Si queréis vivir una experiencia culinaria que os marque el alma y os quite las ganas de confiar en la hostelería jamás en la vida, este es vuestro sitio. Pedimos comida para llevar —sí, nuggets y una hamburguesa, porque no todos los días se cena caviar con espuma de ego— y lo que recibimos fue un insulto cuidadosamente empaquetado en bolsa kraft reciclada.
Empezamos con los nuggets, porque, oh sorpresa, eran el plato maldito de la noche. Venían fríos. No templados. FRÍOS, como si los hubieran sacado del congelador y dicho “total, no se van a dar cuenta”. Pero eso no fue lo peor. No, no. Lo peor fue que los nuggets venían con pelos. Y no un accidente aislado. No. Un repertorio capilar completo: uno largo, negro y ondulado, enrollado cual topping infernal. Otro corto y rizado, incrustado con cariño en la masa. ¿Qué es esto? ¿Un nugget o una muestra de ADN para CSI?
La hamburguesa, por su parte, venía con un pan tan blandurrio que parecía que lo habían guardado bajo el colchón de una princesa. La carne era delgada, triste, con la misma energía que yo un lunes a las 7 a. m. Todo el conjunto sabía a nada con textura de arrepentimiento. Era más una disculpa que una hamburguesa.
Y como toque final, el detallito gourmet: un sobre de ketchup vacío y abierto. O sea, ¿qué clase de broma de mal gusto es esa? ¿Lo chupó alguien antes de meterlo en la bolsa? ¿Era una muestra simbólica del sabor que no iba a tener la comida? ¿Un mensaje oculto? Porque parecía una performance artística sobre la decepción.
¿Y sabéis qué pasó cuando pedimos el menú infantil? El chef —ese artista incomprendido con complejo de víctima de la sociedad— salió gritando. Que si “él no abrió el restaurante para servir nuggets”. Pues chico, si los vas a servir congelados, con pelo y mala leche, mejor quédate en casa y deja la cocina para alguien que sepa usar un termómetro y una red para gorros.
Conclusión: pagas como si fueras a comer en el cielo y acabas en el purgatorio del fast food mal hecho. Solo me queda recomendar este sitio si queréis experimentar lo que es que os falten al respeto con estilo y con precios gourmet.
Una estrella porque Google no me deja poner "trauma...
Read moreAn old barn turned into a special place to drink your wine and enjoy the fine taste or the special croquettes of lamb. The "Lechazo" , the specializes of the restaurant, will tease all your senses. A place you definitely need to visit if you are in the area!...
Read moreEl local que es un antiguo pósito, es precioso muy bien conseguido con mezcla de antiguo con moderno, se come magnífico en especial el lechazo asado, servicio bueno, muy limpio con muy buen ambiente. En la visita a Paredes de Nava es para pasar el día, pues además de su museo (Magnífico), está el museo del Cuento, museo de los Títeres. Acaban de inaugurar una iglesia magníficamente restaurada con mezcla de lo muy antiguo con lo más moderno de usos múltiples (conciertos y actuaciones de todo tipo), conferencias. Está dentro de la uta de "País Renacentista con Becerril de Campos, Cisneros y Fuentes de Nava... Ruta muy recomendada Paredes de Nava es un pueblo que merece la...
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