Villa Doris: El secreto mejor guardado de Nono
Hay lugares que uno visita y olvida. Y hay otros, contados con los dedos, que se quedan para siempre en el alma. Villa Doris, en el mágico pueblito de Nono, pertenece a ese segundo grupo. Es más: es probablemente el lugar más hermoso y lleno de paz en el que he estado. Le pondría cinco estrellas, pero se merece un cielo entero.
Ubicado a la orilla de un riachuelo que canta bajito entre las piedras, Villa Doris es un oasis real. Un rincón íntimo en medio del murmullo del mundo. Ahí, el tiempo no corre: se acomoda, se estira, respira. Y uno con él.
Desde el primer momento, la atención fue como un abrazo. No exagero al decir que nunca antes había experimentado una hospitalidad tan auténtica, tan cálida, tan humana. No se siente como un hospedaje. Se siente como volver a una casa que no sabías que era tuya. Como si ese lugar te esperara desde siempre.
La habitación era una joya. Cómoda, elegante sin pretensiones, con una salita que da a una ventana abierta al riachuelo. La noche que pasamos ahí llovió suavemente, y la combinación del agua y el rumor del río fue un arrullo perfecto. Nunca había dormido tan profundamente. Y al despertar, la vista: un cuadro de calma que no necesita marco. Todo invitaba al silencio y al sosiego.
El desayuno fue otro regalo. Nos esperaba en una de esas salas acogedoras con grandes ventanales desde donde se veían las montañas de la sierra ecuatoriana. Pan recién horneado, frutas frescas, café aromático... y ese detalle invisible que no se compra ni se finge: amor por lo que se hace.
Y si hablamos de magia, el jardín de colibríes es un capítulo aparte. Villa Doris ha creado un pequeño santuario para observar a estas criaturas diminutas y maravillosas. El zumbido, el aleteo, los colores. Y si estás atento, quizás veas pasar una ardilla, como un guiño de la naturaleza.
Y como si todo esto no bastara, afuera te espera Nono, un pueblo que parece sacado de un cuento: comida deliciosa, gente buena, paisajes que curan. Pero sinceramente, cuesta salir de Villa Doris. Uno quiere quedarse ahí, simplemente siendo.
Mi experiencia fue perfecta. Y si pudiera, volvería mañana. O mejor aún: me...
Read moreTuve que visitar la parroquia Nono por motivos académicos en el campo de la veterinaria de grandes especies. Y mi estancia en la casa campestre Villa Doris fue muy grata y cómoda. La casa es un lujo, completamente fusionada con la naturaleza y muy acogedora. Con instalaciones de calidad, habitaciones súper bien iluminadas con luz natural. Para las personas un poquito friolentas como yo, Lorena, nuestra anfitriona, me ayudó con una bolsa de agua caliente para dormir y con calefantor eléctrico en la habitación. Así el clima frío no es un impedimento para disfrutar las vistas hacia el jardín y los senderos que dispone la casa, por los cuales se puede llegar hasta un pequeño río dentro de la propiedad y mirar cómo se alimentan los colibríes y las ardillas que ya tienen sus casitas y su comida todos los días. Los baños con agua caliente y muy limpios y organizados no permiten queja alguna y los adornos con temática de colibríes son detalles muy únicos de la casa. Todo muy limpio y ordenado y sobre todo tranquilo con el único arrullo que es el del río en la noche. Muy recomendable para todas aquellas personas que buscan relajarse y conectarse con lo natural. Espero poder volver otra ocasión para hacer más cosas que está vez por tiempo no pude. Muchas felicidades y muchas gracias por su trato atento y amable. Y muchos mimos para nuestra...
Read moreThe location and surroundings are serene, peaceful and so beautiful. The rooms are all unique, comfortable, and well-appointed. Your host has thought of everything. Breakfast was delicious and the table was set for a queen. But best of all, our hostess was so knowledgeable and gracious. It was fascinating to hear about how this place came to be, and some history of Ecuador. I highly recommend...
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