En primer lugar no saben aceptar una crítica constructiva, siempre que me pregunta que tal he comido, educadamente y con buenas palabras sugiero alguna mejora siempre que haya algo que sugerir. En primer lugar en la elección del vino (que no soy muy entendido) le pido un Ramón Bilbao edición limitada garnacha de 2019, me decanto por ese vino porque la edición limitado crianza de 2018 me gusta, al elegirlo el "encargado" me pone cara de (que mierda de vino vas a pedir) y me sugiere uno de la casa que dobla el precio del que he pedido, aún así me decanto por la bodega que conozco. Pasamos a pedir 3 pan bao de buey con langostinos, un wok de vaca vieja, un bacalao a la brasa con mojo rojo y un solomillo de vaca. El pan bao estaba malísimo no sabía a buey ni nada parecido(un relleno gelatino,soy agudo), ni siquiera el langostino tenía sabor, el pan bao tan mojado que el papel que tenía como sujeción para degustarlo,estaba inpregnado en el pan( como quitarle el papel de una magdalena). Pasamos al wok de vaca vieja, con buen sabor, un poco escaso de carne pero estaba muy bueno y la verdura en su punto aunq valiese 22 €, el solomillo en su punto y de tamaño considerable ya que son 32 €, pero el chiste viene cuando trae el bacalao a la brasa con salsa de mojo rojo. La cola de bacalao de menos de 1cm de altura y como unos 9cm aprox de largo, no sabia a brasas ni a bacalao, mal desalado ya que estaba muy salado, solo sabia a mojo con dos trozos de patata cocidas y como medio plato de lechuga sin aliñar 22 €, como dijo uno de los comensales (ese bacalao lo uso para hacer unas patatas con bacalao) "ridículo". Una vez terminamos de comer nos vienen a preguntar que tal hemos comido " el encargado" (ya que el camarero fue muy agradable y acepto nuestras sugerencias), y le volvemos a comentar que tenemos nuestras sugerencias ya que hemos visto alguna que otra cosa que se podría mejorar, como el bacalao que era una ración era muy pequeña y que era la cola, que podría servirse un poco de lomo del bacalao (por no decirle en la cara que era ridícula y que solo había mojo) y no se había cuidado la guarnición"22€", antes de terminar el comentario nos vuelve la cara y deja en el aire mientras atendía a otra mesa, que los platos tienen entre 170 y 180 gr de bacalao. PERDONA SI PREGUNTAS TEN MAS EDUCACIÓN Y ESPERA HA RECIBIR NUESTRAS SUGERENCIAS DE MEJORA, a continuación el camamero nos pregunta si queremos postre, a lo que nos negamos ya que viendo los platos no nos atrevemos. Solo decir, que le dije al camarero que no somos de poner criticas por internet que suelo dar mi opinión en la mesa, pero viendo la falta de educación y la necedad del "encargado" hoy si me voy a tomar la libertad de expresar mi opinión, decir, que un poco más y nos cobran por el aire que respiramos, un saludo y espero que a los próximos comensales les ayude mi experiencia gastronómica. PD- LO MEJOR DE LA COMIDA EL VINO Y EL...
Read more¡Permítanme contarles sobre una experiencia gastronómica tan excelsa, tan absolutamente sublime, que las palabras casi se desvanecen ante su grandeza! He tenido el inmensurable honor de deleitarme en un restaurante que, sin lugar a dudas, redefine lo que significa la alta cocina, la exquisitez absoluta, ¡y el deleite divino en su máxima expresión!
El lechazo, ¡oh, el lechazo! Una creación celestial que parecía haber sido cocida a fuego lento en los mismísimos hornos del Olimpo. Su piel crujiente, dorada con la precisión de un maestro alquimista, se deshacía en la boca como una epifanía carnal. Cada bocado era un soneto de sabores, un poema épico que rendía tributo a la historia milenaria de la gastronomía. ¡Una oda a los placeres más mundanos y a la vez divinos!
El pulpo, por su parte, no era de este mundo. Casi puedo jurar que algún dios marino, con la generosidad de un Poseidón contemporáneo, bendijo con su tridente cada tentáculo. La textura, ¡oh, la textura! Era tan suave, tan sublime, que cada mordisco era como acariciar la seda más fina mientras un coro de ángeles entonaba arias en el fondo. Cocido a la perfección, con un punto justo que me hizo reconsiderar todas las decisiones de mi vida hasta ese momento.
