El primer plato y postre adecuados al precio del menú (primeros platos ricos y adecuados en cantidad y calidad y postres caseros muy ricos pero bastante escasos). En lo referente a los segundos platos el jamón es ibérico y bueno pero a las tres personas que comimos huevos fritos con jamón nos presentaron unos huevos que literalmente nadaban en aceite. En cuanto al servicio, el local consta de varios comedores siendo uno de ellos de notoria inferior calidad que el resto: pequeño, oscuro y cerrado. Obviando que tal diferencia de confort solo se entendería con una similar diferencia en el precio de menú que no existe, ocurre que dentro de este comedor pequeño, oscuro y cerrado hay una mesa que se encuentra entre dos puertas que continuamente utilizan los camareros para dar servicio a éste y a otro comedor colindante, lo que no deja de ser una molestia para los comensales que la utilizan. A pesar de haber contabilizado hasta otras cinco mesas libres que por disposición y espacio se podían montar sin el menor inconveniente para cuatro personas (seis mesas si contamos una aún con los platos de postre sin recoger) y a pesar de pedir a la camarera poder utilizar cualquier otra mesa más cómoda, teniendo reserva desde hacía días acabamos sentados en aquella mesa de aquel comedor pequeño, cerrado y oscuro. Los argumentos que nos dió la camarera (en un tono demasiado alto sin razón alguna) sonaban a excusas para justificar su falta de consideración: esta otra mesa está reservada (nos fuimos a las 16:30 y nadie la ocupó), ahora no me voy a poner a montar una mesa (¿de verdad que dar un buen servicio no merece los tres minutos de montar una mesa cuando ya estás en el último turno de comedores y la situación te lo está permitíendo de manera sobrada?). Ni siquiera lo consultó con su encargada o con la compañera que estaba sirviendo en ese comedor, demostrando su nulo interés en satisfacer al cliente.