Nuestra experiencia se ha quedado entre sombras.
Hemos ido tres personas. Siempre que podemos salir ( nuestros horarios laborales no dan mucho margen), escogemos algún sitio que nos hayan recomendado o al que sabemos se come bien bien, ya que nos gusta que nuestro estómago se sienta feliz.
El lugar, sin duda, es privilegiado, decorado con mucho gusto, cuidando incluso el olor del local, muy muy bien.
Somos gente de probarlo todo. Teniendo en cuenta nuestra comanda, la camarera nos dice, con razón, que hemos pedido mucha comida( habitual en nosotros) y, amablemente, nos comenta que nos van a ajustar las raciones, algo que agradecimos. La comida, bien elaborada y bien presentada, varios entrantes para probar y, de principales, el cochinillo de porco celta y chuletón de buey.
Los entrantes bastante bien, del cochinillo esperábamos otra cosa, y el chuletón ESPECTACULAR. Los postres muy muy ricos.
Nuestras sombras....
Llegó la cuenta, no somos de revisarla, así que como de costumbre redondeamos hacia arriba y dejamos 300€, casi 25€ de propina. Nuestra sorpresa fue cuando vimos, al llegar a casa, los reajustes de raciones, en varios de ellos ración y media, algo que no entendimos, ya que la camarera nos iba a ajustar las raciones para que no fuese tanta comida... Poco entendible, si es mucho lo que pedimos, para que nos embuchais más? El chuletón de buey, buenísimo repito, donde se notaba la maduración, pagamos lo que dijeron ellos ya que no nos presentaron el corte en mesa, no nos dijeron cuanto pesaba, ni tampoco viene especificado en la cuenta, como se puede ver.
Y lo del pan, 3 raciones por 3 trozos y tres laminas de pan con pasas?????
Eso sí, mi pareja se tomó un café y hasta eso se añadió a la cuenta. Al levantarnos no hubo ni un solo gracias. El único que tuvo un detalle de acercarse fue el camarero que nos recibió en la entrada, el veterano, que nos comentó que comíamos bien bien.
Yo creo, y es mi consideración personal, que si tres personas se gastan 275€ en un restaurante donde la media es de 35€, y además se dejan 25€ de propina( que por lo que vi en otras mesas no es lo habitual), lo mínimo es que alguien se acerque a dar un simple e humilde gracias. Algo que no sucedió. Todos esos gestos, ensombrecieron la experiencia, y hacen que nosotros, que probablemente para vosotros solo seamos una cuenta, no nos desplacemos más hasta Luintra.
Un ultimo dato, para hacer la reserva llamamos 5 veces, 4 de ellas nos contestó una máquina, a la quinta conseguimos que nos atendiese por fin una persona.....
En respuesta al propietario o gestor de reseñas:
Al respecto de la cantidad en las raciones: Como he comentado, somos conscientes de que pedimos muuucho como de costumbre, en ningún momento se nos ocurre reprocharos lo que pedimos, sino que hayáis aumentado las raciones. En vuestra respuesta comentáis q se nos bajo El precio de algunas....pero también se subió el precio de las que pusisteis de más, lo cual nos parece justo, es lo coherente. Es posible que los tres hayamos entendido mal a la camarera, pero si realmente nos hubiese dicho que se iban a aumentar las raciones lo hubiésemos rechazado, precisamente, porque sabemos que somos muy brutos pidiendo.
Respecto al chuletón: la camarera informo de que eran a partir del kg y medio, repito que somos conscientes de que era mucho, y lo pedimos porque nos apetecía, pero a día de hoy seguimos sin saber de qué peso exacto era nuestro chuletón( estamos acostumbrados a que se nos especifique en mesa ya que eso depende del corte).
Con respecto a la despedida, somos gente de ir a primera hora, y no molestar a última, ya queda que todo el mundo tiene un horario y hay que respetarlo, y reitero la amabilidad del veterano(una pena no preguntar su nombre), ya que fue el único en tener un pequeño detalle.
Repito, reitero, que no reprochamos El precio, para nada, sino pequeños detalles que nos hicieron salir de vuestro hermoso restaurante a medias.
Agradecemos vuestra consideracion y respuesta, y por ello subimos...
Read moreDe primero croquetas. Siempre croquetas. Luego ya se verá. Habrá a quien no le gusten, pero a quien le gusten le gustarán mucho mucho mucho.
