Una lástima como bajó la calidad el lugar, años pasando a comer por acá en cada temporada y este año fue una experiencia desagradable. Pésima la atención de l@s moz@s del turno noche, malos tratos al dirigirse, parece que te están haciendo un favor en atenderte cuando uno está pagando. El lugar no está capacitado para el flujo de gente que permiten entrar, no da abasto el personal, está todo lleno de moscas, sucio, poco mantenido y los baños un desastre, sin agua. 40 minutos para que limpien las mesas y si te sentás en alguna mesa desocupada que está sucia no te atienden por "políticas de la casa" hasta que les parezca, en algún momento, limpiarla. TE COBRAN LA RODAJA DE LIMÓN! Parece chiste, pero si te pediste una milanesa, por ejemplo, no te dan limón y te lo cobran aparte. La porción de rabas súper chica, gomosas y cargadas de aceite. La espera hasta que llegue la comida es mínimo una hora. Lo que rescato como positivo es la pizza de mariscos, riquísima, la de jamón crudo y rúcula, y el plato de milanesas con papas bien abundante.