Un restaurante que en manos de un gran cocinero ofrece platos que quedan para siempre en la memoria: producto y fuego; sabor y esencia. El restaurante El Vermut, en la Pobla de Vallbona, es de esos lugares que se convierten en referencia desde la primera visita. Un espacio acogedor, con un ambiente cercano y una propuesta gastronómica que sorprende por su equilibrio entre tradición y creatividad. La clave está, sin duda, en la mano de su cocinero, Paco Santamaria Selva, quien consigue dar un sello muy personal a cada plato. Su cocina parte del producto de proximidad y de recetas mediterráneas, pero siempre con un toque diferente que las eleva a otro nivel. Se nota la pasión y el cuidado en cada detalle, tanto en la presentación como en los sabores, que resultan intensos y auténticos. La carta ofrece tapas y raciones para compartir, perfectas para quienes disfrutan de una comida relajada entre amigos. Destacan las croquetas caseras, los calamares y las carnes, siempre en su punto justo. También sorprenden las propuestas de temporada, con ingredientes frescos que cambian según el mercado. El vermut, como no podía ser de otra manera, merece mención aparte: bien servido, con acompañamiento, y convertido casi en un ritual de bienvenida. El servicio es atento y rápido, con un equipo que sabe recomendar y explicar los platos con conocimiento y simpatía. El ambiente del local es informal pero cuidado, ideal tanto para una comida en familia como para una cena más animada. La relación calidad-precio es excelente, lo que hace que siempre apetezca volver. Otro atractivo es el lugar, una antigua casa valenciana, con sus tres crujía y patio trasero, restaurada con cuidado y respeto que otorga personalidad al restaurante. Este se encuentra además en el corazón de la antigua Pobla de Vallbona medieval. Una ciudad ortogonal de Nueva creación tras la conquista cristiana de Jaume I. Ese trazado urbano aún es visible en la morfología de las calles aledañas al restaurante. Destacaría sus carnes a la brasa, mejillones, pero sobre todo su corvina, un sabor que...
Read moreCuando en un restaurante cobran 50 euros por comer deben justificarlo minimamente, ese es el problema de algunos lugares como este. Este restaurante tiene una ambientación rústica agradable, para gustos colores, pero nada más que justifique el precio, para pasar al comedor atraviesas la zona de descanso del personal y facturación lo que da una imagen algo desastrada. A partir de ahí flojea para el precio que cobran, como ejemplo de lo que no pueden hacer en un lugar que cobra 50 euros: la carta es un simple folio fotocopiado (no sé si manoseado o lo cambian cada día), la cerveza dos botellines dejados caer en la mesa, sin más servicio y sin cristalería propia ni apropiada, entrantes, tanto fríos como calientes, pasados de sal. Es dificil hacer de unas simples setas a la plancha un plato incomestible, pues lo consiguen. Llegamos al plato principal algo expectantes y... el mismo desengaño, un pescado, bueno en origen, pero pasado de plancha lo que lo dejó seco, y como no aligeran con ninguna guarnición o salsa la sequedad volvieron a hacer del plato estrella, un plato estrellado. Unos postres buenos y... poco más (excepto tener que levantarnos para pedir la cuenta y que nos trajesen un licor que sirvieron congelado y estaba en la misma línea del resto, mal servido y mal presentado siendo bueno en origen). En resumen, dos botellines de cerveza de marca, tres entrantes pasados de sal, un pescado pasado de plancha, unos postres buenos .... todo por el módico precio de 50 euros Ya hemos ido, lo hemos probado para no repetir.
Unicamente añadir que la respuesta del cocinero a esta reseña, lo único que demuestra es la soberbia y mala educación del personaje, con ínfulas de chef, y está a la altura del bar...
Read moreUn restaurante con productos de excelente calidad. La entrada al restaurante no está muy bien indicada, hasta que no estás casi delante no ves el gran cartel, sólo ves un pequeño cartel de una marca de cerveza. Una vez dentro, se respira un ambiente a casa de pueblo cuidada y resaltando sus muros de piedra natural. Una estufa de gas butano caldea la estancia del comedor. La carta está muy bien surtida de platos para todos los gustos. Tras degustar de entrante las alcachofas fermentadas con salsa Ras al hannut y calamar de playa con alioli negro y mojo picón se despierta nuestra curiosidad para saber si el plato principal estará a la altura de los entrantes, y efectivamente, no sólo está a la altura, sino que lo sobrepasa con creces ya que el chuletón de rubia gallega madurado summun al punto, está realmente delicioso. Ahora es el turno de los postres, ¿nos continuará sorprendiendo gratamente?, no, ha fallado el punto de dulzor de la calabaza con chocolate ya que tras 2 horas de horneado para el caramelizado de los azucares, no ha funcionado ya que la calabaza no era de buena calidad (en referencia a cantidad de azucares). Toda esta comida la disfrutamos con sangría realmente deliciosa. Tengo que volver para probar sus arroces que según he leído,...
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