Magnífico restaurante. Intentamos comer y cenar allí en el mismo día (viernes) pero cuando llegamos allí las dos veces nos informaron de que la cocina cierra a las 15.30 a mediodía (primer intento ) y a las 22.30 a la hora de cenar (segundo intento y sorpresa al comprobar que es el horario habitual en los restaurantes de la zona), suele llenarse rápido por lo que reservamos para la cena del día siguiente. Durante estos días nos hemos dado cuenta de que es recomendable reservar en cualquier restaurante de la zona, especialmente en los mejor valorados. Hicimos la reserva para cenar, por teléfono, el sábado alrededor de las 16h llamando al número de teléfono que ofrecen aquí en Google; no nos cogieron el teléfono en el primer intento pero no fue necesario realizar un segundo intento, ellos mismos nos devolvieron la llamada y pudimos hacer la reserva para esa misma noche.
El personal es muy atento y agradable, son chicos jóvenes pero muy competentes que siempre tienen una sonrisa que ofrecer, quiero destacar la atención de uno de ellos, peinado con coleta (sienes rapadas al uno y coleta cortita y engominada) que estaba constantemente atento a todo.
Cenamos dos personas; compartimos una ensalada de jamón de pato con naranja (la lechuga es una mezcla de brotes tiernos), y pedimos unos chipirones a la plancha con cebolla caramelizada y unas chuletitas de cordero, de postre coulant de chocolate (sin gluten) y tarta costrada, bebimos una copa de Ribera del Duero y yo pedí una copa de vino blanco semi-dulce, además del pan. Todo estaba delicioso, aunque los chipirones estaban un poco sosos mejoraban increíblemente con la cebolla y la salsa. Las chuletitas estaban increíbles, la ensalada era muy sabrosa y los postres merecen una mención especial. La tarta costrada está hecha con un hojaldre cuya consistencia es la ideal.
No dejamos nada en los platos y aunque rebañar sea de mala educación resulta inevitable dejar caer algún trozo del maravilloso pan que sirven en el plato.
Como está muy concurrido y tienen bastantes mesas (familias con niños, parejas, grupos de amigos de todos los tamaños) los camareros tardan un poco en servir, pero no tanto como para que resulte molesto o la comida sufra por ello (se recibe recién salida de la cocina y en tiempos muy ajustados, no recibimos ambos platos a la vez pero sí con una diferencia mínima). Además pasan de vez en cuando a preguntar si está todo bien.
Como la cocina cierra a las 22.30h hay que calcular pronto si vas a querer más comida para pedirla dentro de ese margen horario. Respetan el horario laboral de los empleados y ésa clase de respeto hacia el trabajador también es digno de alabanza.
Los precios son más que razonables para la calidad del producto. Todo está limpio, y aunque suele estar completo en las horas de la comida y cena las mesas están lo bastante separadas como para poder disfrutar de la comida o cena sin sentirse invadido por los comensales de las mesas vecinas.
El entorno es maravilloso, junto al río, en una zona de césped y en el margen exterior del pueblo que da al río, junto a la iglesia; el conjunto visual es fantástico.
Se puede comer y cenar en la terraza o dentro del local, nosotros escogimos la terraza, es importante tener en cuenta que en esta zona por las noches refresca bastante, aunque sea verano, por lo que es importante llevar una chaquetita o cazadora para que la bajada de temperatura ambiental no estropee la experiencia.
También es un sitio muy agradable para tomar un refresco durante el resto del día.
Merece...
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