Nuestra experiencia no fue demasiado buena. Vaya por delante que la calidad de la comida que nos sirvieron fue excelente, tanto la langosta frita como los pulpitos encebollados. Estando el restaurante con una ocupación de únicamente dos mesas, nos sentaron literalmente pegadas a la otra mesa, lo cual nos restó cualquier intimidad en nuestra conversación. Nos mostraron las langostan que aún estaban vivas, y una de ellas consiguió escapar de las manos del camarero y acabar encima de una de nosotras. Pedimos vino blanco preguntando expresamente si habría otra botella en caso de acabarse ...y luego resultó que tuvimos que cambiar de vino porque no les quedaba... como disculpa el camarero nos trajo una botella abierta y empezada .. que por supuesto no tocamos. Cuando visitamos el aseo fuimos objeto de las críticas del camarero y de la mesa colindante por no tocar el vino y ni poder acabar con las patatas de la langosta ... lo cual nos pareció una falta de profesionalidad extrema.