patatas, son patatas de bolsa para microondas, cocinadas al vapor en su propio embase. Nada que objetar, muy lícito. Pero ese tipo de patatas y cocción, necesitan punch en sabor para que sean aceptables mínimamente. Pues no, una mayo sin sabor, una especie de ketchup sin sabor y una aromática verde demasiado dulce. ¿La sal? Inexistente.
Continuamos con una tapa de berenjena y hummus. Una berejena cocinada al horno, sin gracia y amarga, tirada en medio de un caldo de hummus extremadamente básico. Una apuesta sin sentido; garbanzos cocidos de bote con berenjena cocida al horno y ya. Sin sal también, quiero entender que se había acabado ese día, ya que el sitio estaba lleno de gente. Mucha de ésta, comentando cosas similares a las que yo reseño.
Pedimos varias raciones de pan, teníamos hambre, debido a la larga espera en el servicio. El pan llegó una vez acabamos de comer. Un pan de nueces muy rico, laminado en 7-8 mm de grosor y pasado de tostado. Ultra cara la ración. 4 láminas de menos de 10 gramos por lámina, 3 euros. Sale a más de 25 euros el kg de pan…
El postre, una porción de tarta de chocolate, aparentemente hecha a mano por la cocina del restaurante. Muy normal, nada destacable. El café, que es de especialidad, muy bueno. El precio, por las nubes, no lo vale actualmente.
En mi opinión, deben plantear llevar a cabo una mejora considerable en el servicio, en la carta gastronómica, en quien gestiona la cocina y en otros muchos aspectos. Honestamente, Veo difícil cambios, ya que en las redes, funcionan fantásticamente bien y eso atrae a clientes. Aparentemente, todo es genial, pero la realidad es distinta. Deseo que recale mi reseña en los propietarios como una crítica constructiva / objetiva y espero volver en un tiempo y comprobar dichos cambios.
Destacar nuevamente el vino, muy correcto a un precio muy competitivo, a diferencia de la carta...
Read moreVinyes de Lilith es el segundo de los restaurantes gestionados por los hermanos Alonso (cuyo nombre comercial es «grupo Sagaz»). Sin embargo, los que hayan visitado el primer restaurante, la Cantina Viladellops, no encontrarán en absoluto “más de lo mismo”: aunque el modelo es el mismo (una masía situada en mitad de unas viñas junto a una bodega, y los vinos de la carta son de esa misma bodega), ahí termina la semejanza.
Para llegar hay que ir por la N-340 (en dirección sur desde Vilafranca, en dirección norte desde el Vendrell), tomar la salida hacia Sant Marçal y, una vez en las carreteras comarcales, segunda rotonda a la derecha (siguiendo hacia Sant Marçal) y después un camino agrícola a la izquierda señalizado con un pequeño cartel del restaurante; en general el GPS nos llevará sin problemas.
La masía tiene un patio de acceso que nos lleva al edificio principal; por el camino podemos ver una terracita lateral, unas mesas al aire libre, y una pequeña zona cubierta pero abierta al exterior donde uno puede arrellanarse en el sofá y relajarse tomando “la copa de después”. Pero no nos precipitemos: estamos todavía en el edificio principal, que tiene una zona totalmente interior y otra “híbrida”, donde las mesas están al aire libre pero resguardadas del sol y la lluvia por un toldo y por la propia pared exterior.
La decoración interior es moderna y desenfadada, pero cálida y acogedora gracias al uso de madera e incluso cuerda. El techo original del edificio deja a la vista las vigas, aunque discretamente pintadas de color madera.
La carta tiene las opciones justas para poder elegir con libertad pero sin vernos abrumados por un sinfín de opciones: unas bravas deliciosas (ojo: distintas de las de Viladellops; el chef Jairo Alonso no ha caído en la trampa fácil de repetir receta), tarrina de paté de foie casero, tartar de salmón, croquetas, jamón ibérico, canelón de rustido al estilo de Jairo… En cuanto a los segundos, predominan las carnes aunque también hay pescado: roast beef de vaca, solomillo ibérico, arroz de bacalao, cola de rape… Hay que decir que tanto los entrantes como los principales tienen siempre un toque de innovación y exotismo: el tartar se sirve con quinoa y chips de yuca, la ensalada lleva mayonesa de kimchi coreano sobre un crujiente de plátano macho, el filete de cerdo lleva chutney de manzana… Todos los platos llevan algo que los hace especiales y deliciosos. Los postres, aunque un poco más clásicos, también excelentes: sorbete de frambuesa, tarta tatín de manzana, crema catalana… aunque hay que decir que también tienen su toque especial, como el mango en escabeche con sorbete de lima, o la mousse de moras.
En cuanto al servicio, irreprochable, como es la marca del grupo. Rápidos, amables y dispuestos a aconsejar o resolver dudas en todo momento. Un diez para ellos también.
¡Y me olvidaba de los vinos! Malum Pecati, La Vinyeta… en resumen, los de la bodega Emendís, que es a quien pertenecen las viñas que rodean el restaurante.
Resumiendo: un sitio muy recomendable para, más que comer, disfrutar de la comida. Sin lugar a...
Read moreA hidden gem in the heart of Penedès – Catalan cuisine at its finest
This place is an absolute treasure. Tucked away in the heart of the Penedès region, it offers a truly exceptional experience for those who appreciate the richness of Catalan cuisine. Every dish is crafted with care, creativity, and respect for tradition—delicatessen-level quality that will satisfy even the most demanding palates.
The setting is charming and peaceful, the kind of place where time slows down and you can truly savor each bite. The service? Impeccable. Attentive, warm, and professional—without being overbearing.
They serve their own wines, being producers themselves. While the wines are correct and enjoyable, the real highlight here is the food and the overall experience. This is not just a meal, it’s a window into what the Penedès region has to offer: quality, authenticity, and passion.
Highly recommended if you want to taste the true...
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