Escribo mi reseña número 103 con pena porque hubiera sido una reseña de 5 estrellas si no hubiera sido por los acontecimientos que después relataré.
Habíamos tenido una experiencia muy buena con los calsots hace muchos años y queríamos repetir. No se por qué, recibía correos de este sitio, sin haber ido nunca, así que nos decidimos a probar un grupo de 7 amigos. La finca, a unos 50 km de Madrid, nos encantó. Al entrar, ya ves las cuadras de los caballos y las pistas. Tiene una terraza súper apetecible con buen tiempo. Entramos en el restaurante en si, y es muy acogedor, una decoración clásica y sobre todo, eso, acogedor. Hay dos grandes espacios con ventanales donde están distribuidas las mesas.
Por teléfono, me aconsejaron el menú (39€) para probar los calsots diciéndome que si pedíamos a la carta, saldría más caro. El menú consiste en:
Menú Degustación: ESCALIBADA EMBUTIDOS CATALANES / PAN CON TOMATE CALÇOTS CON SALSA ROMESCU BUTIFARRA CON MONCHETES Y ALI-OLI
CREMA CATALANA
Cava/Vino de la casa
Al tomarnos nota, nos informa que la bebida es de una botella de vino cada dos personas con lo que tocaríamos a 3 botellas y media.
La comida en si, nos ha encantado. La escalibada buenísima, los embutidos, el pan con tomate (escaso, tuvimos que pedir varias veces que nos lo repusieran, dos bandejas con una rebanada cada una para 7, es poco); los calsots muy buenos y la butifarra también.
El servicio ha estado correcto.
Y aquí vienen los problemas. Nos traen una cuenta de 420€, (7 personas, recuerdo, con un menú degustación de 39€) en la que, por un lado, nos cobran un servicio de mesa, 1,50€ por persona, cuando al pedir un menú, se supone que debe ir incluido (no es lo mismo estar a la expectativa de qué se va a pedir a la carta, que cuando lo tienes ya pedido de antemano). Sorpresa mayor: nos cobran 21 cervezas! (Y un refresco de más, que lo dejamos pasar) Puesto que sólo tres personas habían tomado cervezas, era imposible que se hubieran tomado 7 cada una. Haciendo cuentas, contaban entre 3 o 4 cada una. Además, las tres cervezas que se tomaron en la barra antes de sentarse a la mesa, ya se habían abonado y, sin embargo, estaban incluidas en la cuenta. Como de las tres botellas (y media!) de vino que teníamos derecho en el menú, solo nos habíamos tomado una, les propusimos que compensaran las cervezas/refrescos que habíamos tomado. Nos dicen que no, que no entran en el menú y que es imposible. En tono condescendiente, nos dicen que si queremos, nos pueden dar dos botellas a lo que, aún insistiendo en que es un poco absurdo que no se compensen al menos algunas de las cervezas, les decimos que sí, que nos las dieran.
Finalmente, nos cambian la cuenta y nos cobran 7 cervezas, que se ajustan a la realidad. Las cervezas las cobran a 3 €, un poco excesivo para un restaurante pero lógicamente lo suyo es que el menú incluyera vino y/o jarra de cerveza y asunto arreglado.
Otra cuestión fue el postre, que vale que lo pone, que es crema catalana (muy buena, eso si) y los cafés no están incluidos en el postre. Vale, aunque para un menú de 39€, lo lógico es que hubiera más alternativas de postre o café. De hecho, un comensal no le gustaba el postre y aún así, se cobró el café.
Al final, pagamos algo menos de la cuenta inicial (unos 43€ menos) pero mucho más de lo que pensábamos al encargar el menú degustación de 39€. Las copas, sentados en la mesa del restaurante, a 9€, también me parece excesivo.
Todos estos detalles que cuento con la esperanza de que sirvan como crítica constructiva y se planteen su menú degustación y la flexibilidad ante ciertas situaciones (porque el cobro de 14 cervezas de más, quiero considerarlo un error humano) han hecho que cambiara mi opinión y si antes de que llegara la cuenta pensaba recomendar este sitio, después de verla, me hace no recomendarlo en absoluto o con las advertencias que estoy exponiendo. Otra cosa sería ir a la carta, pero eso no lo hemos probado y dudo que me apetezca...
Read more¿Por dónde empiezo...?
Tuve oportunidad de asistir a un evento musical, con cena incluida, en el que cobraban 45€ menú por persona (ahí es nada), teniendo que hacer un ingreso con bastante antelación en una cuenta particular y especificando, después de dicho ingreso, el segundo plato elegido (carne o pescado) como si de una boda se tratase.
Al llegar, cuál fue mi sorpresa al encontrar las mesas incomprensiblemente vestidas con manteles y servilletas de papel, de las más económicas, para ir de camping.
Pido unos refrescos y me asombra enormemente que son servidos de una botella de 2L abierta... ¿Estamos de merienda infantil?.
