Llegué al restaurante temprano (18:45) con dos amigos y pedimos una jarra de sangría para empezar. El camarero nunca apareció (esperamos más de 20 minutos). Los camareros parecían más interesados en colocar platos y cubiertos en las mesas que en atendernos a nosotros (los clientes).

Finalmente, llegó la sangría, pero estaba muy aguada, así que pedimos que la cambiaran. Después de otros 15 minutos, finalmente recibimos nuestras bebidas (ya llevábamos 35 minutos esperando en un restaurante vacío, sin más gente que nosotros).

Aprovechando que por fin había llegado el camarero, y después de intentar hacer señas para que nos atendiera sin éxito, pedimos nuestros platos. Uno de mis amigos solicitó si el chef podía hacer un cambio en la preparación del plato y el camarero aceptó sin problemas y afirmó que no habría inconvenientes. Fue a registrar nuestro pedido y nos trajo las entradas (panes y demás). Aprovechamos para preguntarle si pudo hacer el cambio solicitado al plato. Esperamos casi media hora más (ya llevábamos más de una hora esperando).

Finalmente, el camarero volvió y, antes de que pudiéramos preguntarle sobre el pedido, nos respondió de manera despectiva diciendo “sí, sí, sí… ya le dije al chef, ya le dije, sí, sí, sí”, haciéndonos sentir que nuestras solicitudes no eran importantes.

Para no alargar la historia, al final el camarero nos informó que el chef no podía hacer el cambio porque "no podía". Esperamos muchísimo (ya eran las 20:30) para finalmente recibir una negativa a nuestra solicitud.

Nuestro pedido fue: milanesa a caballo, y pedimos que los huevos fritos se hicieran con manteca (por favor, que no usaran margarina en el proceso de elaboración).

Conclusión: camareros sin preparación para atender a los clientes y con escasa formación en el habla. Chef o cocinero (porque un verdadero chef sí satisface las peticiones de los comensales) reacio a los pedidos de los clientes. Poco interés en satisfacer a clientes que van al menos dos veces a la semana a cenar allí.