‼️ ¡OJO! IMPORTANTE LEER LAS RESEÑAS NEGATIVAS ‼️
‼️ Una de INSPECCIÓN DE SANIDAD por aquí, por favor 🙏🏽
‼️ La ESTAFA de las reseñas positivas se queda corta con el nivel de la comida que, tres días después, aún nos cuesta asimilar…
🔴 Llamo para reservar de un día para otro y “Carlos”, si es que ese es su nombre real, me dice que tiene el salón lleno, pero tras una pausa telefónica, me confirma que ha recolocado sus reservas y que puede hacernos hueco a las 7 personas que queríamos comer allí guiados por las reseñas FALSAS que leímos por aquí…
🔴 Al día siguiente, llegamos a las 14H, ya que le hacemos el favor de no hacerlo a las 14.30H porque es a la hora a la que llegarían todas las demás reservas y, estando él solo y su hija, prefiere atendernos escalonadamente… NUNCA, repito, NUNCA llegó nadie más… Solitos los 7…
🔴 Todos sentados, toma nota de las bebidas y trae una cerveza en caña de litrona sin fuerza, una lata… REPITO - LATA, de Mahou 0,0 y dos botellas de agua que él mismo abre (no nos permitió abrir ninguna otra y pedimos dos más, pensando en lo servicial del detalle, después caímos que estaban rellenas de antemano).
🔴 Tras esto, aparece con una sola carta bajo el brazo y comienza un discurso con los mejores platos (o lo único que tenía en su cocina esa mañana) vendiéndolos como si ante el jurado de MasterChef se encontrase para guiarnos un poco y no salirnos de ahí…
🔴 Ante tal recital de platos exquisitos, optamos por seguir sus consejos y pedir varias de las cosas que tan bien nos había vendido (secretos de cocina hasta de su santísima madre que adularon nuestros oídos…).
🔴 Aparece minutos más tarde con un plato de alcachofas de bote dispuestas en un plato y nos recomienda “acunarlas” y no pincharlas para darles la importancia que unas alcachofas de bote tiradas en una sartén no tienen…
🔴 En la otra mano, unas gambas al ajillo cuya “salsa ligada” era una sopa de aceite con pimentón: sin ligar, sin jugo y sin arte ninguno…
🔴 El sorpresón vino con los arroces… Previa llamada de atención porque por teléfono no le habíamos comentado nada de que fuésemos a pedir un par distintos y su hija, la cocinera en cuestión, iba a molestarse… (Mención importante a que fue él mismo quien insistió en que no hacía falta que se los cantásemos el día de antes porque “siempre tenía preparados los sofritos y fumets de varios tipos”).
🔴 Arroz negro para tres y senyoret para dos… Sin paellas y presentado con todas sus conchas y sin pelar… Uno con sabor a quemado y salado y otro insulso y sin más…
🔴 Mi marido quiso pedir una botella de ‘Mar de Frades’ para acompañar los arroces, ya que al levantar la cabeza vimos que exponía y presumía en su barra… OTRO ERROR: botella rellena con vayaustedasaberdequé que trajo medio descorchada ya desde dentro…
🔴 Los postres caseros no hace falta ni que los comente… Y, por supuesto, no hay café… Mi suegro quiso uno y con todo su “papo”, Don Carlos cogió una tacita y algo de suelto, y se fue a comprarlo enfrente, en el restaurante del Club Náutico que, para sorpresa de nadie, estaba lleno…
Mi marido quiso pedir hoja de reclamaciones, llamar a la Guardia Civil y “montar el pollo”, pero íbamos con mi hija de 3 años, sus padres y mis cuñados, ella embarazada de 8 meses y le pedí que pagase para poder salir de allí corriendo…
Todavía hoy, tres días después, seguimos sacando chascarrillos que nos fue tirando entre toda su verborrea que nos hacen darnos cuenta de que fue una auténtica ESTAFA todo lo que nos dijo y nos vendió, de principio (con la llamada) a fin…
‼️ Una ESTAFA DE 180€ que, espero, no le pase a...