Ya en la mesa, de 10 personas, vienen los entrantes: 2 ensaladas, 2 rebanadas de pan con tomate partidas en 5 trozos cada una (el único pan que iba a haber durante toda la cena) y unas croquetas. Todo muy rico. Parecía que la cosa mejoraba... pero nada más lejos.
Tras casi tener que suplicar vino blanco, llegan unos embutidos (ya sin pan) y seguidamente una sopa arenosa con poco éxito en general.
Llega el segundo plato y... ¿quién dijo carne o pescado? ¡Lo mismo da! Comparten la misma salsa. O mejor dicho, sopa de patata con sabor a pastilla de caldo, en la que flotan: en el caso del pescado, algo blanco insípido sobre otro mar de salsa de pimientos; y en el caso de la carne, unos filetes de nervios inmasticables.
El postre prometido, a elegir entre crema catalana y crema de chocolate, pasó a ser unas natillas quemadas (para el que le tocara) o un trozo de barra de helado Viennetta, o alguna otra marca blanca parecida.
Llevarse las botellas de agua y vino sobrantes, junto a todas las copas de la mesa, para querer cobrar en la barra la misma botella de agua que te acaban de quitar delante de tus narices, sumado al abusivo precio del café y la copa, lo hace ser un sitio en el que no apetece quedarse a charlar después del concierto tan espectacular al que asistimos, que fue lo único que mereció la pena de ese lugar.
Por último, con las prisas por echarnos en general, a penas dio tiempo a los músicos a que pudieran mirar si se dejaban algo.
Desconozco su faceta como hípica y, si en algún momento me hubiera interesado conocerla, desde luego buscaría otro sitio para realizarla. Porque para mí, la experiencia con el restaurante ha sido muy decepcionante y es suficiente motivo para no volver nunca, y por supuesto no recomendarlo jamás.
Al parecer la App no permite contestar las respuestas de los comentarios... Por tanto, edito mi primer comentario para exponer mi respuesta a su contestación.
En respuesta a la contestación del propietario a mi comentario anterior, con todo el respeto y educación, vamos por puntos:
Publico una reseña en función de mi experiencia vivida, sin querer en ningún momento dañar o referirme con odio o intención de destruir a nadie. Todo lo contrario. Bajo mi punto de vista es totalmente constructiva con intención de que puedan mejorar su servicio para próximos eventos a los que, por otro lado, dudo que vuelva a asistir (pero no pasa nada, creo que podré superarlo).
Comprendo que la supervisión de un evento con un grupo musical de tan buenísima calidad, nuble la percepción de quien lo organiza al no formar parte de los comensales para poder opinar sobre el servicio. Y por otro lado, ¿que cambiaría la identificación de una persona? no entiendo esa necesidad.
En realidad, no hubiera tenido ningún problema en dar mi opinión personalmente, pero el apremio con el que fuimos despedidos me imposibilitó hacerlo.
Y por último, celebro las posibles felicitaciones a las que hacen referencia (de las cuales no he leído ninguna reseña) a la par que lamento que dichas felicitaciones no salieran de la mesa en la que estuve ni de las contiguas.
Solo destacar que, aunque no disfruté de la cena, el grupo no decepcionó y fue lo mejor de la...
Read morePongo una estrella porque Google no me deja publicar. Les pondría cero estrellas.
Se organizó allí un evento en el que más de 100 personas pagamos por una comida malísima: El primer plato, un cocido que parecía de bote, al que le habían añadido agua para sacar más raciones, pues en mi plato había cuatro garbanzos y caldo. El segundo plato era solomillo de cerdo con puré de patata, un solomillo precocinado con un puré que no decía nada. El postre crema catalana, con un kilo de azúcar y claramente tampoco era casera. Otras personas tenían tarta de chocolate, pero las raciones completamente descompensadas. El menú infantil: 22 euros por un plato de macarrones con tomate sin carne y una pechuga de pollo. Decir también que ellos tenían las raciones una semana antes del evento y que sabían las personas que iban a ir a comer con suficiente antelación como para aguar un cocido o cortar el solomillo en trozos ridículos.
Es una VERGÜENZA que se enturbie así un evento preparado con tantas ganas e ilusión. Ganas de reunirse en un entorno precioso e ilusión de reactivar la economía y confiar en la "hostelería". La organización nos puso pegas la última semana antes del evento y cuando llegamos allí, más pegas por cambios mínimos de última hora. Las raciones escasas, hubo personas que pagaron lo mismo por no tener ni cocido, y otras se quedaron sin solomillo.
Espero y deseo que hagáis negocio con la equitación, porque en hostelería no tenéis ningún futuro. Habéis dejado un sabor amargo en un fin de semana que podía haber sido perfecto, sin embargo hay restaurantes donde sí dan un servicio que merece la pena.
Es un lugar para NO IR A COMER. Si estás buscando un sitio donde organizar un evento, este NO...
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