He de decir que, en mi reciente estancia en Salamanca —ciudad preciosa, por cierto— decidí mantenerme fiel a mis costumbres gastronómicas y pasé por una conocida cadena americana de hamburguesas. Llegué temprano, antes de la apertura, y me senté fuera a esperar. Desde las mesas del centro comercial, para mi sorpresa, se escuchaba con total nitidez la voz de un señor que, al abrirse el local, descubrí que estaba cómodamente instalado con su ordenador en una de las mesas. No sé qué cargo ostenta dentro de la empresa, pero lo que sí tengo meridianamente claro es que la educación y el saber estar no figuran entre sus virtudes, no debéis ni ejercer el puesto que os conseguiste a bases de gritos. El tono de voz era tan desmesurado que resultaba imposible no escuchar cada palabra. Y lo que se oía era, sencillamente, bochornoso: una suerte de videoconferencia en la que se dedicaba a reñir a sus trabajadores con expresiones impropias, hasta llegar a insultarles con calificativos de lo más vulgares. Llegué a escucharle decir que “no era ni su esclavo ni su secretario”, que lo único que le importaban eran las reseñas y las ventas, y que todo lo demás estaba mal. Pues mire usted, como abogada, y como ciudadana, me permito recordarle que la Ley 31/1995, de Prevención de Riesgos Laborales, en su artículo 14, reconoce el derecho de todo trabajador a una protección eficaz en materia de seguridad y salud en el trabajo, lo que incluye expresamente la protección frente a riesgos psicosociales, como son los tratos vejatorios o las humillaciones verbales. Así que, además de impropio, lo que usted hizo podría ser constitutivo de infracción. Ahora bien, como soy de comer en este tipo de locales, regresé dos veces más durante mi estancia, ya en horarios de tarde-noche. Y debo decir, con toda claridad, que lo que vi de los trabajadores fue encomiable: rapidez, eficacia, simpatía y entrega. Jóvenes que cumplen con su deber con una sonrisa, pese a que, al parecer, tienen que soportar broncas como la suya. Lo que sí me llamó profundamente la atención fue otro asunto: el comportamiento de ciertos clientes, concretamente algunas madres que acudían con niños pequeños. Madres que se sentaban a charlar y cotillear tranquilamente mientras dejaban a los críos destrozar el salón de juegos y ensuciarlo todo sin el más mínimo respeto. Y, por si fuera poco, luego parecían esperar un servicio de mesa propio de un restaurante a la carta, cuando en cualquier sitio mínimamente decente de comida rápida se entiende que es self-service, y que cada uno recoge lo suyo. Pues bien, si a usted lo que le preocupa son las reseñas y las ventas, quizá debería empezar por entender que el negocio no mejora gritando a los empleados, sino estableciendo normas claras también para los clientes. Porque, le recuerdo, la Ley 7/1996, de Ordenación del Comercio Minorista, así como el Real Decreto Legislativo 1/2007, que aprueba la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios, reconocen derechos al consumidor, sí, pero también les imponen deberes, entre ellos el de utilizar los servicios de forma correcta y respetuosa. Y el establecimiento tiene la potestad de fijar normas internas de uso de sus instalaciones, incluidas las áreas de juegos. Dicho de otro modo: ni los trabajadores están para ser tratados como esclavos ni los clientes para comportarse como salvajes. La educación, señor mío, empieza por uno mismo. Y si de liderazgo se trata, el liderazgo no se ejerce a gritos ni con insultos, sino dando ejemplo. A usted lo que se le oyó fue basura, pura y simple. A los chavales que trabajan en ese local, en cambio, se les ve dignidad, esfuerzo y compromiso. En resumen: cuide usted de su plantilla, que es su verdadero valor; ponga límites a los clientes tóxicos, que también los hay; y, sobre todo, modere el tono, porque su vulgaridad, además de ofender, trasciende los muros del local y deja a la vista, desde la mismísima calle, la falta de respeto que transmite. Y eso, le aseguro, no es lo que uno espera de una marca internacional que presume de...