Read moreDomingo. Soleado. Ilusión familiar por nuestra tradicional comida de verano en el puerto deportivo de Oropesa. Íbamos con el antojo claro: paella, mar y buena compañía. Pero claro, el destino (y la mala suerte) nos llevó a caer en el Restaurante Carlos, un sitio que parece más una cámara oculta que un local de restauración.
Nos atiende el dueño, un señor que parecía llevar más tiempo sin ducharse que sin cambiar la carta. Pesado como él solo, insistiendo en que conocía a Julen Guerrero (spoiler: no le cree ni su madre), y dándonos una chapa monumental sobre el Athletic... hasta que descubrimos que era de la Real Sociedad. Vamos, incoherente hasta para mentir.
Pedimos una ensalada de ventresca que ni era ventresca ni era ensalada. Los chopitos estaban más tristes que el cierre de un chiringuito en noviembre, y los mejillones, que supuestamente iban a la plancha, vinieron cocidos y sin ganas de vivir.
El arroz negro… madre mía. Lo que nos prometieron como una obra de arte con tinta natural, era más bien una papilla aguada con un sabor a Avecrem de marca blanca que me hizo cuestionarme si mis papilas gustativas seguían vivas. El arroz, duro y sin gracia. Incomestible. A esto le llaman cocina…
Intentamos rebajar el disgusto con un vino blanco. Error. Nos dieron una botella que probablemente usarían como anticongelante en invierno. Al pedir una cerveza tostada, nos ofrecieron solo San Miguel (con perdón), y como no tenían Coca-Cola, el agua del grifo reciclada en botella de cristal fue nuestra salvación. Eso sí, servida ya abierta, lo que siempre inspira confianza… 🙃
El pan, ese humilde acompañante, fue otra decepción. Se acabó tras la ensalada y el dueño nos dice que compró solo 6 barras para todo el día. ¿Perdona? ¿Una paella sin pan? ¿Estamos en una cámara oculta?
Y por si fuera poco, tiró una botella de cristal al lado de los pies de mi hermano, reventando en el suelo. Lejos de disculparse o recogerlo al instante, siguió sirviendo los platos como si nada. Tuvimos que recordarle que quizás, barrer cristales del suelo con gente alrededor es una buena idea.
Nos fuimos con hambre, mala leche y 0 ganas de repetir. Una experiencia surrealista que solo recomendaría si quieres alimentar tu paciencia y tu tolerancia al caos.
Conclusión: Si quieres una buena paella y un trato decente, sigue caminando. Incluso un bocata de gasolinera te dará más satisfacción que este antro disfrazado de...
Read moreLlamamos para reservar, pero no había sitio, por suerte el destino nos sonrió y a los 5 min. me llamó Carlos diciéndome que le habían anulado una mesa, que si no habíamos reservado que había una mesa libre, que suerte la nuestra, pero todavía no lo sabíamos. La ubicación es perfecta, delante del puerto, aunque en el restaurante no indica el nombre, pero no olvidaremos “Casa Carlos” En cuanto entramos no hubo duda cuando pregunté si era Casa Carlos, Carlos dijo mi nombre. A partir de ahí todo fue una experiencia, no hay carta, pero lo que hay y como te lo explica, no te produce ninguna fatiga mental, al contrario, una vez explicados los detalles de cada plato, estás deseando que te los sirvan. Disfrutamos, de primero, de unos corazones de alcachofa, SUBLIMES, esa parte de la alcachofa que te deleita, cocinada y servida para deleite de tus sentidos, a continuación unas gambas al ajillo, que lo único que tienen detalles gambas al ajillo es el nombre, porque es un plato en el que se resalta el sabor y la textura de las gambas, huyendo de esas gambas aceitosas que todos conocemos y pareciéndose a unas gambas a la plancha jugosas con un toque de aceite con pleno sabor a gambas, espectaculares. Acabamos con un atún con pisto, EL ATÚN CON PISTO, por excelencia, textura, sabor y acompañado de un pisto que nos encantó, no mojar el pan era imposible, al igual que con las gambas al ajillo. Aunque no tienen café el postre tampoco defrauda, la tarta de queso con textura de mouse buenísima. Todo ello aderezado del buen trato de Carlos que te hace sentir como en tu casa. Es un restaurante pequeñito con solo 5 mesas pero si tienes la suerte de reservar una, no...
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