Hostal Rural La Cañada Ruidera — Hotel in Ossa de Montiel

Soy una de las acompañantes de la huésped que les hizo una reseña en la que señaló que el desayuno del hotel había sido poco adecuado para el precio que tenía y al que ustedes le responden aludiendo a este como "desayuno gourmet" Me permito realizar yo también una reseña sobre mi estancia en su hotel, como huésped que también fui del mismo. En cuanto a las instalaciones a mí y al resto de mis acompañantes nos parecieron muy interesantes, nos gustó mucho el cierto aire vintage ochentero que respiraban con sus merenderos su chiringuito y su gran piscina con tobogán incluido que disfrutamos mucho, no el tobogán pero si la piscina. En cuanto a la habitación nos pareció correcta para el precio que pagamos. Pero he de coincidir con la reseña de mi compañera de viaje en cuanto al desayuno, la desavenencia no viene en cuanto al desayuno en sí si no en cuanto a su relación calidad precio. Creo que a cualquier persona que a la que cobren 4 euros por un trozo de pan tostado perteneciente a una barra de pan como mínimo del día anterior y un café con leche, le parecería un precio un tanto elevado. De hecho el resto de días de estancia fuimos a desayunar a Ruidera donde por menos desayunamos incluso mejor. Ser hostelero debe ser un trabajo complicado, me consta que la atención al público lo es y que no se puede agradar a todo el mundo. Pero también creo que responder a una reseña que sólo pretende relatar un detalle vivido en sus instalaciones, no merece la respuesta a modo de sorna que ustedes ofrecen. Posiblemente si el desayuno de sus instalaciones fuera más apetitoso y cuidado quizá estaría justificado el precio de 4 euros, o quizá si bajasen el precio sería adecuado lo que ofrecen como desayuno y tendrían más huéspedes desayunando en su hostal y no en el pueblo. Un saludo...

Hemos pasado una noche. Desde nuestra llegada, el trato fue de 10. A destacar el chico de recepción y la chica del buffet, muy agradables. La habitación es amplia, limpia, olía fenomenal y tenía terraza con mesa y sillas. El baño es amplio y vintage, algo que nos gustó mucho. El agua de la ducha no tiene mucha presión, debido a la zona que se encuentra el hotel. El complejo de instalaciones, como la piscina, nos encantó. Tiene la zona de niños, donde se escucha música del chiringuito y anima el ambiente. El césped está cuidado. El ambiente es familiar y de tranquilidad. Por la noche se duerme fenomenal, no hay ruidos. El desayuno está bien, tiene tostadas, que te sirves tú mismo, pudiendo usar tomate y aceite, mantequilla y mermelada, café e infusiones, cola cao, leche sin lactosa, bollos como magdalenas, ensaimadas…

El parking es gratuito y amplio. A mejorar: la comida del buffet. Había variedad en ella pero no sabíamos que sería así y echamos en falta, otro tipo de servicio, ya que además hay que hacer cola y con niños es más complicada la espera, aunque en la piscina hay merenderos donde podéis llevar vuestra comida. También echamos en falta servicio nocturno de bar, para tomar algo viendo las estrellas, aunque entendemos que el silencio que había también parte de ello.

La ubicación nos encantó, no teníamos cobertura prácticamente, algo que en estos tiempos, tener desconexión del teléfono, se agradece. El wifi funciona bien y con el si tienes acceso a internet con más facilidad. Lo recomendaremos y...

La experiencia en este alojamiento resultó muy decepcionante. Aunque tardaron en entregarnos las habitaciones, agradecemos que nos facilitaran las pulseras para utilizar las instalaciones mientras esperábamos.

La primera impresión al entrar no fue especialmente acogedora, pero no prestamos demasiada atención ya que solo dejamos las maletas. Al regresar, sin embargo, nos encontramos con varios problemas:

Un olor muy desagradable en la habitación, tan intenso que incluso nuestra mascota evitaba permanecer allí.

Colchas visiblemente sucias; informamos al personal, quienes aseguraron que lo solucionarían, pero nunca se reemplazaron.

Un enchufe sin embellecedor, con riesgo potencial de contacto con la corriente eléctrica.

Una de las dos lámparas pequeñas no funcionaba.

La cama tenía dos sábanas bajeras y, entre ellas, había numerosos pelos.

En la segunda habitación que habíamos contratado, la almohada estaba en tan mal estado que se deshacía. Además, el mal olor era persistente y, durante la tarde-noche, se intensificaba de forma notable.

El desayuno también dejó mucho que desear. Los platos nos los entregaban mojados, al punto de que teníamos que secarlos delante del personal. Uno de los trabajadores comentó que no ponían más jamón “porque si no, se gastaba”. Además, los huéspedes tenían que estar constantemente pidiendo que calentaran la leche o que repusieran los alimentos que faltaban.

En general, las condiciones de limpieza y mantenimiento no fueron adecuadas, lo que afectó negativamente...