Potaje de garbanzos con espinacas. Servido a temperatura ideal así mantenida por el cuenco cerámico. Se disfruta hasta la última cucharada. Si antes de finalizar, el camarero amaga con retirar el cuenco, proteger con el antebrazo izquierdo si viene por ese flanco y si es necesario murmurar algo ininteligible mientras la cuchara apura el caldo, así se ganan unos minutos para paladear la última cucharada. Aunque abundante, es sorprendentemente ligero y suave, podrá descubrir cada sabor en su sitio sin necesidad de cerrar los ojos, aunque acabará haciéndolo para evitar interferencias y potenciar sus matices. Una maravilla. Y quien diga lo contrario que muera bajo un abundante rayo.
He visto unas almejas a la marinera. No las he podido probar. Desaparecen muy rápido. Partiendo de la tesis de que ya no se mueven por si mismas he de suponer que zampar, como verbo, se queda corto para mi acompañante que tuvo el detalle de informarme de lo buenas que estaban, más no puedo decir.
El pollo picantón. A pesar de tener alas, no pudo escapar y pude comprobar que efectivamente estaba jugoso y tierno, con carne separándose del hueso sin necesidad de imitar los groseros banquetes medievales imaginados por desnutridos guionistas cinematográficos.
Yo me pedí el pollo troceado a la brasa sobre un costillar de patatas. A mi este tipo de patatas así preparadas no me suelen gustar porque suelen quedar crudas y duras, o su sabor desentona con el resto del plato, no son fáciles de combinar. No es que no me gusten, es que su sabor se impone al resto del plato. Sin embargo aquí han conseguido un equilibrio perfecto. Están tiernas y saben más que a patata para acomodar una tira de pollo precortado y asado en igual medida por todos sus costados sin sorpresas desagradables logrando un sabor redondo que llena el paladar.
El vino de la casa, joven y sencillo, suficiente, con graduación probablemente inferior a un control de alcoholemia.
El café bien. Para aquellos acostumbrados a tomar más de uno, via libre sin remordimientos.
Volveré en cuanto pueda. Buscaré una excusa y seguiré probando el resto de la carta. En una ocasión anterior probé el rape con salsa de mejillones y coco que hice probar a todos los que me acompañaban por lo emocionante que resultaba encontrar un sabor tan poco frecuente y tan agraciado. Eso sí, no se dejen engañar por su minimalismo, ese medallón de rape rodeado por un mar de salsa asimétrico está donde debe estar y ocupa su posición exacta, es para tanto la salsa que habría que invertir el nombre del plato y citar al rape como un invitado de última hora. No se lo pierdan.
Y Gracias a todos por el...
Read moreUna aclaración previa: Comer en un restaurante tiene que ser una experiencia, y ésta es una suma de todas las cosas que te puedes encontrar (comida, por supuesto; servicio de los empleados, ambientación del local, instalaciones...); puesto que comer bien lo haces a diario, quien desea, en su casa.
Fuimos a este restaurante porque nos llegaron muchas referencias de personas conocidas y porque nos llamó la atención el cachopo de cecina que tenían en la carta de su página de Internet.
Me sorprendió que hubiera que reservar mesa en un restaurante que está bastante alejado del mundanal ruido, pero cosas de la demanda. Este extremo hizo que aumentaran las expectativas.
Una vez en el local no percibimos nada extraordinario. Un recibimiento corriente y unas instalaciones nada fuera de lo común. El salón en el que nos ubicaron era bastante ruidoso y el eco no ayudaba. No comenzaba bien la experiencia. De todas formas estábamos centrados en el cachopo.
Para comenzar pedimos lacón con queso San Simón. Un plato que nos decepcionó porque el queso estaba fundido con el lacón y eso le quita toda la grandeza que tiene. De todas las formas que podrían servir esos ingredientes nos pareció la peor posible. Una pena. El segundo plato fue el deseado cachopo de cecina con queso de Arzúa. Estaba bueno, sinceramente, al igual que los pimientos y las patatas que lo acompañaban; sin embargo, no entendimos la salsa rosa que encontrabas en gran parte del plato. Esta salsa sobraba bajo nuestra modesta opinión, ya que no aportaba y sí restaba.
Para finalizar, que estábamos muy llenos, pedimos un café que lo trajo un empleado y lo sirvió con parte del líquido sobre el plato de la taza, la cucharilla y el sobre de azúcar. Sin nada de espuma, como si se lo hubieran quitado a otro comensal que se había dedicado a jugar con la taza y su contenido. Ésto nos disgustó bastante y se lo comentamos a otro empleado, quien, muy gentil, se llevó ese desastre y nos trajo otro en condiciones. Finalmente, tuvieron el detalle de no cobrar el café, todo un gesto de empatía.
Una cosa que no entendimos fue que en la carta que tienen en Internet constan unos precios y en el restaurante te encuentras otros bastante más elevados. Suponemos que será por la demanda pero no están justificados esos precios con lo que ofrece el restaurante. Una y no más, Santo...
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