A reconverted old farm, founded by German colonists in the 1860s, is now home to a cosy tearoom overlooking fields of lavender and Lago Llanquihue.
Dec. 2011 - It was a beautiful day in Frutillar with a dry heat of 30 degrees; the fields were blazing purple contrasting with a cloudless blue sky. It was a relief to take refuge in the teahouse, all cool whitewashed planks and natural wood floors. The weathered wood tables were covered with embroidered white linen and surrounded by charming mismatched chairs. We drank our beverages from a vintage tea service (Johnson Brothers Kenilworth Castle 1792) and were left to admire a wall of old teapots, cups and saucers. We ordered homemade scones and jams to accompany our tea. Simple touches like complimentary Lavender lemonade, fresh lavender sprigs at the table as well as decorated sugar cubes made the whole experience quite magical. Afterwards, we bought jam in the gift shop and walked between the lavender fields; horses were grazing in the distance, other visitors ate in the shade. We settled on a bench overlooking the lake for an afternoon of pure relaxation and calm. Were I to return, I would try to cycle to the teahouse (like the Australian couple we met) so that we could better soak in the...
Read moreLugar: 3/5. Quizá la expectativas gatillan cierto aire de decepción lo que no me alcanza para otorgar una 4ta estrella. De todos modos, un lugar con una propuesta atrevida, con buena vista al lago y el atardecer lo favorece con una variada gama de colores. Comer dentro o fuera de la casa marca una diferencia importante a la hora de evaluar la experiencia, recomendando fuertemente el comer en la terraza con vista al campo de lavandas.
Limpieza: 2/5 Con sus tonos de blanco, el lugar da de primera impresión una sensación de limpieza. No hay olores desagradables y la loza impresiona limpia. Sin embargo, un baño muy mal cuidado hace dudar de la pulcritud del resto del lugar. Basurero rebalsado de papeles que ya no tienen más opción que de ser arrojados al suelo y la cadena del wc rota probablemente hace un tiempo porque se ha dejado una tapa de lápiz como solución temporal para presionarla. Además, el piso pide hace unas horas ser trapeado. Finalmente, un pelo en la ricotta: a todos nos puede pasar...¡pero no en un restaurante!
Atención: 3/5 Si evaluáramos literalmente por el grado de "atención" que nos ofrecieron, daría nota mínima. Tardaron 25 minutos en atendernos y posteriormente no preguntaron durante la comida si estaba todo bien. Los meseros no destacan por su amabilidad, tampoco es una experiencia desagradable. Hace su trabajo en anotar y traer lo pedido sin preocupación de prestar un servicio. Cuando nos disponemos a pedir nuestros "tés" de una variada lista de alternativas, es entonces cuando el mesero informa que no hay stock de al menos 5 de ellos... ¿sin stock en la "casa del té"? Vale.
Comida: 3/5. El agua de lavanda de cortesía fue una sorpresa agradable, así como destaco que cada té fue servido en una tetera pequeña que permite disfrutar de 2-3 tasas. Sin embargo todo lo que le siguió después, de calidad inferior al absurdo precio que se pide por ello. El lugar y la compañía distrae a ratos nuestro paladar, sin embargo, al evaluar la comida de forma independiente, está lejos de ser buena. El pan del sándwich indicado en el menú es cambiado sin aviso, el tamaño es pequeño y el sabor dista de lo proyectado en la carta. A la hora de pedir postres, nuevamente debemos seleccionar "de lo qué hay". Pedimos pastelitos surtidos "a elección" en el mesón y trajeron lo que se les antojó, resultando además un sabor que no invita a...
Read moreHabía leído acá malas opiniones de este lugar, pero se veía tan bonito que decidí arriesgarme y no me equivoqué.
Compré las entradas por internet un par de semanas antes de ir, escribí por Instagram y rápidamente me respondieron y me indicaron cómo hacer el pago. Pagamos 10 mil pesos por dos personas y me pareció un precio muy justo por acceder a un lugar tan espectacular como este. Quizás para la gente que vive en la región -acostumbrada a paisajes épicos- resulte caro, pero para mí, que no tengo esta posibilidad pues soy de Santiago, me pareció barato pagar 5 Lucas por pasar una tarde en semejante maravilla.
El parque es simplemente de ensueño, uno de los lugares más bonitos en los que he estado en mi vida. Como persona nacida y criada en ciudad, la belleza de este espacio natural me resultó abrumadora.
Cuando llegamos nos recibieron dos chicas muy amables que nos indicaron por donde iniciar el circuito de caminata autoguiada, primero por un campo seco -con un paisaje que parecía sacado de un cuadro impresionista- para luego pasar a la plantación de lavandas en flor con vista al Lago Llanquihue.
En la casa de té ahora funciona una tienda donde venden una amplia variedad de productos derivados de las plantas, los precios no son económicos pero cualquier persona que alguna vez haya comprado este tipo de productos sabrá que en ningún lugar son baratos. De hecho, los aceites esenciales estaban a buen precio y había mucha variedad de otros cosméticos. La señora que atendía era un encanto, me dio la impresión que era dueña o tenía algo que ver con la familia dueña del parque, fue muy amable y se mostró feliz de recibirnos.
Hay un pequeño food truck donde comimos pastelitos y jugos naturales, muy ricos y el señor que atendía también fue súper amable.
Volvería un millón de veces a este lugar, pasé un día maravilloso y agradezco no haber hecho caso a los comentarios malos. No entiendo por qué reclaman tanto por el cobro de la entrada, es un lugar privado, requiere de recursos para funcionar, y en realidad cada quien cobra lo que quiere y el cliente decide si quiere...
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