Había escuchado múltiples recomendaciones sobre este lugar. Comentarios entusiastas que hablaban de una propuesta creativa y sabores que sorprendían. Por eso, decidí dejarme llevar por la expectativa. Pero como suele pasar en la gastronomía —y en la vida—, no siempre lo popular es sinónimo de calidad.
La velada comenzó con una entrada correcta. Bien presentada, de sabores equilibrados, sin pretensiones. Lo más destacable, sin duda, fue el sake: una verdadera joya. Suave, aromático, con un perfil que me recordó al pisco Italia de reserva artesanal que produce una familia de Ica: ese tipo de bebidas que cuentan una historia. Fue lo más placentero de la noche.
Luego, llegó el turno de los protagonistas: los makis. Y aquí empezó la decepción.
Primero, el tamaño. Son excesivamente grandes. Tanto, que no solo dificultan la experiencia de comerlos en un solo bocado, sino que alteran por completo la proporción de ingredientes. Pero el tamaño sería un detalle menor si el sabor acompañara. Lamentablemente, no fue así.
Los makis carecían de armonía. No había una construcción de sabores ni coherencia entre ingredientes. La combinación de insumos se sentía arbitraria, forzada. El salmón —uno de los ingredientes más nobles y reconocibles— estaba prácticamente ausente en sabor. Las salsas, más decorativas que funcionales, no sumaban ni potenciaban. En uno de los makis, un umami excesivo anulaba cualquier otro matiz. Y el cierre fue aún más confuso: un maki con plátano y maracuyá. El plátano, demasiado maduro, imponía un dulzor casi empalagoso que no lograba integrarse con lo demás. Un final que dejó un sabor tan potente como desconcertante.
El servicio, si bien amable, podría haber sido más detallista. En una experiencia que pretende ser gourmet, se valora que los meseros orienten, expliquen, guíen. No hubo ese acompañamiento, y eso, para muchos comensales, marca la diferencia.
La carta de makis se percibe limitada, especialmente si uno busca variedad o propuestas fuera de lo común. Hay un terreno fértil para innovar, explorar fusiones o regresar a la elegancia de lo simple bien hecho.
El ambiente, por último, tampoco ayudó a mejorar la experiencia. Demasiado oscuro, sin música de fondo, sin atmósfera. Y ya sabemos: comer también es una experiencia sensorial completa.
En resumen: una noche con altos muy puntuales y bajos demasiado evidentes. El sake y la entrada rescataron la velada, pero los makis —el corazón de la propuesta— necesitan una revisión seria. No basta con que sean grandes, tienen que...
Read more**COMIDA: Pedí el makis satori y taru, de ambos me quedo con el taru, se sintió bastante fresco en el paladar, me dijeron que el satori tenía cierto picante pero no lo llegué a sentir. Además pedí el Pad Thai, que me encantó en general, la salsa de los fideos estuvo muy rica, solo sentí más el dulce en los langostino tempura por la masa, me hubiera gustado que el langostino tenga un poco más de sal para sentir el contraste.
**AMBIENTE: El ambiente estuvo impecable, muy ordenado y limpio. El único inconveniente que tuve fueron las sillas que, para personas altas, lo sentí muy incómodo porque eran muy bajitas y no podía flexionar las rodillas. La mayoría del mobiliario tiene esas sillas, por otro lado recomendaría incluir ganchos debajo de las mesas para colgar las carteras, ya que tenerlo en el regazo fue incómodo al sentarse en esa posición.
**SERVICIO: El personal fue bastante amable, siempre estuvo atento a cualquier percance y mostraba interés para recomendar algunos platos. La espera fue bastante normal como en otros lugares.
**RECOMENDACIONES: Teniendo en cuenta que manejan un QR para la carta sería conveniente que incluyan las fotos de makis y diferentes platos que ofrecen, ya que fue difícil hacerme una idea del aspecto con los ingredientes. La comida entra...
Read moreLuego de probar varios restaurantes de Makis, sin lugar a dudas, le otorgo 5 estrellas, bien merecidas, a Satori. Considero que, actualmente, tiene la carta de makis más innovadores. Usan los ingredientes más premium.
En cuánto a la barra libre, en base a todas mis visitas, considero el corte campeón de la carta al "Salmon King". Combina varias texturas y sabores a la vez. Indudablemente mi favorito. Va entre lo cremoso, crunchy, ahumado y un toque cítrico al pasarlo . Realmente, alucinante. Luego, el "Karikari" , un corte con un toque picosito, preciso que acompaña el salmón ahumado. Bastante rico. Seguidamente, el tradicional "Acevichado", el corte qué nunca falla para los nuevos comensales.
En cuánto al trato, te ofrecen de cortesía unos chips de camarones y sake al momento de entrar. Un recibimiento inesperado.
En cuanto al ambiente, el local se presta para ocasiones especiales y casuales. Es de las mejores experiencias que he probado recientemente.
En fin Satori Nikkei es un restaurante bastante premium y espero reciba el reconocimiento que se...
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