Hola, Soy tony y dany, acompañado de David Gutiérrez Rodríguez , venimos de mallorca para probar este restaurante. Aqui voy: Crítica: Venta al Pinar – o como perder la vergüenza y el respeto en una sola comida
Si alguna vez te has preguntado cómo sería comer en un sitio donde la empatía brilla por su ausencia, Venta al Pinar es tu destino ideal. Eso sí, lleva expectativas bajas... pajás! ya sabes, o mejor aún, ¡déjalas en casa junto con el respeto que ellos se olvidaron de ofrecer!
Desde que llegas, ya sabes que algo huele mal... y no, no es el queso curado. Es la atención al cliente, o quizás algún trabajador🤦♂️🤦♂️. Si vas en silla de ruedas o tienes cualquier necesidad especial, prepárate para sentirte como un mueble: ignorado, mal colocado y estorbando, vamos, como si salieras en campeones macho! según ellos..
Intentar entrar al local con movilidad reducida es como jugar al Tetris en nivel extremo. Rampas brillan por su ausencia, las mesas están más juntas que primos en boda andaluza, y el personal... bueno, si la amabilidad fuera un plato del menú, aquí lo tienen siempre agotado.
Y cuando por fin consigues sentarte, sudando más que una croqueta en agosto, esperas que al menos el servicio sea rápido. Qué meollo macho! La velocidad del parrillero recuerda a la evolución de una tortuga... coja... y dormida, pero al final no es algo nuevo porque hablamos De Jose David, Equé? Si tienes alguna petición especial por tu discapacidad, prepárate para la cara y no las piernas, ya sabes "¿Y eso con qué se come?". A lo mejor pensaban que “atención inclusiva” era un tipo de vino tinto.
Eso sí, no todo es malo. El pan estaba bueno. Supongo que también lo está el que dan en la cárcel, así que tampoco es mucho decir.
En resumen: si quieres sentirte ignorado, frustrado y abusado con la sensación de que has retrocedido 30 años en derechos humanos, Venta al Pinar es tu lugar. Pero si valoras la dignidad, la accesibilidad y un mínimo de decencia humana, sin que te metan mano, mejor ve al bar de la esquina... o a un McDonald’s. Al menos ahí te sonríen aunque sean de playa, pero playa sin ella, como tu y yo sabemos
La parrilla de los fines de semana está deliciosa, pero lo que realmente me dejó con ganas de volver fue el chico joven que la atiende: amable, simpático… y guapísimo 😍. Me llevó la comida a casa y no voy a mentir, me encantaría que no fuera solo la comida lo que compartimos jeje. Soy gay y, la verdad, no me importaría conocerlo más allá del restaurante… quién sabe, quizá hasta terminar siendo su chico 😏. Ah, y lo de la montaña dentro del restaurante… ¡curioso, pero tiene su encanto!
El Jabalí lo sirven tal cual lo han cazado, apunto de parir los bebes! Pero es una ventaja, comes...
Read moreIt was busy when we arrived, I ordered drinks in the bar after waiting 20 min and asked for a waiter to take our food orser. And I still rate this 4 stars. The Jabali was really nice and tender, the roast potato with alioli was a nice pairing. Its cheap and the plates are gigantic. The Deer stew tasted to much of clavo for my taste. But this is a good place to...
Read moreMi chico y yo éramos asiduos a esta venta…hasta hace unos días: un domingo entramos a la cocina a saludar a una amiga que había empezado a trabajar hacía poco y menuda sorpresa nos encontramos. Mi pareja había pedido cordero en salsa y yo chivo al ajillo: pues resulta que para el dueño de esta venta, ambos son la misma cosa, ya que para mi plato estaba cogiéndolo de una olla ¡y para el de mi pareja de la misma olla pero con unas pinzas para que no colara el caldo al ajillo!, luego lo echaba a una sartén y lo mezclaba con la salsa de almendras. Pero en cuanto a la sartén, esta ya tenía pegada salsa de calentamientos anteriores y al remover no solo iba la salsa nueva sino también la vieja y, con mucha probabilidad, revestimiento de sartén del año de maricastaña. Nos dimos la vuelta para irnos, disimulando nuestro malestar y vimos el recipiente de plástico donde ponían el estropajo y las bayetas: no podría decir cual de ellos tenía más mugre. Sobra decir que ni comimos ni volveremos. Algo aprendí: antes de dar buenas reseñas de un restaurante, entra...
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