La verdad que llevo varios años yendo mucho los fines de semana a comer bocadillos (tanto en verano como invierno), así que creo que ya es hora de dejar una reseña.
A pesar de que siempre están desbordados y con la lengua fuera, hacen todo lo posible por atendernos con rapidez y amabilidad. Algunas veces toca esperar unos 10-15 minutos a que tengan un hueco y puedan prepararnos los bocatas, pero tanto la chica de la barra, como el chico que trabaja con ella, se esmeran y se esfuerzan mucho en "colarnos" en cocina para que puedan hacernos los bocadillos en un hueco entre las oleadas imparables de comandas que llegan desde las meses del restaurante propiamente dicho.
La relación calidad-precio de los bocadillos es muy competitiva respecto de otros restaurantes de la zona, y la verdad que es un placer indescriptible poder disfrutar de bocadillos de calidad, variados y recién hechos, con las vistas que tienen del valle desde las mesas de fuera. Además, puedes añadir ingredientes adicionales sin que se dispare el precio.
Al margen de los bocadillos, lo cierto es que siempre me quedo con ganas de sentarme a comer "bien" porque tienen una parrilla que cuando paso por delante se me hace la boca agua al imaginar cómo tienen que estar las carnes a la brasa, pero como siempre vamos en moto y no reservamos, nunca hemos probado los platos contundentes.
Leyendo alguna reseña bastante injusta, tengo que decir que aunque alguno se pueda quejar de que esté siempre lleno y a veces ni puedan atenderte rápido, ni darte mesa, ni siquiera decirte un tiempo aproximado de espera, la realidad es que si este sitio está siempre lleno, es por algo.
Si lo que buscas son sitios vacíos, en los alrededores tienes varios restaurantes bastante mejorables (tanto por calidad como por precios) donde tendrás siempre entre 6 y 16 mesas a tu disposición.
P.D.: según la época del año, venden también productos caseros de la zona como los higos, tanto frescos como secos, que están de infarto! Una vez los cogí y desde entonces cada vez que veo que tienen...
Read moreEnclave y aparcamiento bueno, junto al puerto del Pico. Comida con reserva en la que estuvimos a solas en el comedor, ya que llegamos pronto, sobre las 13:00h, y en la que, a pesar de ello, no solo no nos dieron opción, ni tuvieron deferencia de ubicarnos en la zona de terraza acristalada, única zona que merece la pena, por las vistas y luz natural, y a pesar de encontrarse prácticamente todas las mesas libres, y algunas sin reserva hasta las 15:30, por lo que pudimos escuchar, después de discutirlo otros clientes con las camareras, sino que además nos acoplaron junto a la chimenea, la cual no podía tener más leña, y terminamos enrojecidos, que si por mi hubiera sido, me hubiera quedado semidesnudo del calor. Y no solo eso, sino que además, y a pesar de la ya más que suficiente y sobrante iluminación natural, procedente de los grandes ventanales de la zona de terraza, se empeñaron en ponernos toda la iluminación artificial del interior, con casi más focos que un campo de fútbol, y a pesar de haberles indicado y hecho apreciación, y encontrarnos a solas en el interior, por lo cual, más incómodos y a disgusto no pudimos comer, deslumbrados y acalorados a más no poder. Sumar aparte que con otros clientes que llegaron posteriormente y sin reserva no tuvieron problema en cambio de ubicarles en terraza. Eso sí, para cuchichear entre dichas camareras, mientras nos miraban, después de haberles pedido si por favor nos quitaban los focos, que estábamos solos, eso sí. Los entrantes estaban buenos y bien de precio, pero la carne no era para tirar cohetes y no era especialmente barata. Tampoco tenían opción de menú. No tenían ni cerveza común, salvo barril, por falta de previsión. Tuvimos que privarnos de postre o café, aunque solo fuera por la incomodidad de la situación. Mi novia terminó igualmente con la cara irritada de tal proximidad con la chimenea (y repito, nos encontrábamos solos durante toda la hora). No...
Read moreLa verdad es que esperábamos mucho de este restaurante. La distribución es muy atractiva, la decoración acompaña y el entorno es precioso. Pero hasta ahí.
Llamé para reservar y a la llegada nos tocó esperar. Pedimos acomodarnos en una mesita que había libre en una terraza cubierta con vistas a la sierra y nos dijeron que estaba reservada, cuando salimos, la mesa seguía vacía.
Nos sentaron en una mesa a la salida de la cocina y los baños, VESTIDA DE PAPEL, lo que ya te quita las ganas de pedir la carta y el menú te lo cantan en voz alta.
El Menú del día es tan apetitoso como frustrante la llegada de los platos. La comida no está especialmente buena, la presentación no es atractiva y la calidad de la ejecución bastante pobre. Es una especie de 'quiero y no puedo', de querer llegar a ser un restaurante pretencioso y quedarse en poco más que en un bar de barrio.
El colofón ha llegado a la salida, donde en la línea del servicio recibido a ‘matacaballo’, nadie ha sido capaz de despedirse con un sencillo: ‘gracias, buenas tardes’.
Dispone de amplio aparcamiento.
Lamentablemente, NO lo recomiendo.
El contenido vertido en estas líneas es mi opinión y mi experiencia en mi visita al restaurante «La Parada del Arriero», no quiere decir en absoluto que siempre tenga que ser así, visiten este lugar y creen su propia opinión, tal vez sea distinta a la mía… o no... o yo que...
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