Read moreLlevo diez años comiendo eventualmente en este restaurante. La calidad va de mal en peor. Mala preparación de la comida y constante pésimo trato de ciertos trabajadores al cliente. Poco falta para que le escupan a mi comida. Más allá, es de los poco Burgers donde si no tienes un tatuaje visible, no puedes trabajar ahí. Hay una señorita, de tez muy blanca, delgada, con tatuajes y con la peor de las actitudes constantemente. Suponiendo que daba órdenes a otros empleados, tendría un rango mayor que el resto. De todos los restaurantes de comida rápida que he probado en mi vida y en 6 países distintos, no tengo duda que ella es la peor. No sabía que cobraban por tratar mal al cliente. Si tan mala actitud tiene, que se vaya a otro sector del restaurante a trabajar. La mala calidad de la comida ya es un hecho al ir a comer y quejarse es irrelevante. Varios ejemplos, por ejemplo una vez fui a quejarme diciendo que las papas fritas estaban viejas, a lo que me respondieron que no, que no es cierto. Le pregunté que si las quería probar y dijo que no. Con resentimiento y mala cara me dieron otras recién hechas. Ese día solo pedí patatas fritas. Otra de las veces pedí Chili cheese bites. Los cuales llevaban un bueno tiempo a espera de que alguien los compré. Probé uno y la mitad de otro para comprobar si estaban viejos y fríos, lo cual era un hecho. Al reclamar me dieron cuatro nuevos en vez de recomponer el total inicial (6 unidades). Hoy una vez más, más problemas de calidad. Un pan quemado que inundaba de ese sabor al resto de la hamburguesa. Al ir a comer allá, se que siempre los panes estarán secos y las patatas fritas viejas, pero cada vez se añade una cosa más al carro. Desde hace un tiempo es como que la propia central de Burger King hubiese abandonado está sucursal a su merced sin interesarle nada. Lo peor es que uno paga por esta comida, que generalmente viene de manera insípida. Les recomiendo irse a McDonald que está un poco lejos pero tiene infinitamente mayor control de calidad. A quienes llevan este restaurante debería darles...
Read moreLo peor de lo peor. Cada día más nefasta la atención, todo sucio, baños con un olor insoportable, los basureros llenos de todo, el piso hace una semana que fuimos estaba limpio, pero al parecer que limpian bien cuando les apetece. Hoy el suelo un a5co total. No provoca comer ahí. Teníais un tiempo que estuvo limpio el local, mi marido trabaja cerca y vamos ahí con los chiquillos, estaba hace 20 días o menos quizá una semana bien el área de los niños, hoy los cristales todos sucios, manchados me estaba gustando ir porque estaban acomodando esos detalles de limpieza, pero al parecer esta semana no pagaron limpieza!!! Con la pasta q entra en esos establecimientos. Llevaré a los chiquillos a otros sitios donde se respire aire fresco. Donde entre uno al baño y estén limpios. El personal al parecer le pagan poco porque para tener una tienda en esas condiciones de Limpieza, da qué pensar! Y si así andáis afuera, qué será cocina? Madre de Dios! Es que uno pasa a los baños y sale un olor espantoso de un cuarto y si miráis hacia la cocina, se ve ese suelo rojo lleno de grasa. Tela! El mostrador queda uno casi que pegao en él, mientras uno espera la comida, porque se sentía la grasa pegada, los kioskos donde se pide la comida, todos manchados llenos de huellas por todos laos. Que paga uno pa qué? Pa sentir grasa en las sillas, mesas con manchas de salsas? El área de los chiquillos, cristales con manchas, huellas pegadas! Bacterias es lo que deben tener ahí a montón. Y aquí viendo imágenes, suben es fotos del burguer King de Capuchinos! No tienen ni cara para subir fotos de ellos, claro que podrán subir? Sucio? No tomé fotillo porque al haber usuarios debo pedir permiso de imagen, pero que suciedad de la tienda! Da mal rollo. No comeros ahí, entrad en...
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