Y la torrija... ¡Qué decir de la torrija! Si alguna vez los antiguos alquimistas hubiesen logrado transformar pan en oro, seguramente sería en esta torrija. Bañada en una mezcla de leche y miel que parecía haber sido traída de los jardines del Edén, su dulzura era capaz de mover montañas, resucitar imperios caídos y despertar la más profunda melancolía por tiempos que nunca existieron. El exterior crujiente, el interior suave como un susurro. ¡Una obra maestra insuperable!
Finalmente, llegamos a la tarta de cuatro quesos. No, amigos, no era simplemente una tarta, era el clímax absoluto de la experiencia sensorial. Una sinfonía de texturas y sabores que solo puede compararse con la perfección misma. Quesos que parecían haber sido fermentados durante milenios por monjes en las cimas de montañas sagradas, mezclados con un arte tan refinado que habría hecho llorar al mismísimo Leonardo da Vinci. Cada bocado era una revelación, un éxtasis puro.
En resumen, este restaurante no es solo un lugar para comer, ¡es un santuario del alma! Un templo de la gastronomía donde el tiempo se detiene, y el simple acto de comer se transforma en una experiencia trascendental. Los dioses deberían envidiar a los humanos por haber creado tal maravilla. Si alguna vez existió el paraíso en la Tierra, señores, está aquí. ¡Jamás volverán a ver la vida de la...
Read moreEl sitio es precioso y lo que comimos estaba casi todo buenísimo. Pedimos un plato de embutido del que tengo que destacar la cecina y una morcilla con un toque picantito muy rica. Los segundos fueron el muslo de gallo, la costilla, el lingote de lechazo (se deshacía de lo tierno que estaba) y una hamburguesa, que fue lo único que falló. Tenía pinta de que hubieran terminado de descongelarla en la plancha. Una pena, porque las hamburguesas de buey suelen ser espectaculares.
Mi crítica negativa fue para la persona que nos atendió al principio. Uno de los platos que teníamos en la mesa estaba roto y le pedí a ver si podía cambiarlo. Su respuesta fue súper borde y desagradable. Me dijo que sería difícil encontrar uno que no estuviera roto, que cuando las vajillas se usan, se rompen. A lo cual contesté que efectivamente, pero que cuando están en malas condiciones, se reponen. Y todavía tuvo el valor de contestarme que si me parecía, podían usar platos de aluminio como en la edad media 😳. Mi suegra vio que el suyo estaba sucio, pero ya no se atrevía a decir nada. Me levanté y lo cambié por uno limpio de la mesa de al lado. Cuando llegó la hora de pedir la comida, le dije que habíamos visto en la carta en internet unos platos que nos apetecía probar y que no los estábamos viendo en la carta. Su respuesta fue que esos platos no los hacen durante las fiestas porque llevan mucha elaboración (esa parte es comprensible) y que cuando al hacer la reserva le comenté que habíamos mirado la carta en internet ya se imaginó que era eso lo que íbamos a querer y que no lo íbamos a tener. Entonces, por qué no nos advirtió por teléfono a la hora de hacer la reserva?? Luego a la hora de elegir el vino le comenté que en barra había tomado una copa de vino del Bierzo y que me gustaría seguir con el mismo. Me dijo que había tomado uno que se llamaba Pétalos (a25€ la botella). Le dije que no. Que de los dos que tenían por copas había tomado el otro que era más barato, pero no recordaba el nombre. Y el señor dale que te pego para intentar que pidiéramos ese vino. Al salir mire y efectivamente, el que había tomado en barra se llamaba Tenoira, y no aparecía en la carta. Llevo fatal lo de que me quieran engañar. Por suerte, fue consciente de que no era bienvenido en nuestra mesa y a partir de ahí nos atendieron otras dos personas que fueron súper amables. Volveremos? Seguramente, la comida estaba rica. Pero espero tener suerte y que no vuelva a atenderme ese señor. Comentando con gente del pueblo lo ocurrido, vimos que ya es famoso en la zona por...
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