Recomendable 100%. El ambiente del restaurante es cálido y acogedor, con una decoración que combina modernidad y tradición. Las lámparas de papel, los biombos decorativos y las mesas de madera oscura crean un espacio íntimo y relajante. El personal es extremadamente amable y atento, siempre dispuesto a explicar los platos y hacer recomendaciones personalizadas. El servicio es impecable, rápido y eficiente, permitiéndote disfrutar de cada momento sin prisas.

El menú es una joya en sí mismo, ofreciendo una amplia variedad de platos que abarcan desde los clásicos dim sum hasta especialidades regionales menos conocidas. Comenzamos nuestra comida con una sopa wonton, cuyo caldo estaba perfectamente sazonado y los wontons eran suaves y llenos de sabor. Los rollitos de primavera crujientes y ligeros fueron el complemento perfecto.

Para el plato principal, optamos por el pollo kung pao y el cerdo agridulce. El pollo kung pao tenía el equilibrio perfecto entre picante y dulce, con cacahuetes tostados que añadían una textura deliciosa. El cerdo agridulce, servido con una salsa espesa y brillante, estaba jugoso y tierno, complementado con piña y pimientos frescos.

El arroz frito con camarones también fue un éxito, cocinado a la perfección con camarones tiernos y verduras crujientes. De postre, el flan de coco fue una sorpresa refrescante y deliciosa, ideal para terminar la comida.

Relación Calidad-Precio: ofrece una excelente relación calidad-precio. Las porciones son generosas y los precios son más que razonables considerando la calidad y frescura de los ingredientes. Cada bocado refleja el esmero y la dedicación del chef, haciendo que cada plato sea una experiencia memorable.