Acudimos a este establecimiento, situado en la cidade da cultura de Santiago, para tomar un café previo a la visita de una de las exposiciones ubicadas en este privilegiado rincón arquitectónico. Nos llamó inicialmente la atención cierto descuido en la limpieza de las mesas y el suelo de su pequeña terraza. El interior sin embargo, presentaba un aspecto correcto y el aire acondicionado se agradeció. La capacidad del local parece quizás algo limitada para momentos de cierta afluencia de visitantes. El diseño interior muestra aspectos muy singulares y curiosos que viene determinados por la particularidad del emplazamiento donde está ubicado el local. Pedimos un café solo y uno con leche de soja. Puntos fuertes: el precio (2,30€ en total) y la buena calidad del producto. Puntos mejorables: la atención del personal y el cuidado en el servicio (derramaron buena parte del café con leche al servirlo en mesa y no acompañaron con ninguna pasta de cortesía. Además, el café solo llegó algo frío) Es una pena que la ubicación del local no permita sacar ventaja de las vistas que ofrece el conjunto arquitectónico que lo alberga.