Lo que viví en este local no fue una comida: fue una experiencia sensorialmente catastrófica, un atentado contra el concepto mismo de gastronomía. Entré con hambre, salí con dudas existenciales y con la convicción de que el universo me estaba castigando por algún pecado que no recuerdo haber cometido.
Comencemos por el plato principal. A simple vista, parecía inofensivo, casi prometedor. Pero el primer bocado fue un asalto brutal a mis papilas gustativas. La textura era un enigma irresuelto: no era crujiente, no era suave… era como si la comida hubiera pasado por una fase experimental en un laboratorio y hubiera fallado estrepitosamente. Imaginá un alimento que intenta ser muchas cosas a la vez y fracasa en todas.
El sabor… oh, el sabor. Si las palabras pudieran transmitir lo que sentí, seguramente serían censuradas por razones de salud pública. No era simplemente insípido, tampoco era desagradable en un sentido convencional: era una combinación de notas que parecían discutirse entre sí dentro de mi boca, cada ingrediente luchando por sobresalir, pero todos perdiendo. Había un dejo de algo que tal vez quiso ser especia, un susurro distante de lo que algún día fue un condimento… y un final amargo que me hizo mirar el vaso de agua como si fuera un salvavidas en medio del naufragio.
El acompañamiento no fue mejor. Más bien fue una extensión del desastre, como si hubiera sido diseñado específicamente para recordarme que estaba pagando por algo que no quería terminar. La temperatura del plato estaba en ese punto exacto en el que no se sabe si fue recalentado o simplemente olvidado en un rincón.
El postre, lejos de ser un consuelo, fue la última estocada. Un dulce que no era dulce, una textura que no era textura, y un color que parecía sacado de una fotografía amarillenta de hace 20 años.
Ahora, es justo reconocer que el personal fue amable y correcto, y no tengo queja alguna sobre su atención. Ellos hicieron lo que pudieron con las herramientas que tenían… pero ni la mejor de las sonrisas puede disimular una tragedia gastronómica de esta magnitud.
En definitiva: vine a comer y terminé viviendo una experiencia que podría ser estudiada en cursos de “lo que no se debe hacer en cocina”. Una estrella solo porque el cero no...
Read moreBuenas! Visitamos por dos días la ciudad, y decidimos ir al havanna ya que es una franquicia conocida por nosotros. De todas maneras fuimos más en el horario del almuerzo, con lo cual pedimos una tarta de calabaza con masa integral y un sándwich de jamón y quedo sin tac ( no habíamos probado nunca estos productos). Sinceramente y más allá de entender como se producen los productos sin tac, puedo decir que no me gustó para nada. En cuanto a la tarta también nos pareció muy de producción industrial con muy poco sabor y masa bastante acartonada. En cuanto a la atención y el ambiente todo super bien. Espero no ofender con mi comentario pero suelo escribir lo que realmente sentí. Por último los precios me parecieron elevados para el tipo de comida ofrecida....
Read moreSpartan design, yet cozy location. The staff is fine and the food and beverages are all great. Prices may be steep for a Tandil venue. One of the few air conditioned places in town. A place to get their...
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