Una experiencia amarga con sabor a indiferencia.
Visitar este Starbucks fue, lamentablemente, una lección de cómo una sola persona puede sabotear todo un ambiente. Me refiero a una barista llamada Alejandra —identificable por los numerosos tatuajes de gatos en los brazos y por la inconfundible energía gris que arrastra con cada movimiento.
Desde el primer momento, su actitud fue distante, apática y mecánica. No hubo saludo, ni una mirada amable, ni mucho menos atención al detalle. Mi café fue entregado mal (con otro tipo de leche que no pedí) y su reacción ante la corrección fue de un fastidio imposible de disimular. No es que no le guste su trabajo: es que parece aborrecer la idea misma de atender a alguien.
Curiosamente, su trato cambia cuando aparece cierto repartidor. Ahí sí hay sonrisas, tonos suaves y una atención que no le dedica ni a sus compañeros ni a los clientes. Llama la atención que este mismo repartidor, minutos después, parece más relajado y feliz charlando con sus colegas que con ella. La atmósfera habla por sí sola.
Lo que más me desconcierta es la contradicción. He recibido un mejor trato en hospitales públicos, donde el personal al menos simula cortesía. Incluso el “viene viene” del estacionamiento tiene más carisma, empatía y educación. De hecho, tengo flores sintéticas en el baño de mi casa que aportan más armonía al entorno que la energía que proyecta esta barista.
En cuanto a preparación… pedirle un V60 es como pedirle a alguien que recite en griego: primero se ríe nerviosa, luego se hace la desentendida. El café fue tibio, sin gracia y sin técnica visible. No hubo arte latte, ni siquiera lo mínimo esperado de una cadena que presume estandarización y calidad.
Como si fuera poco, la manera en que trata a sus compañeros deja entrever una actitud de superioridad totalmente fuera de lugar. Regaña, ordena y corrige en voz alta, sin empatía ni liderazgo, sólo con una rigidez que amarga el entorno. Y lo digo con seriedad: esta persona parece ser una nube que flota permanentemente sobre la barra de café.
No suelo redactar reseñas, pero esta experiencia fue lo suficientemente incómoda como para hacer una excepción. La administración debería reconsiderar si esta persona representa los valores de la marca. Porque si este Starbucks fuera una orquesta, Alejandra sería el único instrumento desafinado… desafinado, pero en volumen máximo. Por favor quéjense en el correo que está debajo de la barra, así podemos hacer que despidan a esta incompetente...
Read moreCafetería tranquila y con buena ubicación. Pocas veces me ha tocado que esté saturado el espacio. Es un ambiente relajado y relativamente privado, no hay mucho movimiento fuera de la Cafetería, ya que está al fondo de la plaza comercial. El estacionamiento es compartido con el resto de lugares y no olvides pedir qué te sellen tu boleto. Puedes personalizar tus bebidas a tu gusto, llevar tus propios vasos sean o no de la marca, etc. La Cafetería es pequeña pero suficiente y tiene algunos espacios al aire libre. Hay empleados que son muy amables y otros que no lo son tantos y un poco mal encarados, depende la suerte del día en el que te toque uno u otro. Es decir, el servicio no es el mismo...
Read moreAunque se supone las bebidas se deben de preparar igual en todos los establecimientos, si hay diferencias. Por ejemplo el Caramel Frapuchino en la la Roma Sur el vaso alrededor pone líneas de caramelo y en la crema batida igual le ponen más caramelo y el costo es el que indica en tablero Sin extras o cambios de leche, pero en qué se encuentra a lado de la clínica 29 en Aragón te cobran extra si quieres líneas de caramelo en el vaso, por lo tanto la bebida no sabe igual, el sabor es más simple. Si la garantía de la cafetería que si no te gusto como lo preparan y te lo pueden volver a preparar sin costo, ahora sí explicación para no hacerlo es EL...
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