Fuimos con mi pareja un sábado al mediodía, por las dudas reservé unos días antes la mesa vía WhatsApp, en el interior, de acuerdo a los comentarios de que afuera suelen haber perros (así fue, aunque no eran molestos). Ambiente de campo, suelos de madera gastada y ladrillos rústicos a la vista, es una casona vieja que se enorgullece de serlo, lo cual suele ser justamente lo que uno busca al ir a un pueblito como Carlos Keen. Comida excelente y en abundancia, es básicamente un tenedor libre con menú completo en el cual te van trayendo a la mesa según pidas (aclaro que esto es sólo al mediodía, ya que a la noche se manejan por pedido a la carta, y NO hay parrilla, sino que es todo minutas). Empezamos con una picada (abundante en variedad y cantidad) con empanadas de carne fritas y pan del día bien blandito. Cuando lo pedís, te hacen el cambio de plato y podés optar entre parrillada y guarnición (papas fritas, puré o ensalada) o pastas (variadas y con salsas de varios gustos). Empezamos con un variado de parrilla primero, que incluyó chori, morci, chinchu, riñón, vacío y tira + guarnición de papas fritas, y después pasamos a dos porciones de pastas, con salsa de hongos y 4 quesos. Cerramos el postre con una copa de duraznos y otra de flan casero (exquisito). Cada 2 personas se incluye una bebida de 1l (botella de vidrio) o dos individuales de 500ml, adicionales se pagan aparte (pedimos aparte una Coca Zero de 1.5l y nos salió $700). La comida riquísima y todo a punto, tanto de sabor como de temperatura (fiambres fríos, empanadas calientes, pan del día, bebidas bien frías, carne a punto -quizás el vacío un poquito seco-). Destacamos enormemente la calidad de atención de Brisa, macanuda y servicial de principio a fin. Pagando en efectivo tenés un pequeño descuento. En nuestro caso, $3.900 por persona, pero dejamos $1.500 de propina por la buena atención. Los baños cumplen con su función, no los destaco particularmente. Añado que, si bien no es algo del restaurante en sí, pasaron unos músicos que tocaban en vivo unas chacareras, lo cual iba muy a tono con el ambiente, y que, en lo personal, me gustó mucho. En suma, una experiencia 10/10. Cuando visite otra vez Carlos Keen, volveré sin dudas a La casa de la Ñata,...
Read more"LA CASA DE LA ÑATA", Carlos Keen, Partido de Luján, Provincia de Buenos Aires.
Este pueblo se ubica a sólo 80 km. de CABA por la Ruta Nac N°7. Actualmente cuenta con unos 1000 habitantes fijos, y es uno de los destinos de turismo de cercanía más visitados los fines de semana. En pocos años logró convertirse en un polo gastronómico a 1 hora de la gran ciudad, con una ubicación estratégica.
Si bien durante la semana es súper tranquilo, sábados, domingos y feriados cambia su fisonomía casi por completo. Una amplia oferta gastronómica con almuerzos de campo, su hermosa estación ferroviaria y la enorme feria de artesanías convierten a Keen en una parada obligada.
En ese marco, visitamos uno de los comercios con más historia en el pueblo, "La Casa de la Ñata", que funciona en una antigua casona de principios de 1900. Miriam Daran, junto con su esposo (y parrillero) "El Chino", son los protagonistas de esta historia. Oriundos del pago chico y sus cercanías, se conocieron en la escuela secundaria y desde allí están juntos. Convirtieron la casa familiar en un famoso restaurante de campo manteniendo la estructura edilicia histórica. Su abuela paterna la adquirió junto a una amiga a la que llamaban "La Ñata". Ésta pasó a ser la "abuela postiza" ante el fallecimiento de la primera y fue el faro en el cual Miriam se recostó para poner el nombre del negocio en memoria suya.
Si bien el pueblo tiene una amplia oferta de almuerzos camperos, "La Ñata" se destaca por sus famosas empanadas de carne, receta heredada de una tía de Miriam y que hoy siguen llevando a cabo. Fritas en grasa y jugosas, son un verdadero manjar por el que viajeros llegan desde lugares recónditos para deleitarse. La picada, el asado, las pastas y el postre completan el banquete, pero sería un pecado no probar una o dos empanadas. Es un antes...
Read moreFuimos a comer con reserva previa, el menú consta de: entrada (picada + empanadita frita) + parrillada con ensalada y papas fritas libres + pastas libres + 1 postre + 1l de bebida cada 2. La entrada estuvo bien. Al momento de pasar a la comida, le pedimos al mozo si podía traernos las pastas. Sin aclararnos nada, a los 15’ vino con la parrillada con ensalada y papas fritas, le explicamos que habíamos pedido las pastas y que además, no comíamos muchas cosas de la parrillada que era un desperdicio y dijo “no pasa nada, es libre” (una lástima, porque es comida). En ese momento le pedimos entonces que por favor, las pastas no salgan de inmediato. Y A LOS 5’ VINO CON LAS PASTAS, y se quiso llevar la parrillada que estábamos comiendo. En la foto se puede ver toda la comida en la mesa, junta. Se excusó de que “la cocina era un lío”, (teniendo en cuenta que el error es de él, porque si no marcha la parrillada no sale…), pedimos hablar con el encargado del lugar y no había nadie para hacerse responsable. Tenemos entendido que quien maneja la parrilla es el dueño, mi papá fue a hablar con él, sin recibir ni una palabra de su parte. Algunos cortes de la parrillada se notaban recalentados. Las pastas estaban bien, hubiesen estado mejor si las comíamos calientes. Las peras de postres estaban ricas. El flan no tenía gusto a nada. La verdad que es una lástima, fuimos con ganas, con buenas recomendaciones y falló tanto la atención del mozo (que era muy amable, pero marcho todo mal y apresurado) y falta de respuesta “del chino” (quien es el parrillero y dueño) como responsable, dejando bastante que desear. Y el desperdicio de comida, de la mayoría de las mesas es demasiado. Podrían mejorar y trabajar...
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