Es difícil poner en palabras el nivel de consternación que me produjo visitar Romario, esa infausta pizzería enclavada en el corazón de San Isidro, donde el buen gusto fue desterrado, la higiene parece una leyenda urbana y la atención al cliente se maneja con la gracia de una jirafa con vértigo.
Desde el momento en que puse un pie en ese tugurio, supe que estaba por embarcarme en una experiencia que desafiaría los límites de mi paciencia y mi estómago. La fachada, con un letrero deslucido y parpadeante, daba señales inequívocas de abandono espiritual. Pero ingenuamente pensé: “Tal vez la comida redima la estética”. Qué error tan monumental.
Al ingresar, fui recibido por un aroma confuso y nada halagüeño, mezcla de grasa requemada, trapo húmedo y un tenue dejo de orín añejo. El local estaba medio vacío, pero aun así tardaron 25 minutos en darnos mesa, como si estuvieran esperando que se alinearan los planetas. La decoración era un carnaval visual sin sentido: luces LED intermitentes, plantas de plástico con polvo del Pleistoceno, y una televisión vieja colgando en una esquina que reproducía en bucle un videoclip de reguetón del 2011.
Pedimos dos platos: una pizza Romario Especial (supuestamente la estrella de la casa) y unos “fettuccine a la crema de champiñones”. Lo que llegó fue un atentado gastronómico. La pizza, una abominación circular, parecía haber sido horneada en el núcleo de un meteorito. La masa era más dura que un neumático seco y los ingredientes eran un revoltijo opaco: jamón con bordes verdes, aceitunas cortadas de forma tan irregular que parecía que las había picado un niño de cuatro años con una piedra, y un queso que tenía más aceite que sabor. En cuanto a los fettuccine, el plato llegó literalmente frío. No “tibio”. Frío. Como salido del refrigerador de un motel de paso. Y lo peor: traía un champiñón sospechosamente oscuro y viscoso que, al moverlo con el tenedor, liberó un olor agrio y dulzón que casi me hace reconsiderar mi fe en la humanidad.
Pero nada, absolutamente nada, supera lo que ocurrió después. Mientras intentábamos ignorar la atrocidad culinaria frente a nosotros, una cucaracha —sí, una cucaracha— emergió con gallardía desde el marco de la pared hasta pasearse por el zócalo como si fuera la dueña del lugar. Un comensal del fondo la señaló, y uno de los mozos, sin inmutarse, se acercó con una servilleta y dijo: “Pasa cuando hace calor”, como si hablase de una mosca en verano. Ni una disculpa. Ni un cambio de mesa. Nada. Solo una resignación institucionalizada.
El baño fue el broche de oro de esta tragicomedia gastronómica. Una puerta descuadrada, sin seguro, un lavamanos que goteaba marrón, y una luz titilante que daba al cubículo una atmósfera más propia de un thriller psicológico de bajo presupuesto que de un restaurante de barrio alto.
Romario no es un restaurante. Es un simulacro grotesco de lo que alguna vez soñó con ser uno. Un monumento a la desidia. Un reducto de pesadumbre culinaria. El hecho de que aún esté abierto solo puede explicarse por algún pacto oscuro o una clientela con el paladar en huelga.
Mi recomendación es clara: huya. Si desea conservar la integridad de su estómago, su humor y su fe en la restauración, manténgase alejado de Romario. Comer aquí es como besar un enchufe mojado: técnicamente posible, pero moralmente...
Read moreLugar muy lindo u rico precio acorde a martinez.pero bebida caliente y pedí café y no tenían azúcar.ustedws saquen sus conclusiones....le comento al propietario de Romario que fui el día sábado 11 del corriente mes para cenar con mi señora, y después de traerme la pizza con la bebida la cual estaban calientes pido hielo después de reclamar por segunda vez me informaron que no hay .no le di tanta importancia ya que casi terminaba la pizza. Acto seguido, pido 2 cafés lo cual cuando me los traen solo tenían edulcorante. Y sinceramente no me quería seguir amargando más haciendo un reclamo al dueño, ya que con este medio masivo de información a otros comensales obtuve también una respuesta suya .desde ya muchas gracias por la deferencia de comunicarse con los clientes. Ya que por un cliente insatisfecho se pierden...
Read moreAnoche fui a cenar una pizza con mi familia a este Romario de san isidro. Nos pedimos una grande mitad de panceta y mitad de mozzarella y una porcion de faina. Nos sacan la comida y realmente tanto lo uno como lo otro estaba incomible. Faina dura, seca y fria. Pizza dura , sin queso arriba, y lo mas triste FRIA. Pedimos la cuenta y nos cobran 4 porciones de muzzarella y 4 porciones de panceta. Como , que paso, que es esto?....Siempre me cobraron una grande de la que es mas cara pero no cuatro porciones de cada. Con lo que pague por dos pizzas.... Lo que se dice una verguenza el dueño de ese Romario. Fijese el dueño de la franquicia que algunas franquiciados maltratan a su clientele. Ojala se contacten y pidan DISCULPAS...
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