Café de aguante, típicamente porteño, de esos que alguna vez fueron legión y hoy se los teme extintos. Aromi integra muy dignamente su raza: ubicado sobre calle Corrientes, se trata de un amplio local de extensas vidrieras, donde tres mozos casi idénticos, vestidos con camisa y moño, sirven a una multitud de hombres solos que leen el diario, a padres e hijos que se encuentran a comer, a estudiantes del barrio que buscan dónde refugiarse de sus roomates menos disciplinados. Yo fui, como tantos otros imagino, a hacer tiempo durante una media hora, en mi caso mientras esperaba para ir a Radio La Tribu (para quienes les interese: chequeen El Cuartito de Bogado en Spotify a partir del martes 14; ahí hablo de mi libro, que nada tiene que ver con estas reseñas). Pasé el tiempo como se debe en estos casos: enfrente de un cortado en jarrito, aguado y ardiente como manda la tradición, leí intermitentemente Las Malas, de Camila Sosa, un buen libro del que adjunto una foto extemporánea; miré el noticiero silencioso dónde Trump insistía en llevarnos otra vez al borde del abismo; escuché la conversación ajena de tres muchachos (que no comparto, porque sé respetar la privacidad). Como ya dije, los mozos eran absolutamente idénticos, algo que yo identifico como un rasgo positivo, pero que me llevó, creo, a encargarle el cortado a uno, pedirle la cuenta a otro, y despedirme de un tercero. Destaco: los baños son absolutamente increíbles. Los lavamanos están dispuestos en círculo, como en una isla de higiene, y están rodeados de paredes espejadas; sin embargo, el jabón y el secamanos están en una esquina, dónde el suelo quedó definitivamente rosa después de tanta volcada. Lo malo es que la cadena...
Read moreNos sentamos en una mesa sucia, pasaron 15 mins y el mozo atendía a las demás mesas pero no a la nuestra. Lo miro y me dice de muy mal modo "si te sentas en una mesa sucia voy a demorar mas". Habíamos elegido esa mesa porque estaba con mi abuela y tiene movilidad reducida y le era mas fácil sentarse ahí. De todos modos, no tengo que andar justificando en que mesa me siento. Acto seguido se fue y atendió a los demás, sin alcanzarnos el menú. No hay restaurantes familiares que queden a una distancia caminable para una persona con movilidad reducida y fue por eso que me quedé. No quise hacer un escándalo porque no quería poner nerviosa a mi abuela de 83 años. Yo no sé que se cree el mozo para responder así a los clientes, cuando literalmente uno de sus trabajos es limpiar la mesa una vez que los comensales de van. Una absoluta falta de respeto. En cuanto a la comida, los precios son caros comparado con la calidad. Se puede comer mejor en un lugar con mejor ambientación y un servicio decente por el mismo precio. No era la primera vez que iba, ya que nos queda cerca y era zafable dentro de todo, pero ahora les aseguro que esta va a ser la última...
Read moreEn mi vida he ido a muchos lugares a merendar, pero sin dudas este lugar se lleva el peor puntaje, incluso peor que el de una estación de servicio.
Pedimos café con medialunas y jugo de naranja. El café tenía la leche hervida, lo cual le dejo al café un gusto amargo, fuerte y desagrable. No sé puede decir que las medialunas eran feas, porque simplemente no tenían sabor a nada. Por último, el jugo, tenía sabor horrible, parecía exprimido de naranjas podridas. Realmente había que hacer un esfuerzo para terminarlo.
Para rematar, el mozo nos atendió de tan manera que parecía ignorarnos cada vez que lo necesitamos. 15 minutos para que nos entregue la carta, 15 mas para que tome la orden, unos 20 minutos para recibir la paupérrima merienda y luego unos 20 para cobrar.
Quizás el mozo nos haya ignorado durante toda la tarde, pero por suerte las moscas nos acompañaron durante toda la merienda. En fin, cualquier bromatólogo se infartaría al recibir estos alimentos.
Y como diría el futbolista Fabián Rinaudo: "Creo que hizo una actuación perfecta. Está muy bien. Si tengo que calificarlo, le pongo un 10. Me parece uno de las mejores...
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