Estuve la otra noche cenando aquí, y aparentemente tenía buena pinta aunque solo fuera porque las mesas de la terraza estaban bien separadas (por la Covid-19). Hasta ahí todo estupendo. Nos dan mesa para dos, pedimos una tabla de quesos en la cual únicanente pusieron dos tipos de quesos. Idea completamente distinta a la que tenía tras haber visto otra foto en reseñas de este mismo lugar. Para colmo, el queso que aparentemente debía ser cabrales no lo era. Era alguno que en algunas cosas se le parecía un poco pero ni de lejos tenía el sabor original del cabrales asturiano. Además, pedimos una ración de croquetas, y aunque he de decir que no tenían mal sabor (tampoco tenían ninguna complejidad ni eran nada de otro mundo), la presentación en el plato fue un poco desastrosa. Las croquetas rotas con la bechamel saliendo, el rebozado de algunas de ellas quemadas... En fin. Por último, quiero DESTACAR la falta de respeto que me parece el llegar y que haya aproximadamente 6 mesas. De las cuales 3 estaban ocupadas por gente del pueblo y la cual conocía la camarera. Pues bien, algunas de esas mesas ocupadas por fumadores constantes. Llegó una mujer, cogió un cenicero y se sentó con su paquete de tabaco encima de la mesa. Cuando terminamos de cenar, con todo el respeto y la buena voluntad preguntamos a la camarera si podíamos coger oteo de los ceniceros y nos responde que no se puede fumar allí. Pues bien, con las mismas uno de nosotros salió a la calle a fumar un cigarro. Pagamos la cuenta, y antes de arrancar el coche (que teníamos aparcado en la misma puerta del establecimiento, como a 1.5m de distancia) la mujer se pone a fumar y la camarera con ella como si nada.

Entiendo que no se pueda fumar en muchos sitios por la situación que vivimos. Pero que vacilen así cuando se trabaja de cara al público me parece NEFASTO.

En general fua una experiencia mala.